por Omar Dalponte
omardalponte@gmail.comHay que tener mucho cuidado con lo que se dice y con lo que se hace. Como consecuencia del resultado electoral del 25 de noviembre, la aguja, en el damero político argentino, giró de 0 a 180 grados con la velocidad del rayo. En un suspiro pasamos del calor al frío y está muy claro que en el peronismo kirchnerista, teniendo en cuenta las excepciones, el mal trago produjo desconcierto, desazón, bronca y, no en poca medida, lo que habitualmente ocurre en ciertas organizaciones cuándo se padece el latigazo de una derrota: deseos de buscar culpables adentro del movimiento.
Pero por fortuna no somos pocos los que, conociendo de sobra los efectos que causan los traspiés electorales en el Peronismo (internas del Justicialismo en agosto de 1983, derrota en 1983 cuando triunfó Alfonsín, y los sacudones de 2009 y 2013) pretendemos arrimar una cuota de serenidad e intentamos abonar elementos que contribuyan a un análisis profundo de la actualidad sin agravios que causen heridas difíciles de curar. En principio insistimos en que la
derrota fue dura pero la diferencia entre quienes ganaron y quienes perdimos fue muy escasa. Esta realidad permitió que hayamos conservado una porción de poder nada despreciable en muchas provincias, en importantes municipios, y en ambas cámaras del Congreso Nacional. Por lo tanto contamos con una base muy considerable desde la cual es absolutamente posible relanzar una vigorosa acción política hacia el futuro.
Lo necesario y primordial es hacer un esfuerzo mayúsculo por conservar la unidad del espacio y hacer un llamamiento amplio a todos los peronistas, incluidos aquellos que por una u otra razón expresaron sus diferencias con el kirchnerismo pero que también definieron oponerse electoralmente al macrismo. Es muy positivo que en el movimiento obrero organizado se estén dando pasos para unificar a la Confederación General del Trabajo; este es un ejemplo que hay que apoyar e imitar en el plano de la política partidaria. También, en el tiempo que falta hasta el mes de mayo es imprescindible trabajar por el fortalecimiento del Partido Justicialista proponiendo a las nuevas conducciones para los distritos municipales, las provincias y en el orden nacional. Así como las derrotas electorales producen conflictos internos y efectos negativos también instalan elementos positivos porque en gran medida permiten igualdad en la militancia. No quedan paradas de la misma manera, frente a las bases, las dirigencias que triunfaron con comodidad que aquellas que fueron superadas y dejaron caer tradicionales bastiones peronistas. Los que ganaron conservan todo su prestigio y su capacidad de liderazgo. Los que perdieron deben comprender que no han sabido llevar al triunfo a su parcialidad y por lo tanto, con humildad, deben resignarse a barajar y dar de nuevo en un pie de igualdad con el conjunto de los compañeros. También hay que diferenciar entre quienes, teniendo importantes respaldos perdieron ampliamente y compañeros cómo Daniel Scioli que, con un esfuerzo sobrehumano, logró casi un empate en los resultados. Estas cosas, dentro del espacio deben discutirse teniendo en cuenta las opiniones de las bases. No es tiempo de monólogos. Es tiempo de discusiones colectivas donde cada quien esté dispuesto a asumir responsabilidades. Se abre una etapa en que no son pocos los que habrán de comprender que la soberbia es mala consejera. Algunas cosas deben leerse con atención después del severo tropiezo electoral: es la primera vez que la derecha política consigue llegar al poder, con organización propia, mediante el voto popular. Con Menem, la UCD de los Alsogaray y compañía lo había hecho montada en el “justicialismo” menemista. Es la primera vez que una presidente –Cristina- concluye sus mandatos con una elevada imagen siendo despedida por una excepcional concentración de miles y miles de personas que superó en cantidad, por lejos, otros actos populares. Gran diferencia con las retiradas de Alfonsín, Menem, De la Rúa y Duhalde. Respecto a esta enorme adhesión y capacidad de movilización popular el macrismo debería tomar nota. También es la primera vez que un gobierno –el de Macri- es repudiado en actos públicos masivos a pocos días de haber asumido. Nunca antes, por lo menos hasta donde llega la memoria de este cronista, ocurrieron movilizaciones como éstas convocadas por integrantes del Parlamento Nacional. Nunca antes, tan rápidamente, se notó un fuerte arrepentimiento (como se nota ahora, principalmente entre muchos que votaron con bronca y no por razonamiento) por haber respaldado electoralmente a un gobierno que ya perciben como su verdugo.
En la medida que vaya pasando la sorpresa y el dolor por la derrota electoral irán surgiendo formas de organización en todo el abanico opositor que, probablemente, también sean novedosas. Sin dudas hay palabras y decisiones que se esperan con ansiedad. ¿Qué dirá y como procederá Cristina Fernández en los meses venideros? ¿Cuáles serán los pasos que dará Daniel Scioli quien, sin dudas, luego de su muy honrosa derrota, principalmente dentro del Peronismo, se ha ganado el respeto de tirios y troyanos? Por algunos hechos muy concretos la contraofensiva democrática del kirchnerismo peronista basada en propuestas políticas, económicas y culturales parece estar en marcha.
(*) De Iniciativa Socialista