por Alejandro Chitrángulo
La primavera es la estación de las flores, del amor…y de las alergias. El aire se llena de sustancias extrañas para nuestro sistema detector inmunológico, aparecen: polvo, polen, pelos, parásitos de animales, insectos que se activan con el calor, y lo peor de todo “la polución ambiental de cada día”. La presencia de tantas partículas en el aire provoca que millones de personas sufran, con mayor o menor severidad de irritación de las vías respiratorias y congestión ocular.
Las tres principales afecciones que se acentúan con la temporada primaveral, son la rinitis alérgica (que afecta sobre todo a las fosas nasales y la garganta), la conjuntivitis alérgica (que produce irritación en los ojos) y el asma alérgica (que ataca a los bronquios y dificulta la respiración). Es frecuente que algunas personas padezcan los tres tipos de alergia al mismo tiempo, con la consecuente merma de su calidad de vida. Uno de los responsables de estas enfermedades es el polen de las plantas, que al ser inhalado por el
organismo provoca un rechazo exagerado, con síntomas de irritación, congestión e inflamación.
Qué hacer para minimizar las alergias de temporada
Tomando una serie de medidas se logra reducir la exposición al polen y otros alérgenos y así minimizar su impacto y efecto sobre las personas alérgicas. Lo primero es conocer al enemigo. Distintos tipos de polen provocan reacciones alérgicas en diferentes personas. No todos disparan las mismas reacciones en cada organismo. Los estudios médicos realizados por los alergistas les servirán para conocer a qué tipo de polen (u otros agentes) son alérgicos, para saber evitarlos cuando se presenten.
Una buena medida precautoria es controlar los horarios. La mayor producción de polen tiene lugar entre las cinco y las diez de la mañana, por lo que es mejor evitar las salidas al aire libre en esos horarios. Los días secos y ventosos dispersan el polen y son los más críticos para los alérgicos; en esos días, es mejor permanecer en casa o al menos en lugares cerrados. Pr el contrario, en los días húmedos, sobre todo después de una lluvia, el agua lava y elimina los rastros de polen del aire, trayendo alivio y mejorando la respiración. Así que lo mejor es tomar previsiones antes de realizar cualquier actividad a la intemperie.
En caso de realizar actividades al aire libre (especialmente en el jardín), un simple barbijo servirá para evitar la inhalación de polen y retrasar la aparición de alergias.
Otra medida que previene las alergias es el cambio de ropas varias veces al día permitiendo mantener alejados los alérgenos que se adhieren a las telas. Por el mismo motivo, es conveniente no secar la ropa al sol, para que las partí culas de polen no se impregnen. Como complemento de la recomendación anterior podemos agregar bañarse con frecuencia, una ducha refrescante y un lavado de cabello todas las noches servirán para eliminar todo rastro de alérgenos del cuerpo y descansar mejor.
Mantener la casa limpia
En los hogares, limpiar los pisos con agua para que la humedad mantenga el polen en el suelo y no se disperse por el aire; limpiar con frecuencia las cortinas y aberturas por donde ingrese aire del exterior y utilizar equipos de aire acondicionado con sistemas de filtrado de polvo (que deberán conservarse limpios y en condiciones). Dejar las ventanas cerradas cuando el viento sople hacia el interior de la habitación. Utilizar la aspiradora en vez de escobas o plumeros.
Siempre se debe consultar al médico. Existen remedios con efecto antihistamínico muy efectivos (muchos de ellos de venta libre) pero es mejor que sean recetados y controlados por un especialista que proporcione la mejor medicación para cada tipo específico de paciente.