por Ruben Massobrio*
Por estas horas, incertidumbre y dudas llenaban los espacios del viejo palacio municipal de Lanús.Los rumores del asalto militar eran cada vez más cercanos. Militantes, peronistas y funcionarios. Jóvenes con la ilusión de que Isabel Perón se mantuviera en el gobierno.
Todo se veía peor con el transcurrir de los minutos.Abandonada por varios caudillos sindicales, jaqueada por las traiciones, oportunistas que se ausentaban ante la sensación que el vacío de poder abría las puertas al golpe militar.
Los jóvenes deambulábamos buscando información entre los las veteranos.Todo en vano. En la medianoche la dictadura más asesina y sangrienta se estaba instalando en la patria. Pisoteando todos los derechos constitucionales, sociales y humanos: postró, degradó y sesgó la vida de miles de Argentinos.Millones lloraron y sufrieron la acción de la violencia mas demencial que es haya registrado en la patria.
Todo un pueblo arrasado por el bestial dogmatismo de una guerra que no era tal y el relato de inexistentes amenazas de formaciones militares.
Era el 24 de marzo de1976. Los que lo vivimos, sentimos cómo arrancaron la vida a militantes, desde el mesianismo homicida. Sólo por eso, por su compromiso social y militante
segaron generaciones que soñaban con la Patria Grande.
Es cierto que con avances y retrocesos hubo condenas y valorización de los Derechos Humanos.
Queda mucho por hacer. La defensa de los derechos humanos debe ser constante. Lo exigen las muertes provocadas por el narco-trafico. Los femicidios, las muertes por hambre y pobreza; la violencia que reduce al ser humano a la resignación y el desamparo.
Que no llegue a ser realidad el concepto del general Perön: "Los pueblos que no tienen memoria suelen renunciar a su porvenir."
(*) Dirigente massista, titular de Identidad Peronista.