por Marcelo Calvente
marcelocalvente@gmail.comPara mi sorpresa no son pocos los que están enfurecidos con la Fiesta del Centenario del Club Atlético Lanús. A más de treinta días de perpetrada, son muy contados los que se animan a sostener que no faltó nada. Al consultar al respecto, la mayoría me dice “¡siiii, muy linda fiesta...!” y cuando repregunto si no le parece que faltó la historia, los equipos, los jugadores, los dirigentes -bah, que faltó todo- son muchísimos los que me dicen “si, en eso tenés razón, no lo había notado”. Algunos se indignan en el momento, otros se van pensando. Pero no faltan los que dicen “siiii, tenés razón, pero la fiesta estuvo muy linda…” Y la gran mayoría no entiende -o peor, no le importa- la gravedad de lo que en verdad está sucediendo en el club.
El 2 de julio de 2012, en la nota “La reunificación de la Unidad”, escribí: “…hoy que los tiempos se acortan dramáticamente, me permito recomendar que él (Maron) y su agrupación comprendan que no puede ser candidato por la Unidad un dirigente que, más allá de sus grandes valores y cualidades que nadie puede discutir, durante los tres años de mandato de su sucesor, en la práctica, no formó parte de la misma. Para ser el presidente del club por la Lista Unidad, primero debería volver a ser parte de ella”. Casi tres años después nadie que esté cercano al club puede negar que Alejandro Marón y su grupo de colaboradores más cercanos fueron debilitando de a poco a la autoridad de los dirigentes de las demás agrupaciones que conforman la Unidad, incluso los de cargos electivos, esos que los socios votaron para que co-gobiernen de manera unitaria como ha sido invariablemente a partir de la reconstrucción de fines los ‘70 hasta hoy. Siempre existieron diferencias, es sabido, pero
nunca tan profundas ni irreversibles como para destruir la condición que nos ha hecho grandes: todos juntos y el bien del club por encima de todo.
No es un secreto para los socios más próximos a la vida institucional que el trato con los dirigentes a cargo de las diferentes actividades ha cambiado respecto de las últimas conducciones, y mucho menos que esa situación se ha extendido a los empleados del club. Ya no existe espacio para el disenso, las redes sociales son patrulladas en busca de la opinión crítica para castigarla con la exclusión de la vida institucional. En el clima que se ha creado, todos, dirigentes, empleados, allegados y gran parte de los socios no encuentran motivación para seguir colaborando en un club de puertas cerradas y secretos compartidos por muy pocos. Demasiado pocos. Por ejemplo, me resultó imposible hasta ahora saber si la cobertura de TyC fue abonada y que bolsillo la pagó. Muchos dirigentes que conozco no lo saben. Es que últimamente, casi nada se sabe.
En ese estado de cosas, en un año dominado por las frustraciones deportivas, los granates de corazón llegamos al Centenario y dejamos de lado todo para celebrar como corresponde una existencia que nos enorgullece, para contar y también aprender de una historia cambiante y milagrosa como muy pocas más. Confiados, ya que durante cuatro años trabajó una Comisión del Centenario conducida por el ex presidente Emilio Chebel, un dirigente con muchos años en el club, que se ha caracterizado por fomentar y defender la unidad de la que siempre fue parte. En todo este tiempo el trabajo de la Comisión fue un secreto de estado. Sólo algunas esporádicas presentaciones, como las producciones fotográficas con las camisetas históricas, el video de la camioneta de Ramón Cabrero, y alguno que otro más. De acuerdo a la calidad de esos pocos trabajos difundidos el panorama resultaba esperanzador. Más cerca en el tiempo, la certeza de que la fiesta sería transmitida en directo para todo el país por TyC Sports presagiaba una jornada inolvidable, en pleno receso, donde los simpatizantes de todos los equipos del país conocerían y se sorprenderían de todo lo que nos pasó para llegar hasta aquí como el más solvente de todos los clubes de nuestro fútbol, y por lejos, el de mayor crecimiento en las últimas décadas, no mucho después de jugar con Piraña.
El asunto es que la Comisión del Centenario realizó una fiesta imponente pero híbrida, sin contenido, sostenida por el esfuerzo de los periodistas deportivos que la animaron. Un grupo sin gracia de Morón. Una banda interesante pero de música instrumental. Un ambicioso espectáculo de teatro aéreo indescifrable, largo, lento y repleto de simbolismos poco simbólicos, y el cierre de Los del fuego que habla por si sólo. En el medio, un chiste de mal gusto de Ruggeri, la nada feliz idea de pedirle a Huguito Morales -se sabe que la oratoria no es lo suyo- que presente al Negro Enrique. El Negro Enrique que se presenta sólo y la palabra del Presidente, que agradece a sus pares de comisión directiva y a sus antecesores más recientes, pero no sólo no los invita a subir, ni siquiera los nombra. No hay un solo video de otros tiempos, no hay un racconto bien leído e ilustrado de la historia. Parece que tampoco hubiéramos tenido ídolos deportivos. Ni Los Globe, ni Los Albañiles, ni los que nos ascendieron, ni los pibes que nos sacaron de la “C”, nadie merece un lugar en la fiesta. Tampoco hubo coordinación con la transmisión televisiva, sus conductores no tienen datos certeros para estirar los muchos baches que se producen. De Mario, Lodico, Crespín, Nenito Baillie, por nombrar sólo a algunos de los que asistieron y nadie se enteró, todos ellos campeones de diferentes ascensos, quedaron al margen de los festejos, escuchando las palabras de de jugadores que, en varios casos, muy poca identificación tienen con el club. A la Urraca González, que no estaba en la lista de buena fe que calificaba para subir al escenario, lo llevó un socio indignado que conocía el camino. Y Armando puso la única nota de emoción de la noche.
Todos; socios e hinchas, periodistas, el resto de los dirigentes, nos encontramos que no hubo Fiesta del Centenario cuando ya era tarde. Hubo sí un impactante escenario, fuegos artificiales, desfile de los campeones Conmebol 96, el Apertura 07, la Sudamericana 2013, y una sola persona tratando de acaparar la noche: Alejandro Marón. Como si la historia granate empezara después de su aparición como dirigente, el escenario fue sólo suyo, mientras todo lo importante que nos pasó en los cien años de vida del club Lanús, y sobre todo los muchos protagonistas del mayor milagro del fútbol argentino, asisten azorados a esta impensada declaración de guerra a la Unidad, exigen una explicación, y la urgente normalización institucional. Algo hay que hacer. La otra sería quedarse piolas, esperando el bicentenario.