por Omar Dalponte*
omardalponte@gmail.comEn las elecciones Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) al peronismo kirchenrista y sus aliados le fue bien. Ganó en casi todo el país. Por lo tanto estamos serenamente satisfechos. Este triunfo que, probablemente, sea más amplio en el mes de octubre, debe comprometernos a trabajar más y mejor para el futuro de los argentinos. Unos ganaron y otros perdieron, pero las elecciones pasan y la vida continúa. Por eso hay que ser muy medidos en lo que decimos y en cómo procedemos porque los adversarios de hoy (algunos) pueden ser, mañana, necesarios como aliados. En las victorias, como en todas las cosas de la vida, la soberbia siempre es mala consejera. Uno supone que de esto algo sabrán los macristas de la ciudad de Buenos Aires quienes, recientemente, mientras cantaban y bailaban en medio de globitos de colores recibieron una sorpresa mayúscula cuándo Martín Losteau casi se les queda con el santo y la limosna.
El peronismo, ahora en su versión kirchnerista, es una fuerza política de enorme importancia.
Podemos decir que es la fuerza política numéricamente más importante del país, con mayor poder de movilización. Algunos han dicho –creemos que acertadamente- que el kirchnerismo es el peronismo del siglo veintiuno. Su poderío, y la confianza que depositan en él millones de personas, lo obliga a pronunciarse y actuar responsablemente en razón de que sus posibilidades de seguir gobernando son verdaderamente ciertas. En política, cuánto más grande es la organización y más cerca se halla del poder es preferible que actúe con prudencia pues si se exagera con las promesas, y no se cumple, los costos a pagar suelen ser enormes.
La elección primaria sin duda ha sido la encuesta más creíble. La cantidad de votos recibida por cada una de las organizaciones que compitieron indica con claridad cuál ha sido la preferencia de los votantes y habrá que ver como siguen las cosas. Ahora se abre una etapa en que el kirchnerismo debe ser amplio en las convocatorias y generoso en los ofrecimientos. Aún en los lugares donde su continuidad o su instalación están aseguradas.
De acuerdo a los resultados, muchas intendencias y no pocas gobernaciones ya se sabe en qué manos quedarán. En otras la cuestión se resolverá en el mes de octubre. Salvo para la presidencia de la Nación, en los demás rubros no habrá segunda vuelta. El que obtenga un solo voto más que sus oponentes ganará y no habrá más nada que agregar. Terminada la jornada del 9 de agosto los porcentajes que separan al Frente para la Victoria de sus opositores son importantes y significan muchos miles de votos de diferencia. Difícilmente millones de personas, en su totalidad, cambien de opinión en setenta días, salvo algún acontecimiento extraordinario, de características inimaginables. De manera que a la oposición –suponemos- le resultará verdaderamente difícil descontar algunas ventajas como la que obtuvo la fórmula Fernández -Sabatella en la provincia de Buenos Aires. Según avezados analistas, todo parece indicar que esta fórmula sumaría más votos y acrecentaría su superioridad. Pero convengamos que en política todo es posible y hay cuestiones que escapan a la voluntad y a los deseos personales o de grupos interesados. Hasta hace poco, en la provincia de Santa Fe parecía que el peronismo kirchnerista y sus aliados no tendrían chances. En las PASO el Frente para la Victoria, con Omar Perotti a la cabeza, se impuso sobre el PRO y el Socialismo. En Lanús no fueron pocos los que esperaban, con tenedor y cuchillo en mano, que sirvieran en bandeja a Díaz Pérez para deglutirlo. El intendente ganó en la Tercera Sección Electoral y ya podemos afirmar que será senador provincial. Aquí mismo, en medios locales aparecieron, no hace mucho tiempo, encuestas tan mentirosas que hoy, frente a la realidad electoral causan risa. Julián Álvarez ha sido quien cosechó mayor cantidad de sufragios. Este columnista ha guardado prolijamente en su archivo aquellas encuestas para una posible antología de disparates periodísticos e infantilismos políticos .
En pocos días el pueblo decidirá parte del futuro argentino. Y aquí, como decía la abuela, nadie tiene la vaca atada. Lo importante es enriquecer la vida democrática con humildad, prudencia y respeto. Algo que no hacen ciertas voces destempladas. Algo que no han tenido intención de practicar “encuestadores” insidiosos.
(*) De Iniciativa Socialista