martes, 2 de diciembre de 2014

La semana en pocas palabras

Informe Económico Semanal del Banco Ciudad 

Al final de esta semana, el INDEC divulgó que la industria se contrajo en octubre un 1,8% con respecto a un año atrás, acumulando una baja de 2,6% en los primeros 10 meses de 2014. Si bien las estadísticas oficiales admiten 15 meses de caída consecutivos, estos datos no dejan vislumbrar, en toda su dimensión, la magnitud de la recesión que atraviesa la industria.
De acuerdo al Índice de Producción Industrial de FIEL (IPI-FIEL), la producción manufacturera arrojó una baja interanual del 6,1% en octubre, el triple que la informada por el INDEC, acumulando una contracción del 4,7% en los 10 primeros meses del año, es decir, el doble de la que se desprende de las mediciones oficiales.
A nivel agregado la película es la misma. Mientras que el Estimador Mensual de Actividad Agregada (EMAE) del INDEC computó una baja del 0,2% interanual en septiembre (último dato disponible), acumulando un crecimiento nulo en los primeros 9 meses de 2014, este estancamiento compara con una contracción de la actividad económica del 3,9% interanual en octubre y del 2% en los primeros 10 meses del año de acuerdo al IGA de Ferreres, observándose en prácticamente la mitad de los bloques económicos caídas superiores al 3% interanual.
Según esta medición privada, el comercio al por mayor y menor se contrajo un 6,6% anual en octubre, casi 3 puntos por encima de la caída de la actividad agregada, acumulando una baja del 4,4% en lo que va de 2014. El consumo, sostén del crecimiento en la última década, hoy
es una de las variables que arrastra al resto de la economía a la baja. Como ya se mencionó, la industria también lidera la caída, explicando la crisis del sector automotriz gran parte de esta dinámica recesiva (la producción de autos disminuyó un 19,5% en octubre). En la misma línea, el transporte y las comunicaciones también se contraen por encima de la media (-4,6%), mientras que otra actividad fuertemente golpeada, que hasta el año pasado exhibía un gran dinamismo, es la intermediación financiera, que en octubre presentó su mayor caída del 2014 (-9,2% interanual), en un marco de fuerte disminución de los depósitos y los préstamos medidos en términos reales (ajustados por inflación).
En lo que respecta a la economía real, tal vez la única buena noticia se vincule a que el ritmo de contracción parece haber cedido marginalmente, tras el derrumbe que siguió al default parcial de la deuda pública. En octubre, la actividad agregada se habría contraído sólo un 0,1% respecto a septiembre, ritmo sensiblemente menor al verificado en el tercer trimestre (-1,7%). En el caso de la industria, la dinámica resulta similar, con una disminución mensual de 0,6% en octubre, tras contraerse 1,3% en el último trimestre, según la medición de FIEL. En este sentido, si bien la actividad económica sigue en baja, lo hace menos pronunciadamente, un consuelo con sabor a poco si se tiene en cuenta la performance de otros pares regionales.
Finalmente, en materia de comercio exterior, las cifras divulgadas por el INDEC dejan entrever que en octubre continuó la caída de las exportaciones (-16% anual), baja que no pudo ser compensada por la disminución de las importaciones, asociada a la recesión y las trabas comerciales oficiales (-14%). Como resultado, se produjo una nueva contracción del superávit comercial (-39%), es decir, el único ingreso genuino de divisas, en la medida que los préstamos que hoy está tomando el Banco Central para sostener las reservas (swap de monedas con China, préstamos del Banco de Francia, acuerdo con cerealeras) son de carácter más transitorio que permanente.
Este menor ingreso genuino de divisas es el que realmente preocupa y trasluce las dificultades que enfrenta la economía argentina para conseguir dólares frescos por la vía productiva. Las ventas al exterior hoy se ven afectadas por una combinación de factores exógenos, como la caída del precio de la soja y la menor demanda de Brasil, pero también endógenos. Estos últimos, auto infligidos, se vinculan a la pérdida de competitividad asociada al retraso cambiario derivado de un tipo de un cambio oficial virtualmente fijo, la discrecionalidad para exportar productos terminados e importar insumos, la caída estructural en la productividad laboral y la menor prefinanciación del exterior que siguió al ingreso en una nueva cesación de pagos.
Nuevamente, buscando ver la mitad llena del vaso, varios de estos elementos se podrían revertir en un futuro, con un cambio en las reglas de juego, lo cual explica cierta mezcla de escepticismo a corto plazo y optimismo en un horizonte más amplio, más allá de 2015, de parte del empresariado y la sociedad civil en su conjunto. El mundo sigue brindando oportunidades, sólo hace falta salir a aprovecharlas.