La verdulería que funciona en el número 57 de la cuadra, abre a las cinco o cinco y media de la mañana, y no escatiman ruidos. Cuando no hay inspectores también estacionan su camion en las paradas de los colectivos. Además de los olores y la mugre, no quieren entregar tickets y no posee balanza electrónica.
En la remisería ubicada en el 60 de esa cuadra, tienen las horas de la noche una decena de choferes charlando en voz muy alta, en coro, como si estuvieran en un club, y en la vereda, lo que hace insoportable dormir a los vecinos. Además estacionan en ambas manos, y en toda la cuadra.
Y también se suman al “martirio” las paradas de colectivos con las filas de los pasajeros esperando, cuando a pocos metros, sobre Plaza Belgrano se han construido dársenas nuevas: ¿Por qué tiene que haber paradas en esta cuadra, entonces?
¡Ah, y las veredas como en casi todo el distrito, están todas rotas!
Todo esto sucede ante la pasividad, desde años ha, de la comuna.