por Marcelo Calvente
Para poner punto final a una
semana para el olvido, Lanús venció en Mendoza a Godoy Cruz por un resultado
infrecuente por lo abultado. El 5
a 1 final fue el producto de una noche espectacular del
equipo de Guillermo, que por primera vez en mucho tiempo cambió el planteo, y
dispuso un nuevo ordenamiento táctico de los futbolistas en el terreno. Lanús salió
a jugar con Melano de punta y el Laucha Acosta alternado las dos bandas, con Junior
como volante por derecha, y Ortíz, por el eje vertical de la cancha, delante de
Fritzler, terminó atacando con cuatro, y eso resultó letal para un equipo
mendocino que viene intentando defender con tres, y que carece de recuperación
en la zona media. Desde el arranque el Grana fue superior en lo colectivo,
independientemente de que contó con el jugador más desequilibrante de la noche,
Lucas Melano, que entregó la máxima actuación individual en lo que va del
torneo.
El dominio territorial de la visita se desarmó transitoriamente cerca de
la media hora de juego, cuando Lanús se estiró, y la grieta se abrió entre los
volantes y los del fondo. Y el gol que significó la ventaja parcial para Godoy
Cruz es consecuencia más que notoria de eso: con enormes facilidades para
manejar el balón en el campo adversario, el delantero Leandro Fernández esquivó
con comodidad el cierre tardío de Fritzler, y con la misma tranquilidad de
maniobra sacó el remate letal para Monetti. La ventaja retrasó unos metros a Godoy Cruz, y
eso colaboró en la recuperación táctica de los del fondo Granate. Hasta ahí,
los dos elencos estaban en partido, un encuentro atractivo y bien jugado, tres
puntos muy importantes para
ambos El local, después de un arranque confuso,
había encontrado su juego con dos victorias consecutivas, un nuevo triunfo lo
ponía en el lote de arriba. Lanús venía de muy pobres actuaciones, y un
conflicto insólito con el futbolista más caro del plantel que acababa de
estallar abría un enorme interrogante.
Según dicen, el uruguayo venía juntado bronca, y un cambio de palabras
ajeno entre parte del plantel y el cuerpo técnico fue la excusa para increpar a
uno de los entrenadores con modales sin retorno. Primero fue suspendido, y
pronto rescindió su vínculo con el club. Ese tipo de conflictos suele tener
consecuencias negativas en el plantel, sobre todo si los referentes consideran
que la culpa fue del técnico. Por el contrario, puede ser positivo, si esa
salida resulta ser un alivio para los demás. Desde otra mirada: si el plantel
consideraba que el reclamo de Silva era justo, bien podía haberse manifestado
de manera más elocuente: en esos casos, el resultado siempre es la salida del
entrenador. Pero si los referentes opinan que la reprimenda correspondía y que
la reacción de Silva resultó fuera de lugar, injusta o destemplada, tal vez
haya sido el disparador de una charla unificadora entre las partes. A juzgar por lo que se vio en Mendoza, Lanús
volvió a ser un equipo compacto, movedizo y solidario, en el que todos corren,
se desmarcan y dejan el alma en cada pelota, condiciones indispensables para
ganar en este fútbol competitivo como ninguno otro. Y como yapa, el entrenador
estrenó con éxito un nuevo dibujo táctico. Por todo esto, y por el 5 a 1, todos juntos celebraron,
comieron perdices y brindaron, pero con agua mineral.
El fútbol tiene estas cosas que lo hacen el más apasionante juego
inventado por el hombre. Y en la noche mendocina se produjo uno de esos
milagros que se dan muy de vez en cuando: Lucas Melano, cordobés de Hernando,
22 años, arribado a Lanús a mediados de 2013, pronto mostró
su velocidad y una virtud que escasea: olfato y capacidad para definir
con un toque cuando pisa el área adversaria. Sin embargo, una rebelde pubalgia
lo sacó de competencia en 2014. Volver le costó más de la cuenta: falto de
fútbol y de distancia, con dificultades para dominar el balón y un permanente
gesto de estar ausente, su imagen se fue desdibujando. Como siempre ocurre,
pronto pasó a ser destinatario principal de las más duras críticas. Para la
mayoría de los simpatizantes granates, hasta el feliz domingo, Melano era un
futbolista prescindible.
La cuestión es que la partida de Silva le abrió una puerta, y el
cordobés se metió. Desde el primer minuto se mostró más enchufado y combativo
que nunca, y se tuvo confianza en la zona de definición. Para lograr el empate
parcial impactó de primera un enorme pase de Maxi Velázquez, y en el complemento se lució con otras tres
definiciones de fútbol del primer mundo: Un caño y pelota picada por encima del
cierre del arquero, una corrida vertical con definición desde afuera por sobre
la cabeza de Moyano, y el último, mano a
mano, con amague y toque sutil ante el desparramo del guardameta del Tomba. Lucas
Melano marcó cuatro goles de extraordinaria factura y fue gestor absoluto del
único que no señaló. No sería descabellado que pueda consolidarse en su nueva
posición como delantero de punta.
Con la sorprendente recuperación individual y colectiva del equipo, y
sobre todo por el éxito del nuevo esquema ensayado por el entrenador, así, de un
plumazo, Lanús pasó del desencanto a la ilusión,
y se acomodó en el lote de los de arriba. Ahora tiene la chance de consolidarse
el viernes por la noche ante su gente, cuando reciba a Gimnasia y Esgrima La Plata , que no viene bien,
pero que ayer logró su primera victoria ante Chicago, y que seguramente tratará
de no dar las mismas ventajas que Godoy Cruz. Mientras el cero se mantenga será
un partido muy difícil, como todos.