por Marcelo Calvente
marcelocalvente@gmail.comLecturas de verano- Capítulo 15 –
En 1974 el diputado nacional Lorenzo D’angelo fue elegido presidente del club. Se trataba de un personaje muy particular, de escasa cultura pero con mucha calle, un tipo valiente y decidido, formado en el sindicato de la UOCRA, que a la usanza de aquellos tiempos, se desplazaba siempre con el revolver a la cintura, pero también un tipo de gran corazón, noble y honesto. Con sus influencias fue determinante, junto al escribano Alberto Aramouni, entonces diputado provincial, para obtener la resolución del Congreso de la Nación para la cesión definitiva de los terrenos aledaños al estadio granate, nada menos que 107.000 metros cuadrados más. Cuenta Néstor Díaz Pérez
que en 1975 lo acompañó a ver a la presidenta, María Estela Martínez de Perón, para solicitarle la firma del decreto por el cual el club recibiría definitivamente los terrenos del ferrocarril que le habían cedido años antes de manera temporaria. Díaz Pérez cuenta que Isabel, muy jaqueada por los militares que pronto la derrocarían, no los recibió, y que fue por gestión personal de su secretario privado, el Dr. Julio Carlos González –que luego del derrocamiento de su jefa, a quien acompañaba en el helicóptero en el momento en que fue depuesta, permanecería en cautiverio político hasta la vuelta de la democracia en 1983-.quien acudió por los gritos de desesperación de D’angelo ante la negativa de la viuda de Perón a recibirlos. González, que lo conocía y apreciaba de la militancia política, se interiorizó sobre la situación de esos terrenos, y en un tiempo en el que ya no firmaba casi nada por lo debilitada de su situación, por recomendación suya finalmente la señora se avino a rubricar la cesión, explicándole a los dirigentes que temía que los decretos fueran un agravante para un futuro encarcelamiento que ella descontaba.
De no haber sido por ese favor de González, muy otra habría sido la suerte del club sin la posesión definitiva de ese espacio fundamental para el posterior resurgimiento institucional que sobrevendría a la estrepitosa caída de 1977, ocurrida un año después del golpe de estado del 24 de marzo de 1976, que no sólo terminó con la detención de Isabel y González, sino que también apartó a D’angelo de la vida pública -aunque debido a su escaso y justificado patrimonio no fue preso- debiendo asumir la presidencia de Lanús el empresario alimenticio Francisco Leiras, hombre sin ligazón alguna con la institución, que había acompañado a D’angelo en el cargo de vicepresidente primero -y también como mecenas, a través de los créditos que el banco de la firma le extendía al club- con el fin de desplegar una carrera política en el peronismo de la Provincia de Buenos Aires, intención que la asonada militar también terminaría abortando.
En el año 1975 el equipo granate levantó mucho su accionar con el arribo de refuerzos que rendirán sus frutos. El Chupa Zárate y Víctor Hugo del Río llegaron de Racing, donde no tenían lugar, como parte de la transferencia a la Academia del zaguero Norberto D’angelo, el hijo del flamante presidente de Lanús. Hugo Epifanio llegó desde Almirante Brown, Osvaldo Clausi volvió de Los Andes luego de un año a préstamo; Julio Crespo, formado en Lanús, retornó al club desde Aldosivi de Mar del Plata, y el último ídolo granate, Ángel Manuel Silva, luego de tres años en Newell’s y uno en Banfield, volvió al club de sus mejores brillos. Silva cumplió una extraordinaria campaña, participando en 35 de los 43 partidos que el equipo disputó entre campeonato y hexagonal final por el segundo ascenso, logro que se esfumó de las manos ante un muy buen equipo de San Telmo, en la tarde triste del 13 de diciembre en la cancha de Huracán, con Silva, que jugó infiltrado y se perdió varios goles, retirándose del fútbol muy insultado por sus hinchas luego de la derrota por 1 a 0 ante el Candombero. 1975 fue el mejor año de Pino Lodico, en el que hizo sus goles más recordados, totalizando en la nada despreciable suma de 9 conquistas, marca poco frecuente para un volante central. El elenco de la Isla Maciel jugaría por primera y única vez en la división mayor en el año 1976, para retornar al ascenso de inmediato y para siempre. Como Estudiantes un año atrás, también San Telmo vivía su hora más gloriosa a expensas de Lanús.
Con Silva definitivamente alejado del fútbol, Lanús inició el torneo de ascenso del 76 con la base del equipo del año anterior, más la llegada de Juan Carlos Nani, un goleador potente surgido en Puerto Comercial de Bahía Blanca en el Nacional 74, adquirido por Boca y prestado a Argentinos Juniors en el 75. Nani ocupó el lugar de Manolo, y también llegaron los arqueros Crosta, de Sarmiento, y Pedro San Miguel, de Platense. El 76 fue banco de prueba de un nuevo tipo de torneo, dividido en dos ruedas. Al cabo de la primera rueda de 19 fechas, que terminaron liderando Platense y Tigre, ambos con 26 puntos, seguidos por Villa Dálmine y Lanús, los dos con 24, los seis primeros llevarán a cabo un hexagonal cuyo ganador ascenderá en forma directa al Torneo Nacional de Primera División, a disputarse en el segundo semestre. La clasificación al 5º y 6º puesto fue dirimido en un triangular entre Almagro, Los Andes y Central Córdoba, accediendo los dos primeros.
En la primera fecha del reducido, jugado íntegramente en canchas neutrales, Lanús venció a Los Andes por 2 a 1 en; luego empató con Platense en cero, y a continuación venció a Villa Dálmine (4 a 0) y a Tigre (2 a 0), arribando a la última jornada como único puntero con 7 unidades, seguido por Platense con 6 y Almagro con 5. El Calamar enfrentaba a Dálmine, ya sin chances, lo mismo que Tigre y Los Andes, que por ese motivo no jugaron su partido. Lanús debía enfrentar a Almagro y con la victoria era campeón, aunque con un empate se aseguraba un partido final con Platense, en el caso de que el Calamar le gane a Dálmine. Pero no, otra vez no pudo ser. Platense venció al elenco de Campana por 1 a 0, y Almagro, agregándose a la lista de los equipos chicos que le impedían año tras año la conquista del ascenso, junto a San Telmo y Estudiantes de Caseros, venció a Lanús con justicia por 1 a 0 con gol de Manuel Sánchez en el Viejo Gasómetro. La decepción de la hinchada granate fue enorme, pero no hubo tiempo para lamentos. Cuatro días después de la inesperada y dolorosa caída ante Almagro, comenzaba la competencia del segundo semestre, Lanús enfrentaba a Almirante Brown en Arias y Guidi, y recibía la primera derrota del año en condición de local por 2 a 1.
El arranque de la segunda rueda fue irregular. Lanús perdió los dos primeros partidos que jugó de local. En los puestos de arriba no hubo muchas variantes pero sí una sorpresa: El equipo de Almirante Brown de Isidro Casanova, que había concluido la primera rueda en la 15ª posición, con una increíble levantada se transformó en el rival a vencer. En la primera rueda, con 19 partidos, había logrado 6 victorias con 5 empates y 8 derrotas. En la segunda, con 18 compromisos -por la ausencia del ascendido Platense- logró imponerse en 12 ocasiones, con 5 igualdades, siendo derrotado una sola vez, ante Morón de visitante, derrota que no le dolió, porque esa tarde a la misma hora también cayó Lanús, su competidor más decidido, en José Ingenieros ante el obstinado Almagro. El de 1976 fue un muy buen torneo del ascenso, con más de ocho equipos bien armados e integrado por figuras importantes, los que protagonizaron los dos hexagonales: el ascendido Platense, Lanús, Almagro, Los Andes, Tigre, Villa Dálmine, Central Córdoba, que desplazó a Almagro en el segundo reducido, y Almirante Brown, que se metió en el lugar dejado por Platense al subir a primera. Brown peleó la punta con mucha decisión, acercándose de a poco a Lanús, que se consolidó como equipo, ganando 7 de los últimos ocho partidos. En el inolvidable tramo final, cabeza a cabeza, el Grana sostuvo su marcha y se consagró ganador del torneo largo de 37 fechas, siendo el Almirante el segundo, con apenas un punto menos. Pero de nada servía ese liderazgo si no se conseguía el ascenso ganando el hexagonal. Y Lanús arrasó: ganó los cinco partidos que jugó, convirtiendo quince goles, un promedio de tres por cotejo, y recibiendo apenas cuatro. El cierre fue ante su perseguidor en un estadio de San Lorenzo colmado de bote a bote, con victoria clara de Lanús desde el inicio, con gol de Epifanio de penal, confirmada por el tanto de Clausi a los 30’ del complemento, que desató la suspensión del cotejo por falta de garantías. Crosta; Zarate, Giachello, Canio y Ojeda; Crespo, Lodico y Del Río; Epifanio, Nani y Clausi, la formación base de aquel once granate para el recuerdo, uno que teniendo en cuenta los diferentes contextos de una vertiginosa y cambiante vida institucional, por siempre deberá permanecer en la lista de los grandes campeones de la historia del club Lanús.