Informe Económico Semanal del Banco Ciudad
Esta semana, se profundizó el proceso de dolarización de carteras que siguió al vendaval desatado tras la devaluación china. El “dólar blue” quebró cómodamente la barrera de los $15,50, a la vez que el “dólar bolsa” y el “contado con liquidación” continuaron con su tendencia alcista, situándose la brecha cambiaria en niveles entre el 45% y casi el 70%, deacuerdo al tipo de cambio tomado como referencia.
Ahora bien, en los últimos días, las tensiones cambiarias pasaron a estar vinculadas tanto al deterioro del escenario externo, como a debilidades propias del frente interno. Desde el propio oficialismo se salió a cuestionar la posibilidad de un levantamiento del “cepo cambiario” en el corto plazo, ante la falta de dólares que presentaría la autoridad monetaria para enfrentar la potencial demanda de divisas bajo las actuales condiciones de autarquía financiera. Estas declaraciones volvieron a poner sobre el tapete el verdadero poder de fuego con el que cuenta el Banco Central, posándose la lupa sobre las reservas “netas” de las que dispone la autoridad monetaria.
La discusión dejó al desnudo el problema de la disponibilidad de dólares que enfrenta la economía local, ante la virtual desaparición del superávit comercial (asociada al derrumbe del precio de la soja, la recesión en Brasil y los disruptivos efectos del retraso del tipo de cambio oficial sobre las economías regionales), sumada a la compra de divisas de la clase media, ya sea para ahorro o turismo, que implica un drenaje de reservas que tiende a consolidarse en niveles superiores a los USD 700 millones mensuales (equivalentes a USD 8.500 millones anuales).
Este esquema resulta claramente insostenible, aún con el “cepo” sobre las importaciones y el giro de utilidades y dividendos al exterior funcionando a pleno. Si bien esta creciente falta de dólares viene siendo maquillada, hasta ahora, con la activación del swap con China (que ya suma cerca de USD 9.000 millones sobre un cupo total de USD 11.000 millones, manteniendo las reservas internacionales estables cerca de los USD 33.000 millones), si se descuentan estos préstamos de corto plazo, junto con otros conceptos similares y los encajes correspondientes a los depósitos en dólares en el sistema financiero doméstico, las verdaderas divisas de las que dispone la autoridad monetaria se situarían en valores cercanos a los USD 13.000 millones. Ello plantea un escenario que comienza a impacientar a los agentes económicos, que buscan cobertura en moneda dura, máxime cuando el Banco Central está vendiendo más de USD 100 millones diarios, recién al inicio de la “temporada baja” de ingreso de divisas del campo y la “temporada alta” de inyección de pesos para asistir al fisco, y cuando aún resta afrontar el pago del BODEN 2015 en el mes de octubre por USD 6.500 millones.
Por otro lado, si bien la estrategia de aguantar hasta las elecciones sin grandes sobresaltos en el tipo de cambio oficial viene ayudando a mantener la inflación en niveles del 25%, todavía elevados pero inferiores a los picos del 40% del año pasado, sus retornos en términos de reactivación del consumo y sostenimiento del nivel de actividad vienen siendo decrecientes. Frente a la esperable incertidumbre pre-electoral, parte de la mejora en el poder de compra viendo siendo dirigida a la adquisición de dólares, ya sea en el mercado formal como informal, en lugar de dirigirse masivamente al consumo de bienes y servicios. En paralelo, la apreciación del tipo de cambio real viene haciendo estragos sobre las economías regionales y otros sectores transables como los exportadores de servicios, manteniendo a la economía entrampada en un escenario estanflacionario.
Según datos de Ferreres, la actividad económica retrocedió 1,6% mensual en julio, con un alza de sólo el 0,4% interanual (i.a.), luego del crecimiento experimentado en junio (3,6% i.a.) y en promedio en el segundo trimestre (1%). Este último estuvo sostenido, en buena parte, en la producción récord de soja, un efecto que ya comenzó a diluirse a medida que la cosecha gruesa va quedando atrás y el sector agrícola pierde impulso.
En tanto, en el mercado laboral, de momento, las estadísticas oficiales no capturan un deterioro, sino incluso una ligera baja de la tasa de desempleo, hasta niveles del 6,6%. Aunque esta mejora sigue descansando en una disminución de la población que busca activamente un empleo (que alcanzó su menor nivel de los últimos 12 años en el segundo trimestre), sin la cual la tasa de desocupación se situaría en valores más cercanos al 10%.
En resumen, el tercer trimestre comenzó con el pie izquierdo en materia del nivel de actividad, a la par de la creciente incertidumbre externa e interna, reflejada en una mayor volatilidad cambiaria, escenario que creemos que se irá profundizando a medida que nos acerquemos a las elecciones del próximo 25 de octubre.