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lunes, 3 de agosto de 2015

¿Cómo seguirá la película después de octubre?

por Omar Dalponte*

omardalponte@gmail.com   



En pocos días hablará el pueblo  a través de las urnas. Las elecciones Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (P.A.S.O)  -logro mayúsculo del kirchnerismo-  darán una primera aproximación a lo que puede ocurrir en octubre. Después, concluido el año electoral habrá que continuar pensado en el futuro de nuestro país y trabajando por él. El próximo domingo quedarán disipadas muchas dudas. Seguramente surgirán, con toda nitidez, una buena cantidad de respuestas a las innumerables preguntas que hoy nos hacemos quienes nos interesamos por los temas políticos. Uno supone que ante los resultados de agosto y de octubre, la dirigencia política, en todos los niveles, debería abrir un debate y tomar decisiones respecto al rol de los partidos sobre cuyo funcionamiento, el artículo N° 38 de la Constitución Nacional es absolutamente claro:
“Los partidos políticos son instituciones fundamentales del sistema democrático.
Su creación y el ejercicio de sus actividades son libres dentro del respeto a esta Constitución,
la que garantiza su organización y funcionamiento democráticos, la representación de las minorías, la competencia para la postulación de candidatos a cargos públicos electivos, el acceso a la información pública y la difusión de sus ideas. El Estado contribuye al sostenimiento económico de sus actividades y de la capacitación de sus dirigentes. Los partidos políticos deberán dar publicidad del origen y destino de sus fondos y patrimonio”.
Primero habría que comprobar si lo que determina esta disposición  constitucional se cumple en todos sus términos. En verdad no son pocas las dudas que tenemos de que así sea.
Por otra parte nos sentimos tentados a reflexionar un poco frente a la realidad que tenemos a la vista: un mosaico multicolor de grandes, medianas y pequeñas  organizaciones políticas que, con posibilidades ciertas o muy alejadas de ellas pretenden conducir a la Argentina.
Por el lado del kirchnerismo, cuyo componente principal es el peronismo y su representación electoral el Frente para la Victoria, prevaleció el sentido común y se decidió, acertadamente, encontrar los medios para cuidar a la gallina de los huevos de oro. Sin dudas primó el buen criterio por alcanzar niveles de unidad posibles y esto quedó demostrado tanto  en la composición de la fórmula presidencial como en diferentes acuerdos municipales y provinciales. Lanús fue un claro ejemplo: en un escenario de fuerzas parejas de dos fracciones se privilegió la unidad evitando caer en enfrentamientos internos que nos hubiesen conducido a peleas y resentimientos sin sentido. 
Pasadas las elecciones, si el triunfo acompaña a Daniel Scioli, intuimos que crecerá la voluntad por encontrar comunes denominadores. Algunas señales ha dado el candidato del FpV quien  ha expresado,  más de una vez,  su deseo de facilitar el retorno de tantos que se dicen peronistas y habitan en diferentes encuadramientos políticos y sociales. Sería una excelente decisión - para fortalecer a esta gran porción del Movimiento Nacional que es el Peronismo kirchnerista-   trabajar por la unidad de la  CGT y del Partido Justicialista.  
En el Frente Cambiemos, donde se  ha conseguido reunir a la derecha macrista con el radicalismo conservador y los delirios de la Dra. Carrió, nada hace presumir un futuro armonioso. Si en medio de la campaña se advierten estridencias no menores, en un marco de victoria dentro del cual habría que compartir el poder, o en caso de derrota cuando  los pases de factura casi siempre son inevitables, el estallido de este espacio sería, según algunos avezados analistas, ineludible. Estas mismas voces aseguran que con la  intervención de  economistas como Espert, Broda y Melconián los incendios de los años 2000 y 2001 estarían garantizados.
Muy pronto el Frente Renovador que lidera Sergio Massa tendrá la oportunidad de consolidarse como  fuerza política o iniciará su marcha hacia territorios desérticos. Depende de cómo le vaya el domingo próximo.
Lo demás, el archipiélago de agrupaciones alejadas de la realidad y de la gente, recibirá una vez más las migajas que hayan quedado sobre la mesa el día de las elecciones.  Para colmo, seguramente, esas migajas no alcanzarán para todos. Vestirse con  ropaje progresista o  de “izquierda” y practicar un antikirchnerismo duro con discursos de derecha, funcionales al neoliberalismo, difícilmente reporte algún beneficio. Lástima, pues en la Argentina, y en cualquier parte del mundo, una fuerza de izquierda inteligente, sólida, con peso electoral propio es absolutamente necesaria. Aquí, desgraciadamente, en este club de minorías cada quien sigue regando su maceta y mirándose el ombligo.
Si las distintas corrientes ideológicas, de izquierda y de derecha, asumieran con grandeza las responsabilidades que exige este momento y decidieran ofrecer alternativas serias que generen confianza en el marco de lo dispuesto por la Constitución y de los anhelos populares otra sería la valoración que el pueblo haría respecto a los actores políticos.  Más adelante veremos quien acierta y quien no.   
   (*) Miembro de Iniciativa Socialista