por Marcelo Calvente
Tres jugados, dos de ellos de
visitante; uno ganado y dos empates, de ninguna manera puede ser una mala
cosecha, mucho menos en esta incógnita que es el nuevo y raro torneo largo. Es
llamativo, en los equipos participantes hay decenas de jugadores desconocidos,
se ha ampliado la vidriera y aparecen muchos jóvenes futbolistas, algunos de
futuro promisorio, que encuentran la chance de mostrarse en el fútbol grande.
Los recién ascendidos se nutren de esos jóvenes, como Gamba, Rivas, Malcorra y
Triberio, los cuatro atacantes de Unión de Santa Fe, un equipo con enormes
posibilidades de consolidación que depende exclusivamente de la madurez que
puedan alcanzar en lo colectivo. Junto a Central, Vélez, Argentinos y tal vez
Newell’s, son los equipos que cuentan con los mejores futbolistas juveniles y
apuestan a ellos. El resto de los que luchan por la permanencia, incluyendo a la
mayoría de los nuevos participantes del torneo, vienen demostrando estar lejos
del nivel de competencia de los que van a pelear arriba.
Hay otros clubes que invirtieron dinero, casi nunca propio, para
contratar futbolistas de primer nivel: Los cinco grandes, más Estudiantes y Lanús
son los que movieron el mercado de pases tanto para vender como para comprar y
pujan por obtener lo mejor de lo poco que se le ofrece a un fútbol siempre competitivo pero devaluado respecto
del primer mundo. Y algunos firmaron contratos muy elevados, desfasados
respecto de la media del mercado. Revisando el pasado reciente, está claro que
el siglo XXI encontró a los grandes en derribo: San Lorenzo
y Racing peleando
la permanencia, River e Independiente probando inesperadamente la hiel del
descenso. Las causas respectivas tienen nombre y apellido: Savino, Abdo; Lalín,
Marín, De Tomaso, Molina, Cogorno; Aguilar, Pasarella; Ducatenzeiler, Comparada,
Cantero. Entonces Boca Juniors, con una economía que según dicen es tan
poderosa que le permitió a su presidente dilapidar dinero grande contratando a
Riquelme, Bianchi y los jugadores del hijo de Bianchi, una banda capaz de
voltear a un coloso, junto a Vélez, Lanús, Newell’s y Estudiantes, pese a que
Verón casi lo hunde por amor a la camiseta, fueron quienes ocuparon los
primeros planos en los últimos años.
Pero como todo pasa, falleció Julio Grondona y dejó un vacío que hay que
llenar, y de acuerdo a quien agarre la manija, tal vez el reparto de utilidades
pronto deje de ser lo medianamente equilibrada que fue mientras el presidente
estuvo con vida. Se vienen peleas duras a partir de octubre en la AFA , y la competitividad -tan
destacada por todo el mundo- que reina últimamente en el fútbol argentino está
en serio peligro de muerte. Cuando la nueva conducción decida sobre el futuro
reparto del dinero del Fútbol para Todos -dinero también de todos- se sabrá lo
que viene. Pero está más que claro que si el fútbol por TV vuelve alguna vez a
manos privadas, la diferencia en los dividendos para los clubes participantes será
abismal según el rating de cada uno, y entonces la desigualdad entre grandes y
chicos, como a lo largo de todo el siglo XX, volverá a reinar en los terrenos
de juego de la Argentina.
Mientras tanto se está jugando el primer torneo de 30 equipos, en el que
los diez nombrados seguramente sacarán diferencias claras sobre los veinte
restantes, y la cuestión es saber si Lanús estará en la pelea por el título o
se acomodará entre el 5º y el 10º puesto, con el riesgo de perder la presencia
internacional últimamente lograda. Es por eso que los socios granates se
preguntan si el pobre rendimiento futbolístico de los tres primeros partidos,
sumado al bajón experimentado respecto de la obtención de la Copa Sudamericana , obedece a un
lento proceso de adaptación de los refuerzos, sacudido por la mala fortuna de
lo de Leto y Braghieri, o si se tratará de un camino turbulento hacia el adiós
sin pena ni gloria de un cuerpo técnico que pintaba para culminar de manera
mucho más exitosa.
Hagamos un repaso. Se fue Marchesín, y más que aceptablemente fue reemplazado
por Monetti, sabido es que muchos arqueros como Agustín no hay en el mundo. Se
fueron el Pulpito y Somoza, y en su lugar llegaron Matías Fritzler, uno de los
que mejor rindió en estas 3 fechas, y Aguirre, que llegó sobre el cierre y aún
no es titular, pero pronto seguramente lo será, dado el bajo nivel mostrado por
Ayala y Ortiz. Arriba se fueron varios: Pereyra Díaz, Ismael Blanco y el
goleador y figura Silvio Romero, y llegó Melivilo, que no arrancó de la mejor manera. Guillermo trata de
reemplazarlos con lo que tiene en el plantel: Junior, Melano, Astina, Valdez
Chamorro, González y Di Renzo, valores que todavía no han llegado a su techo y
hay que esperarlos un poco más. Y por último, lo más grave: por ofertas
irrechazables se fueron Goltz e Izquierdoz, y llegaron Braghieri, Gómez y ahora
Barissone, y en esta zona de la cancha el déficit de calidad técnica individual
es notorio, tanto o más que la incapacidad del cuerpo técnico de resolver los
problemas colectivos en lo que respecta al aspecto defensivo, falencias que
tienen que ver con lo posicional, con lo táctico y lo estratégico, causantes principales
de los peores males de Lanús versión 2014/15.
Pero no todo es el recambio. También varias figuras, como Araujo,
Velázquez, Ayala, Ortiz, Melano y Silva han decrecido notablemente sus
rendimientos individuales de 2013, víctimas en parte del desmoronamiento colectivo
producto de una manera inaceptable de marcar -principalmente en los segundos
tiempos- con los zagueros metidos en el área propia, cediendo terreno y pelota
al rival y condenando a sus compañeros a recorridos largos, extenuantes y poco
propicios para el juego asociado y el desequilibrio ofensivo. La inseguridad
del fondo provoca el sismo que amenaza con desmoronar el edificio sobre el que
está construida la estructura futbolística del Lanús de Guillermo, y nadie más
que él y sus colaboradores pueden evitarlo, al menos hasta diciembre de 2015.