por Omar Dalponte
omardalponte@gmail.comPasaron las elecciones. Ganó el macrismo. Perdió el kirchnerismo. Muchos quedamos con bronca. Otros muchos, festejan. Es el juego de la democracia y hay que aceptar la decisión del pueblo. Aunque podíamos haberla peleado un poquito más y no apresurarnos a “reconocer” la derrota. Los resultados de la provincia de Córdoba son altamente sospechosos. Ahora, ante los hechos consumados, el ex oficialismo debe hacer el traspaso de los gobiernos perdidos y de todas las áreas de gestión con total prolijidad y con la máxima disposición para que quienes lleguen puedan gobernar lo mejor que sepan, puedan y quieran. Los peronistas, en estos y en tantos otros casos, debemos tener muy presente aquello de “primero la Patria, después el Movimiento y por último los hombres” (Octava verdad peronista) Admitimos la derrota pero no felicitamos a quienes votaron por el neoliberalismo porque estamos plenamente convencidos de que con ese voto (en su mayoría cargado de odio) han optado a favor de una
parcialidad totalmente opuesta al modelo político, social y económico mediante el cual fue posible obtener, en los últimos doce años, innumerables conquistas, sacar al país de la miseria y de la dependencia y colocarlo en un lugar destacado a nivel mundial. Para los neoliberales argentinos, herederos y continuadores del viejo conservadurismo, su oráculo obligado es la embajada de Estados Unidos. A partir de ahora, los grupos concentrados de la economía y de las finanzas serán quienes moverán las palancas. Es decir: el poder real determinará las políticas a cumplir y trazará los rumbos futuros. Algunos de los representantes de esos poderosos grupos hoy forman en las filas del gobierno macrista.
Se perdió, es verdad. También es verdad que nos apresuramos en entregamos mansamente. De todas maneras, en el kirchnerismo en general y en el peronismo en particular no debe pensarse que esta derrota fue una hecatombe ni mucho menos. Sin dudas el revés sufrido es muy serio. Pero esto no es el final de nada sino el comienzo de una nueva etapa que el Movimiento Nacional y Popular tiene que enfrentar con grandeza y templanza, con fuerza y mucha inteligencia. Primero, con las dudas del caso, hay que tener en cuenta que el Frente para la Victoria no perdió por paliza sino por un margen muy estrecho y que el poder que conserva el peronismo es mucho. Lo segundo, dentro de nuestro espacio, entre compañeros, es preciso cuidar mucho los gestos y las palabras porque sobre los agravios no es posible edificar nada positivo. El que lucha contra un compañero es que se ha pasado al bando contrario. (Perón citando a Mao Tse Tung)
Es imprescindible dar paso a todas las opiniones y promover la participación de todos aquellos que deseen expresar sus ideas y sus pensamientos. Promover la participación de todos significa terminar con la hora de los monólogos. No es cuestión de que decenas nos reunamos a escuchar a un compañero sino que todos tengamos la posibilidad de opinar, proponer y producir hechos colectivamente. “El peronista trabaja para el Movimiento. El que en su nombre sirve a un círculo o a un caudillo; lo es sólo de nombre” (Tercera verdad peronista) No ha sido por casualidad o por una maldición divina que perdimos esta importante elección. Hemos sido derrotados más por nuestras falencias que por las virtudes de los adversarios. Aquí hay cosas que corregir, pero esas correcciones hay que realizarlas sin producir divisiones ni golpeando a nuestros compañeros. “Para un peronista no puede haber nada mejor que otro peronista” (Sexta verdad peronista).
Empezamos a transitar un camino largo, lleno de adversidades pero por eso mismo apasionante, pues el cuadro de situación posterior al 22 de noviembre desafía nuestro orgullo de patriotas y a nuestras convicciones anticolonialistas. No es cuestión de ponerse a llorar como pusilánimes. Ahora somos oposición y debemos demostrar cómo somos los peronistas cuando tenemos que poner lo que hay que poner en defensa de nuestras banderas históricas. No hay que hablar de resistencia. Proponemos una contraofensiva democrática basada en propuestas políticas, económicas y culturales. Es momento de convocar Cabildos Abiertos, de formar cuadros políticos, de movilizar a las bases para que no nos roben las conquistas alcanzadas. Es necesario demostrar que no es fácil vencernos, que no nos han vencido. Nuestros jóvenes que en los patios de la Casa de Gobierno gritaron hasta el cansancio que allí estaban los pibes para la liberación deben reafirmar esa promesa y aguantar con el cuerpo lo que se dijo con la lengua. Los que venimos de lejos en la militancia y en la vida estamos dispuestos a dejar hasta nuestro último aliento para evitar que se convierta la Patria en colonia. Y esto no lo decimos de la boca para afuera. Nuestra trayectoria es muy clara y conocida. Quienes nos conocen saben de lo que somos capaces.
(*) De Iniciativa Socialista