por Alejandro Chitrángulo
Estamos en época de campaña política. Los medios periodísticos locales están llenos de promesas de candidatos y también de críticas a la gestión resaltando muchos detalles que fuera de campaña parecieran no se tan importantes, aunque en realidad si lo son.En esta nota específicamente me quiero referir a la basura. No hace falta ser un intelectual reconocido para darse cuenta que dependiendo de quién paga la nota los basurales o cada vez son más grandes y sucios o están siendo erradicados y cada vez está más limpios. Lo que si parece políticamente incorrecto es referirse a las malas costumbres de los vecinos.
Una breve recorrida por las calles de Lanus, demuestra que los vecinos tenemos muy malas costumbres con referencia a la responsabilidad que tenemos con nuestra basura. Ya sean
los envoltorios de golosinas, comprobantes de viajes, tickets y demas comprobantes de compra-venta, latas y botellitas de distintas bebidas, colillas de cigarrillos, folletos y volantes entregados en nuestras manos en la via publica y demas papelitos que se nos mientras vamos por la calle. En las veredas la cosa no cambia mucho, solo el tamaño de los desechos. En centros comerciales, algunos comerciantes desaprensivos barren la basura del interior de sus locales a la vereda esperando que el viento haga su trabajo, o sacan grandes bolsas y cajas vacias o lo que es peor llenas de basura que luego el reciclador cartonero vaciara en la calle para poder desarmar la caja y llevarse el preciado material. Todo esto pasa a cualquier hora.
En los barrios las costumbres no mejoran, casi no hay cuadra en todo el distrito libre de alguna montaña de escombros, ramas o basura no embolsable. Que el servicio de recolección es deficiente, que el barrendero no pasa, puede ser real, pero no es escusa para no pedir un volquete cuando encaramos una obra en casa o cuando pensamos limpiar el galponcito del fondo.
Luego llega el carrero, un oficio en franca expansión que se encarga, por unos pesos, de retirar esas montañas de mugre y llevarlas al basural más cercano y si este se encuentra muy lejos siempre se puede improvisar uno nuevo en la puerta de algún vecino abandonado que no corta el pasto, paredón de fábrica o esquina de plaza.
La responsabilidad del mensaje
Podemos discutir si un servicio de recolección es bueno Regular o malo, podemos criticar el desempeño del funcionario responsable encargado de turno, podemos criticar al intendente, al que se va y el que está por venir. Pero la realidad es que ninguno de estos personajes trae basura a la puerta de nuestras casas o basurales. Mal o bien, tarde o temprano, la barren, la retiran. Juntan más de 500 mil kilos diarios, que transportan a disposición final.
La verdadera responsabilidad de quines comunicamos o expresamos nuestro parecer en una columna en los medios, no es hacer campaña por candidatos, tampoco es solamente criticar o evitar hablar mal de las malas costumbres de los vecinos, porque es políticamente incorrecto y no suma a nuestro éxito. La responsabilidad es mostrar que algo estamos haciendo mal, que el espacio público, la calle es de todos y mantenerlo limpio también es nuestro trabajo. “Dicen que la ciudad más limpia no es la que más se limpia sino la que menos se ensucia”.
Sin importar el color político de quién le toca gobernar, mantener limpia nuestra casa grande, nuestro Lanús es prioridad. Fomentar conciencia y el cambio de conductas es la tarea a emprender, realmente me cuesta creer que la solución está en la represión de la multa aplicada al sucio. La conciencia no se debe generar solo por miedo al castigo. Educar y concientizar no es sólo la terea de las maestras en las escuelas, todos, desde los medios, desde el boca a boca en el barrio, denunciando en las redes sociales, inculcando en los clubes y los trabajos podemos sumar conciencia de que una ciudad más limpia es posible y necesaria para vivir mejor.
Cuando logremos este cambio social seguramente también lograremos que los que juntan la basura pongan el máximo empeño al ver valorado su trabajo.