Marcelo Calvente
Por fin, luego del largo receso,
la pelota empezó a rodar en la
Argentina dando comienzo a un nuevo campeonato, un torneo
atípico e inédito de 30 participantes que se disputará a lo largo de todo el
año, una nueva forma de jugar al fútbol que merece atención. Se ha conformado
una misma liga con equipos de diferente categoría. Por un lado Boca, con siete
refuerzos llegados del fútbol europeo y uno del Brasil; River, el último
campeón de la
Sudamericana , sin modificaciones sustanciales pero con buen
recambio en los pibes del club y un jugador que asoma, el Piti Martínez;
Racing, el último campeón local, sin bajas relevantes; San Lorenzo, reciente
finalista de la Copa Mundial
de Clubes; e Independiente, con un criterio de mercado más autóctono, han
salido de compras en medio de la situación crítica de la AFA , súbitamente empobrecida y
ya sin Grondona, obligada a respetar la última decisión en vida del mandamás, el
torneo largo, como algo inevitable que pronto hay que ir desarmando.
Como hace mucho no pasaba, los clubes grandes se encuentran con equipos
armados y muy competitivos. Están gastando a cuenta, y nadie dice nada. Sólo
Guillermo Barros Schelotto, con esa cara de turro del aula que lo caracteriza, lo
señaló al finalizar el encuentro con Quilmes. Pero el resto de los clubes
participantes se la ve venir, sobre todo porque en octubre habrá elecciones en la AFA. Por eso se dedicaron
a tratar de reemplazar a los que se le fueron de la mejor manera posible, sin
grandes inversiones. Vélez embolsó por Prato y gastó por Pavone. Sigue luchando
contra el déficit y sigue intentando con el producto de la cantera. Estudiantes
se encontró de pronto con una clasificación a la Copa que no esperaba
ni
merecía, y tuvo que agarrar lo que había. Fueron diez refuerzos de nivel
aceptable, pero ninguno como para reemplazar a Joaquín Correa, la figura que se
le fue a Italia. Central, con nuevo técnico, está en proceso de rearmado,
Newell’s parece desarmarse. Todos tienen algún pibe que ilusiona. Y Lanús, con cuatro
bajas importantes, tres de ellas que pudo reemplazar, y que tuvo la poca
fortuna de perder por varios meses a su principal contratación, Sebastián Leto,
que sufrió un accidente increíble en las instalaciones del club, que incluso
pudo costarle la vida.
Sin embargo, el equipo granate que salió a disputar el primer encuentro
del nuevo torneo es el mismo de siempre, pese a las ausencias de Marchesín, el
Pulpito, Somoza y Romero, porque los
suplió con otro muy buen arquero, Monetti, con Fritzler, que es campeón y
referente de la casa, y con futbolistas que ya estaban en el plantel, como Ortiz
y Junior Benítez. Y fue el mismo Lanús de Guillermo, principalmente por su habitual
diseño táctico y por la permanencia de los históricos Araujo, Braghieri, Maxi,
Ayala, Ortiz, Silva, Junior y el Laucha Acosta. Pronto se sumarán el Bicho
Aguirre, jugador de características ideales para ocupar uno de los tres puestos
del medio, y los pibes campeones del Sub-20, Monteseirín e Ibáñez. Para el
nivel local, le alcanza y sobra como para pelear arriba. Enfrente estaba
Quilmes, con doce incorporaciones de dudoso gusto, un nuevo equipo armado en
torno a Braña con jugadores variopintos como Buonanotte, Bieler, Droopy Gómez,
y el resto, del montón.
El local salió a cambiar golpes. A partir
de los diez minutos Lanús se adueñó del terreno y la pelota, y aunque no fue
claro en los últimos metros, el dominio fue tal que no permitió a su rival
salir del fondo y llevar peligro al arco de Monetti. En el inicio del
complemento, tras pase de Maxi Velázquez, Silva marcó la apertura y una vez en
ventaja, Lanús empezó a ceder espacios. Y como siempre, la hora de retroceder resulta
fatídica. Ver a Gómez abandonar una marca en tres cuartos de campo propio para
retrasarse cinco metros y pararse en la puerta del área sin tomar a ningún
rival, permitiendo de esa manera la recepción cómoda del que había dejado libre
en su retirada, algo que viene haciendo desde su llegada, duele en el alma.
Vimos trabajar defensivamente al equipo en los partidos amistosos y parecía corregida
la tan mentada problemática. Ayer volvió a ocurrir, solo que no se notó tanto
por las carencias del rival. Ojo, no sea cosa que para solucionarlo tengamos
que sufrirlo otro año más.
Lo más llamativo estuvo en el final. En el resumen de Paso a Paso
mostraron una escena en la que al cumplirse los ya de por si excesivos 5
minutos adicionados por Carlos Maglio, el central de Quilmes Joel Carli mira
risueño al árbitro y le pide que juegue uno más. Y Maglio, que suele hacerse el
piola, agregó un minuto más, en este caso sin motivo ni excusa alguna, aunque
adujo luego que fue por una excesiva demora de Monetti en poner la pelota en
juego, que en realidad no existió. El mismo accionar que tuvo el árbitro Andrés
Merlos, al que sus colegas y la totalidad de los periodistas top condenaron luego
del famoso partido de Lanús ante Arsenal en La Fortaleza por la 15ª
fecha del torneo pasado. La prensa, la misma que aquella vez lo mató a Merlos,
ahora que lo hizo Maglio en su despedida del referato pasó por alto la situación.
El conductor de Paso a Paso lo comentó risueño, como si se hubiese tratado de
una humorada del juez en su último acto. Pero el encuentro estaba uno a cero
para Lanús, y bien podría haber terminado empatado, más allá de las pocas ideas
de Quilmes para buscar el gol. Esta vez nadie le dio importancia a una
situación reglamentaria que bien pudo haber terminado en otro escándalo. Dicho
de otro modo, aquella vez Merlos y Lanús pagaron por la incapacidad de los
futbolistas visitantes para defender la ventaja, por la inconducta de sus
técnicos y por la burda tendencia al sacrificio humano de los periodistas de
los grandes medios.
Resulta que Maglio va a continuar ligado a la AFA en una nueva función, por
eso al ser entrevistado en soledad por Sergio Krule para el Diario del Grana, quien
lo consultó por los 5 + 1 que adicionó, se cuidó de no rendir homenaje alguno a
su colega Andrés Merlos. Luego de aquel
escandaloso Lanús-Arsenal, la
AFA suspendió al internacional Merlos por tiempo indeterminado, y ahora silenciosamente
lo puso a dirigir en el Nacional “B”. Pertenece al SADRA, el sindicato creado
por Grondona a fines de los años 80 para quebrar a la combativa Asociación
Argentina de Árbitros. Al frente del nuevo sindicato adicto a la patronal, Grondona
había designado como secretario general al camisa negra Guillermo Marconi,
ubicado políticamente a la derecha de Hitler, quien ante la injusta suspensión
de un afiliado a su sindicato, expresó sin ruborizarse: "no puedo
defenderlo de una cosa así. Es sentido común, se pierde la
credibilidad..." Pocos de sus compañeros insinuaron algún tibio respaldo,
la mayoría optó por callar, aunque
fueron varios los que se sumaron al linchamiento de Merlos. La AAA tampoco hizo nada porque
está en vías de extinción. Julio Grondona, desde el más allá, sigue mandando y
logrando objetivos. Al menos hasta octubre.