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miércoles, 1 de abril de 2015

Una derrota tan dura como sus consecuencias

por Marcelo Calvente

 Lo peor fue la imagen del final. Con cuatro goles en contra, buscando sin sorpresa, sin ideas, sin convicción, sin generar peligro real y apelando al remate de media y larga distancia como única estrategia. El partido ya se había terminado con la conquista del tercer gol del local. Iban trece minutos del complemento, Lanús perdía dos a cero, pero San Lorenzo tenía un hombre menos, Matías Caruzzo, inevitablemente expulsado por Trucco sobre el final del primer tiempo. Todavía no estaba asegurado el resultado. El dominio granate era estéril, pero atacaba con decisión. El penal que sancionó Trucco a favor del local en una sujeción mutua entre Matos y Velázquez le puso punto final al partido con media hora por jugar, lapso en el que San Lorenzo iba a convertir su cuarto gol, ante un Lanús perdido y desordenado, con cinco delanteros chocándose entre sí.
  Lo mejor se vio en el principio. La visita se paró en campo contrario desde el arranque. En la primera combinación a fondo, Acosta le tira una pared a Junior en la puerta del área rival en
medio de un racimo de piernas adversarias, Benítez se la devuelve con una pincelada de talento, tocando de primera con la fuerza y el efecto justo para la llegada en velocidad del Laucha, un efecto extraño, de billar, que la hizo frenar en el lugar indicado. El Laucha llegó antes, recibió el primero de los muchos planchazos descalificadores que sufre por partido, y voló por los aires. Imposible no cobrar penal. Si lo cambiaba por gol, Lanús podía trabajarlo de contra, con espacios para Acosta y Melano. Pero Ayala falló desde los doce pasos ante Torrico, reconocido perito en la materia. Lanús siguió dominando hasta más allá de los 15. A partir de ese momento San Lorenzo dio unos pasos adelante y empezó a discutir la posesión, aunque ninguno de los dos equipos terminaba sus jugadas con peligro. En el fondo granate se destacaban Velázquez, muy firme en el juego aéreo, y Barisone, mostrando aptitudes técnicas notables para el mano a mano, y para cerrar con prestancia  a las espaldas de Araujo y Pasquini como último hombre.
Cuando el primer tiempo se moría, San Lorenzo recibió la bendición de un gol en offside. Uno bien claro, con los cuatro defensores granates perfectamente alineados, Mauro Matos recibió el balón un metro adelantado y se fue cara a cara con Monetti, que dudó entre reclamar o intervenir, sin hacer ni una ni otra cosa. Y en seguida la tonta pero indiscutible expulsión de Caruzzo presagiando un complemento favorable para los de Guillermo. No pudo ser.  Pronto sucedió el increíble error de Barisone, que descuidó en el arranque al que más había que custodiar, el mejor cabeceador del fútbol argentino, al que vio pasar como colectivo lleno. Iban dos minutos del complemento. Lanús siguió atacando, San Lorenzo se metió muy atrás. Así hasta el penal que convirtió Buffarini y partido terminado, aunque hubo tiempo para otro error defensivo, esta vez de Pasquini, que dejo cabecear a Cauteruccio para marcar el cuarto gol.
  La derrota fue tan dura como sus consecuencias: ganando en el Gasómetro, el Grana se prendía en la lucha por la punta, ya que pasaba a integrar el segundo escalón, con 15 puntos, junto a River y San Lorenzo, a dos de Boca y Central, que serían los punteros. Pero no, ganó bien el Ciclón y ahora está arriba de todos con 18 unidades, mientras Lanús rasguña la cornisa del grupo de los primeros diez, con 12 puntos, junto a Racing, Independiente y Tigre, debajo de Banfield y Belgrano, ambos con 13. Pese a lo abultada y dolorosa, no hay que perder de vista que fue la primera derrota en siete partidos, que nada termina en junio, que se trata de un torneo largo y que siempre el campeón será del que termine mejor, por lo que es fundamental mantenerse en el tercio de los de arriba con la esperanza de que las cosas mejoren en el tramo final.
 Las últimas campañas granates dejaron la vara demasiado alta. Los socios expresan su descontento con el equipo, y de reojo, observan la marcha institucional con cierta alarma. Hay muchos jugadores fundamentales del plantel que tienen detractores implacables: Araujo, Maxi Velázquez, Ayala, Ortiz, Junior Benítez y Melano. Los nuevos todavía están exentos de esa presión. Y sólo Fritzler y el Laucha Acosta conviven con la aprobación y el reconocimiento unánime de todos. El cuerpo técnico también está en la mira. Las desprolijas partidas de Silva y el entrenador de arqueros Enzo Noce, la paupérrima campaña de la tercera división a cargo del Pata Pereyra, los cuestionamientos off de record al trabajo del profesor Valdecantos por parte de algunos jugadores y allegados, y la falta de valores del club definitivamente consolidados en primera son algunas de las señales que, sumadas a la larga lista de títulos perdidos en 2014, encendieron las críticas que ponen a Guillermo en una situación de gran debilidad, en la que difícilmente pueda soportar tres derrotas consecutivas.
 Este plantel es todo lo que hay. Está claro que no se pudo o no se supo reemplazar correctamente a las figuras que han partido. Fácil no es. Puede que se concreten un par de incorporaciones a mitad de año debido a la participación en la Copa Sudamericana, pero si no hay una mejora general va a ser difícil modificar la situación. Ese es el panorama al día de hoy, de los protagonistas depende tratar de corregir el rumbo. Ahora vienen Argentinos en La Fortaleza y Banfield en Peña y Arenales, dos cotejos en los que se impone sumar, y no olvidar que el entrenador cuestionado, ayer nomás, logró una de las tres estrellas que luce la casaca granate. El hincha, es sabido, no tiene término medio: sube o baja el pulgar de acuerdo a lo que le dicta su corazón, y cambia de parecer según los resultados, sin culpas ni remordimientos. Después de la derrota del sábado, a juzgar por lo que se escucha en las calles de la ciudad pasional y futbolera, son mayoría los que piensan que lo mejor sería soltarle los leones al entrenador y volver a empezar, pese a lo mucho que falta para diciembre de 2015. Pero no son pocos los que mantienen las ilusiones; saben que en el fútbol no hay imposibles y que con dos buenas victorias, el equipo se vuelve a encaminar.