por Marta Santos
¡Cuánto daño hace la mentira! Todos hemos dicho alguna vez una mentirita: “Mamá, yo no fui”; ”la culpa la tuvo Juancito”… y cosas similares. ¿Es el instinto de autoprotección el factor desencadenante de la mentira? ¿Ese instinto casi animal de no reconocer errores para no hacernos responsables de nuestros dichos y actos?Es difícil y doloroso decir siempre la verdad porque trae consecuencias. Pero sin embargo es satisfactorio para con uno mismo. Y marca que el que dice la verdad respeta a los demás y se respeta a sí mismo. Pero somos una sociedad empapada en mentiras y engaños que acepta el hábito como algo normal en la naturaleza humana. Sin
embargo, cuando hablamos de los niños más chiquitos y manifestamos que “son crueles”, no pensamos que ellos dicen lo que ven, lo que sienten, con total naturalidad y sin tapujos. No nacemos mentirosos, nos hacemos.
Por diplomacia, por conveniencia, a veces por no herir inútilmente a quienes amamos o porque nos acarrearía un rencor inusitado en alguien que no nos quiere demasiado. Nos hemos acostumbrado a mentir y a ser receptores de las mentiras de los demás. Entonces: ¿cómo hacemos para distinguir entre tanto político suelto al que nos dice la verdad? Desde el conocido dicho de un presidente: “Si decía la verdad no me votaba nadie”, que fue un sincericidio individual, la frase reflejó una realidad colectiva.
Y llegamos al día de hoy preguntándonos cuál será el candidato que nos está diciendo la verdad. Porque de una vez por todas tenemos que empezar a juzgar la calidad de sus promesas y la posibilidad de que las hagan realidad. Nos gusta lo que Mengano o Fulano nos propone y allí vamos. Pero… ¿cuál es el candidato más creíble? ¿El que nos dice lo que queremos escuchar o el que plantea que no se puede? ¿El que manifieste que “lo va a intentar aunque lleve tiempo” o el que asegure que “lo voy a hacer” sin explicar cómo ni con quién?
Desde hace años nos llenan de promesas, nos cuentan realidades que no existen, nos engañan con obras públicas inauguradas tres o cuatro veces, que no avanzan ni un milímetro y con acciones cuya intención no es la que manifiestan y que se pueden evaluar en los resultados. Nos distraen con la creación de nuevos organismos, secretarías, departamentos a los que les ponen nombres interminables que no sabemos lo que significan y que no tienen ningún objeto real ni resuelven los problemas de la gente, cuando se supone que fueron creados para eso.
Nos invaden funcionarios sin funciones, personajes ineficientes, inhallables o de mal trato para el vecino. Los avatares de la política partidaria hace que los que deban servir no nos sirvan, preocupados por el devenir de su sector. Nos mienten, nos engañan, se burlan de nosotros. Un solo ejemplo: vayan a cualquier dependencia municipal a preguntar por la resolución del expediente que presentaron y si logran saber algo de él que sea un poco más que “está en tal oficina” les canto el aleluya… Los trámites son interminables y muchas veces terminan en la esperanza de que usted se olvide de él y no reclame más… Incluyo al Concejo Deliberante local en esta consideración.
En las PASO de mañana deberemos seleccionar entre los partidos políticos que proponen varios pre candidatos –recordemos que no todos lo hacen- . ¿Cuáles serán los que van a la general? Esta selección previa a la elección, le dará a cada uno de ellos una muestra de los barrios, de los sectores, que aceptan su propuesta. Sabrán también dónde aún no han convencido al votante.
¿No será el momento de decirles también con el voto si les creemos o no?