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martes, 21 de julio de 2015

La semana en pocas palabras

Informe Económico Semanal del Banco Ciudad

Esta semana las diferentes cotizaciones alternativas del dólar siguieron subiendo aceleradamente, impulsadas por los crecientes desequilibrios macroeconómicos así como por la mayor incertidumbre respecto a la futura política económica, donde la continuidad en la orientación de las mismas viene siendo percibida en forma muy negativa. Mientras el gobierno continúa, desde enero, con su política de depreciar el tipo de cambio un 1% por mes, en un intento por “anclar” el nivel general de precios, los agentes económicos muestran distintos signos de intentos de dolarizar su cartera de activos.
Así, sobre el final de la semana que culmina, el dólar “blue” alcanzó los $14,30, un aumento del 5,4% respecto a los valores de la semana previa, acumulando en un mes un 13,2% de depreciación. Mientras tanto el “dólar contado con liquidación” avanzó durante los últimos 7
días un 1,6%, alcanzando un 15% en un mes. De este modo, las brechas de ambos tipos de dólar respecto al oficial se ubicaron en un 56 y un 46% respectivamente (vs el 39 y 29% observados un mes antes).
Otra manifestación de estos comportamientos, fue la aceleración en las compras de “dólar ahorro” que alcanzaron en los primeros 10 días hábiles de julio USD 442 millones, un 53% más que en junio y un 29% mayores al pico máximo anterior alcanzado en octubre pasado. Y una proporción creciente de estos dólares ahora permanecen depositados, tendiendo a debilitar el mecanismo de venta de los mismos en el mercado, lo que en algún momento actuó como un instrumento eficaz para moderar la depreciación del “blue”. Todos estos movimientos han excedido los que pudieron haber resultado de la suba reciente de salarios nominales por paritarias y del pago del aguinaldo. O de los mayores controles que la AFIP viene llevando a cabo sobre quienes compran dólares en el mercado oficial, o del intento de control de la PROCELAC sobre las operaciones de contado con liquidación.
En realidad las mayores turbulencias cambiarias tienen su origen en la posibilidad de escenarios futuros más adversos, así como un presente caracterizado por fuertes y crecientes desequilibrios macroeconómicos. En abril la diferencia entre el crecimiento en el gasto total del sector público nacional (44%) y los ingresos corrientes (sin el financiamiento provisto por Banco Central y el ANSES) (25%) alcanzó los 19 puntos porcentuales, cuando esta diferencia en 2014 era de sólo 8 puntos (46 y 37% respectivamente). Estas crecientes necesidades de financiamiento del fisco, junto a una menor esterilización vía LEBACs, han derivado en una aceleración significativa en el ritmo de crecimiento de la Base Monetaria, que en junio lo hizo a una tasa inter anual del 34%. Nótese que en igual mes de 2014 dicho agregado crecía a una tasa del 18% anual. Esto a pesar del menor nivel de expansión en la Base generado por menores compras de divisas en el mercado de cambios.
Aunque estos desequilibrios seguramente comenzarán a manifestarse en los índices de precios, se conocieron esta semana distintos índices correspondientes al mes de junio que muestran una ligera desaceleración de la inflación. En un mes de baja estacionalidad, según la Dirección General de Estadísticas y Censos de la Ciudad, la inflación alcanzó un 1,4% mensual, acumulando un 25,5% en el año en el ámbito de la Ciudad de Buenos Aires. El anuncio de esta nueva desaceleración en el ritmo de aumento en el índice de precios, fue consistente con el número difundido por el IPC Congreso, que se ubicó en un 1,5% mensual y un acumulado de 27,9% en el año. Mientras tanto el INDEC volvió a ubicarse sustancialmente por debajo de ambos indicadores, con un anuncio de 1% en junio, aunque estas cifras siguen despertando fuertes controversias.
La desaceleración gradual en la inflación parece haber encontrado así sus valores mínimos, estabilizándose en cifras ligeramente superiores a las observadas en el período previo a la devaluación implementada por este gobierno en 2014. La estrategia de usar el “ancla” cambiaria y de las tarifas de los servicios públicos para generar una menor inflación y alcanzar alguna recuperación en el nivel de actividad parece haber encontrado así su techo. La mayor inestabilidad cambiaria está anticipando los problemas que seguramente generarán las severas inconsistencias entre dicha estrategia y el desborde monetario fiscal subyacente.