por Omar Dalponte*
omardalponte@gmail.comNadie puede asegurar que es lo que va ocurrir en las elecciones de agosto y de octubre del año próximo. Pero lo cierto es que al día de hoy todo parece indicar que al oficialismo no hay con que darle. Por un lado tenemos un gobierno que no pierde la iniciativa y es una máquina de producir hechos, tanto en lo que se refiere a la realización de obras como a golpes de efecto que confunden y achican a la oposición de la política partidaria. Antes, por ejemplo, cada vez que la presidenta padeció un problema de salud, la alegría se reflejó en los rostros del cipayaje y no fueron pocos los que se frotaron las manos creyendo que la debilidad de Cristina por fin era un hecho concreto e irreversible. Algunos como el periodista que dice ser médico, Nelson Castro, diagnosticaron males que nunca llegaron y el gorilaje de diferentes pelajes soñó con desenlaces fatales. Finalmente todo pasó al revés: después de cada de inconveniente sufrido, Cristina reapareció con más fuerzas y coraje, redoblando apuestas y proponiendo acciones para la profundización del modelo kirchnerista. Para colmo, invariablemente, adornó sus propuestas y decisiones con finas ironías que llevaron y llevan a los adversarios más duros a masticar su bronca con dolorosa impotencia. Ahora, después de tantos cachetazos recibidos, cuando ocurre un resfrío presidencial los mismos agoreros y pronosticadores de desgracias tiemblan ante la posibilidad de una reaparición mucho más contundente que, definitivamente, los mande de cabeza a un pozo ciego. A pesar de todas las críticas, maniobras destituyentes, burla groseras de bufones y bufonas de cuarta categoría y de los ataques despiadados de los buitres de afuera y de adentro, hoy la imagen presidencial es muy valorada, y según dicen los que saben, en la actualidad triunfaría con cierta comodidad el kirchnerismo si las elecciones se realizaran en lo inmediato.
Entretanto, las herramientas electorales del peronismo kirchnerista se aceitan para las tareas
por venir. Desde que asumió al frente del PJ Fernando Espinoza, intendente de La Matanza y firme candidato a la gobernación de la provincia de Buenos Aires, organizó una serie de actos en varios puntos del territorio bonaerense con la presencia de intendentes, legisladores y funcionarios de los gobiernos nacional y provincial demostrando un poder de convocatoria realmente importante. En momentos de cerrar esta nota se ultimaban detalles para lanzar la rama juvenil del PJ en un acto en la ciudad de La Plata que prometía ser multitudinario. Esta nueva expresión orgánica del PJ seguramente enriquecerá la militancia kirchnerista de los sectores de juventud que, felizmente, vienen accionando desde hace tiempo encuadrados en el Movimiento Evita, La Cámpora, Nuevo Encuentro y demás organizaciones políticas y sociales. Esta diversidad, en tanto formas acertadas de construcción política, abona positivamente a las particularidades movimientistas del kirchnerismo que, como hijo, continuación y parte indisoluble del peronismo, adquiere mayores posibilidades de crecimiento cuando alberga en su seno a diferentes encuadramientos que reflexionan, discuten organizan, generan ideas y movilizan al conjunto de la militancia.
Así es que cuando se habla de fin de ciclo kirchnerista más crece la fuerza liderada por Cristina. Se agranda. Como se agranda la figura presidencial cuando, como cualquier ser humano, la toca afrontar algún problema de salud y luego emerge con toda su brillantez.
Ante estas realidades uno piensa que la oposición que anida en las diferentes organizaciones políticas debería "apiolarse" para no tener destino de calesita loca. Pero en fin: cada quien que fracase como más le gusta. Hoy leímos al calificado periodista Luis Bruschtein en Página 12 y por la claridad y riqueza de su trabajo nos permitimos transcribir textualmente un fragmento del mismo, convencidos de que opositores y muchos de los que votan con resentimiento deberían conocer y tener en cuenta.
"La estupidez del final de ciclo es una fantasía propagandística electoral. La oposición actúa como si realmente el kirchnerismo fuera a perder las presidenciales o como si después de ellas el kirchnerismo dejara de existir. Tal como se presentan las encuestas, tiene más posibilidades de ganarlas que la oposición. En el peor de los escenarios para el oficialismo –perdiéndolas–, aun así podría llegar a mantener el control del Congreso o ser la primera fuerza de oposición. Mantendría una potencia de fuego mayor de la que tiene ahora cualquiera de los partidos opositores. Si en esas condiciones el kirchnerismo replicara la estrategia de obstrucción opositora cerrada, no habrá fuerza política que pueda gobernar. Será imposible designar jueces, aprobar leyes o diseñar políticas de Estado; sin hablar de la demostrada capacidad de movilización del kirchnerismo en la calle. Si la estrategia de la oposición se basa en ese famoso final de ciclo, está llevando estúpidamente el país a un callejón sin salida. Ganen o pierdan, las fuerzas políticas conservadoras tienen que aceptar que deberán convivir en forma democrática con esta fuerza popular, a veces en mayoría y a veces en minoría. Jugar al todo o nada como está haciendo la oposición sobre la base de una hipótesis falsa, empuja al país a la nada". Cosas muy parecidas escribimos hace meses en nuestro semanario. Quienes nos siguen, con seguridad lo recuerdan. Salute.
(*) Miembro de Iniciativa Socialista