por Marcelo Calvente
El comienzo en junio de 2012 fue mas que alentador, y el segundo semestre
de 2013 el
punto mas alto de su equipo. Ganó
No me
guío por trascendidos sobre una intimidad en el seno del plantel, algo que
desconozco. Le apunto siempre al juego del equipo. Al hecho de que los errores tácticos
que comete son siempre los mismos, desacoples perfectamente identificables en
los videos de cualquier partido, falencias inexplicables pero muy arraigadas que
están por cumplir dos años de vida sin que nada cambie. No quiero aburrir con
la cantinela de siempre del equipo largo, trato de aportar nuevos indicios:
defensores que hacen control de pelota alineados en la puerta del área para
terminar revoleándola a campo rival a dividir, delanteros que no bajan para
acompañar el retroceso alocado de las otras dos líneas, volantes en inferioridad
numérica, siempre distantes entre sí, que abandonan permanente sus marcas y corren
desesperadamente hacia atrás para agruparse junto a sus compañeros en el área
chica, laterales obligados a atravesar distancias imposibles, y siguen las
firmas. No es Guillermo quien me tiene cansado, es el insólito juego del equipo
que él dirige -que también es mi equipo, el tuyo y el de la hija del fletero- y
que tiene plantel y cantera como para jugar mejor.
De la larga lista de objetivos ambiciosos que resignó Lanús desde aquel zapatazo
escalofriante hasta la fecha, solo uno sigue en pie: la esquiva Copa Argentina.
El Grana esta a dos partidos de conseguirla. El problema es que el primero de
esos partidos es contra Boca, y en caso de superarlo, enfrentará en la final a
Racing o Central, tres equipos que están un escalón arriba. En el futbol no hay
imposibles, es sabido, pero los milagros se dan cada vez menos seguido. Lanús
quedó eliminado de la
Copa Sudamericana a manos de Defensor de Montevideo por
penales, un equipo que en la argentina pelearía por no descender, y además quedó
muy lejos de la
Liguilla Pre-Libertadores. La Copa Argentina es
la última carta que le queda por jugar, y la mano no viene nada sencilla. El
premio consuelo es la clasificación entre los 12 equipos que jugarán la Liguilla Pre-Sudamericana
2016, del 7º al 19º del actual torneo, que seguramente conseguirá.
En los meses que nos separan de diciembre de 2015, los dirigentes de
todas las agrupaciones deberán decidir la continuidad o no de una unidad
política que está muy debilitada. Serán horas de balance de gestión y de
autocrítica. De dar explicaciones y asumir las culpas correspondientes por las cosas
que sucedieron en el tan esperado año del centenario. El objetivo de todos debe
ser la recuperación de la unidad por encima de cualquier apetencia personal y para
eso es imprescindible una profunda renovación dirigencial. En medio de tan
relevante instancia, alguien deberá decidir sobre la renovación o no de un
cuerpo técnico que pintaba para mucho más, hasta que el 8 de mayo de 2014 el
diablo metió la cola, clavó el balón en el ángulo izquierdo de Agustín
Marchesín y todo empezó a derrumbarse.