por Víctor Lopreiato*
Tomando un rico café, en un pintoresco barcito del centro gastronómico de Lanús oeste, me encontré con un amigo, que sentado unas mesas más adelante, me llamó para compartir, aparte del café, una corta y jugosa charla. Entre otras cosas me contó una pequeña historia, indicándome con el dedo un enorme aviso de ARBA, publicado en un diario de tirada nacional, donde decía, más o menos así: “No se deje robar, exija factura, eso es para tener más hospitales, más patrulleros, más escuelas”.Mientras lo leía en voz alta, me decía: “Esto está muy bien, deberíamos exigir la factura para evitar la evasión impositiva, para evitar que el comerciante realice operaciones inapropiadas, para evitar que ese comerciante se enriquezca ilegalmente. Nosotros los ciudadanos de a pie, controlamos, exigimos y casi siempre miramos la balanza del panadero del barrio, ese tipo al que
conocemos desde chico, para evitar que nos robe, y le pedimos el ticket. También tratamos de que el verdulero nos dé todas las frutas frescas, no vaya a ser que una de las cuatro manzanas que compramos está marcada o medio podrida, y también le pedimos el ticket. Eso por lo menos es lo que mayormente hacemos”.
Reflexionando y frunciendo el ceño, me decía, que “esto lo hacemos con personas que conocemos, muchos de ellos convivieron con nosotros durante buena parte de nuestra vida, conocemos su familia y ellos conocen la nuestra, siguen viviendo en las mismas casas que vivieron siempre, más o menos arregladas, con autos más o menos nuevos, y que como casi todos los vecinos que conocemos, ninguno de ellos se fue a vivir a un club de campo, ninguno se va de vacaciones a Punta del Este, pero igual le desconfiamos, muchas son personas muy queribles e igual les exigimos y desconfiamos de ellas”.
Pero cuando los políticos nos piden que depositemos un voto en una urna, porque “nos venden”, un futuro mejor, con más y mejor seguridad, con más y mejores escuelas públicas, con más y mejor salud, etcétera, al final de un cierto tiempo, nos encontramos en iguales o en peores condiciones de las que habíamos partido, y aquí no hay factura, aquí solo hay que creer o reventar y ya estamos varias veces reventados.
Lo complicado es que en general, la ciudadanía cree que solo los comerciantes inescrupulosos son los que impiden que nuestro país se desarrolle. Ellos, al igual que los industriales corruptos son los que pagan sueldos miserables y evaden impuestos. Pero aquí no estamos hablando de los “grandes industriales”. Hablamos de los que conocemos: el zapatero del barrio, el almacenero, el mecánico, el tornero de la esquina, pero nunca decimos nada de los políticos del barrio, del consejero escolar, del funcionario, del director, del secretario del concejal, del intendente, que son muchas veces aquellos vecinos que cambian el auto con una frecuencia inusitada, que viajan muy seguido, que cambian su casa o la mantienen pero viven en otro lado, por seguridad, (recuerdo al intendente de Lomas de Zamora, que con su nueva mujer vivían en Puerto Madero por seguridad). Y en Lanús, también hay varios ejemplos ¿no?, pero a ellos no les pedimos facturas, ni tickets, ni siquiera les pedimos explicaciones.
Cuando suceden cosas importantes como una devaluación, la incautación de los ahorros, los piquetes, manifestaciones violentas, el crecimiento de la droga, la inseguridad, la falta de crédito, el cierre de fábricas, despidos, suspensiones, cortes de luz, inundaciones, muertes, falta de medicamentos y demás cosas que nos afectan directa o indirectamente a todos, todos los días. No les pedimos facturas, ellos dan las explicaciones que muchísimas veces no las creen ni ellos mismos, justifican cosas que durante las campañas las habían condenado, es por eso que quizá deberíamos pedirles no una factura, sino un juicio por mala praxis política, para ver como es, que muchos de ellos tienen un crecimiento económico tan interesante.
Finalmente, se fue mi amigo dejándome muy preocupado, con mi café ya frio y mi cabeza dando vueltas sobre la conversación que habíamos mantenido, y unos minutos más tarde se acerco el mozo, con el ticket en la mano, le pague y me fui pensando en ARBA. Qué bueno sería que ese aviso sea cierto y tengamos un poco más de cada una de las cosas que según los de ARBA vienen desarrollando desde hace años. Pero la verdad que ni mi amigo ni yo creemos que exista una correspondencia entre la enorme cantidad de ingresos que por impuestos recibe el estado y las obras que dicen haber construido o servicios que dicen haber prestado a toda la ciudadanía durante los últimos años.
(*) Profesor de matemáticas