por Marcelo Calvente
Lecturas de verano- Capítulo 4
Don José María Volante fue un
inmigrante italiano que en 1897 adquirió con muchas facilidades un lote en
Villa General Paz, en la calle que por entonces se llamaba Gral. Acha, entre
José C. Paz y Margarita Wield, a metros de la Plaza Sarmiento. Allí levantó
una típica casa chorizo precedida por un enorme galpón donde llevó a cabo su
oficio de herrero de la compañía de tranvías. En la casa que aún mantiene la
misma fachada de los últimos 70 años, don Volante y su esposa, Luisa Estevano,
tuvieron siete hijos. Ángela, la primogénita, nació en 1900 -vivió 96
años- y una seguidilla de frecuencia vertiginosa trajo a Juan, Luisa, Carlos,
Hermelinda, Julio y José. Los cuatro varones en alguna oportunidad vistieron la
casaca granate, pero sólo Carlos, que había llegado al mundo en 1905, y José, nacido
el 6 de enero de 1911, lograrían jugar en la primera división del club
Lanús. En 1924, con apenas diecinueve años y en la posición de
centro-half, Carlos Martín Volante debutó en la primera granate, cuya divisa
defendería en once oportunidades hasta 1926, cuando iniciará un largo periplo
sobre el que volveremos más adelante. El menor de sus hermanos, José Norberto, hizo
su presentación en Primera en 1928 jugando en la misma posición que Carlos pero
dos años después de su partida. Ambos hermanos, uno para Lanús y el otro para
Platense, disputaron el domingo 24 de marzo de 1929 el histórico primer cotejo
oficial en la nueva cancha de Arias y Acha -allí donde hoy se levanta la
imponente Fortaleza- ubicada a
En la década del 20, Villa General Paz estaba en pleno
crecimiento pero aún a medio poblar, se vivía a ritmo campestre y todos los
vecinos se conocían entre sí. Todavía los clubes se nutrían de futbolistas de
la zona, y si bien era común que un jugador de notable calidad y enormes
perspectivas como Carlos Volante fuera transferido a un equipo más grande, algo
que además era inevitable, en aquellos jugadores del amateurismo todavía
reinaba el amor por los colores. En el caso de Carlos, la colimba lo había sacado del fútbol durante el 25 y el 26, recién
pudo retornar en el 27 jugando para el desaparecido club General San Martín. Su
partida de Lanús se debió a que durante la conscripción engordó más de 15
kilos, por lo que perdió su lugar entre los once, y después de tanto tiempo sin
jugar prefirió emigrar. En el 28 pasó a Platense y se consolidó como gran jugador,
a punto tal que fue convocado a la Selección Nacional
que se preparaba para disputar el Mundial de 1930.
Vistiendo la casaca marrón, el histórico 24 de marzo de
1929 tenía que enfrentar al club de su barrio, de su familia y sus amigos, en
el que a punto había estado de ser campeón como capitán de la división de
reserva en 1923, y en el que había debutado en primera en octubre del 24. En el
equipo Granate, que inauguraba su nuevo estadio, jugaba su hermano menor, que
además ocupaba el mismo puesto que él había dejado al partir. El enfrentamiento
entre los hermanos Volante fue la comidilla previa de una tarde de por sí muy
esperada en el pueblo de Lanús, porque el nuevo estadio era mucho más cercano
al centro comercial. Según cuenta el historiador Néstor Daniel Bova en su
trabajo “97 íconos de la historia granate” y ratifica el Sr. Carlos Pezzani,
sobrino de ambos futbolistas, se decía que Carlos no quería jugar y rápidamente
el chimento llegó a oídos de la
severa doña Luisa. La madre juntó a los hermanos y ordenó que ambos sean de la
partida en su nuevo idioma, un esforzado cocoliche, augurando “que gane el ma’ mecor”.
Por aquellos tiempos, una orden de la madre no se discutía, ni siquiera siendo
un jugador de selección.
Cualquiera fuera su actuación, Carlos Volante sabía lo que
le esperaba. Apenas iniciado el juego acusó una lesión que según sus palabras “fue una paralítica que me durmió el muslo y
me impidió correr con normalidad”. Como era de esperar, ante la mirada
celeste de la madre de ambos, siempre presente cuando jugaba el Grana, lo
chiflaron de los cuatro costados: los hinchas locales por haberse ido, y los de
Platense por no haber dejado todo en pos de la victoria. El Grana se impuso por
5 a 2 y
según cuentan los memoriosos, doña Luisa sonreía contenta. Tenía tres motivos:
primero porque era fana de Lanús, segundo porque como granate nunca le perdonó
a su hijo mayor haberse ido del club. Y en tercer lugar porque su hijo
preferido, el menor y más querido por sus hermanos y el resto de la gran familia,
al finalizar el cotejo estaba siendo llevado en andas por los hinchas locales.
Al concluir el campeonato de ese año, mientras José Volante se consolidaba como
mediocampista central titular y gran promesa granate, Carlos Martín Volante era
transferido a San Lorenzo. A mediados del 30 pasó a Vélez Sarsfield, donde jugó
hasta su partida rumbo a Italia en 1931,
una de las primeras transferencias de criollos hacia el Viejo Mundo, para jugar
en el Nápoli, el mismo que mucho tiempo después tendrá como máximo ídolo a otro
argentino llamado Diego Maradona, nada menos
Más conocido como Pepe, José Norberto Volante disputó 53
partidos oficiales en la entidad sureña. En 1930, un choque con Luís Monti, el
consagrado futbolista de San Lorenzo y la Selección , troncó su carrera. Sufrió una fractura
de tibia y peroné de la que le costó recuperarse, pese a que continuó jugando un
año en Argentinos y luego tres más en Ferro Carril Oeste, en los que le tocó
enfrentar al club de sus amores en varias oportunidades. De ojos color del
cielo como sus seis hermanos, simpático, emprendedor y de probada honestidad,
Pepe Volante volvería al club Lanús en 1951 como entrenador del primer equipo
que retornaba a la máxima categoría después del controvertido descenso de l949,
cargo que aceptó con la condición de que fuera honorario, sin percibir
remuneración alguna, y que ocupó durante un año, hasta la contratación de
Roberto Sbarra. Por entonces el benjamín de la familia desarrollaba una exitosa
carrera empresarial como importador de válvulas industriales. Ocho años más
tarde, en los comicios del 27 de febrero de 1959, será electo presidente del
Club Atlético Lanús por la Cruzada Renovadora Granate, agrupación
emparentada con el peronismo, triunfo festejado con una multitudinaria marcha
por la calle José C. Paz, hoy 9 de julio, desde la estación hasta la sede
social que aun pervive en el Nº 1660 de esa arteria. Por largos años -hasta que
Carlos Babington arribó a la presidencia de Huracán- Pepe Volante fue el único
jugador, luego técnico y más tarde presidente que cumplió las tres funciones en
una misma institución de la primera división, aunque mantiene la exclusividad
de ser el único que además enfrentó a su club como futbolista de un equipo
rival. Con ese privilegio se fue de este mundo en 1997 dejando un recuerdo
inolvidable en quienes lo conocieron.
(Continuará)