por Marcelo Calvente
Todo venía dentro de lo previsible hasta la
fecha 14ª: River lideraba invicto y daba a entender que no había con que darle.
Lanús sumaba y no perdía, pero desperdiciaba las escasas posibilidades de acortar distancia. Primero,
cuando después de tres victorias al hilo recibió al puntero por la 9ª fecha. El
equipo de Guillermo se puso en ventaja, pero en el tramo final no pudo sostener
el resultado y tuvo que conformarse con el empate. Enseguida volvió a la
victoria frente a Central en Rosario, mientras el puntero empataba con Boca. Y
cuando debía dar el zarpazo ante Godoy Cruz en casa, estando 2 a 0 arriba, otra vez la
distracción, y en pocos minutos el humilde Tomba le convirtió tres goles. Por
suerte pudo alcanzar el empate sobre el final. Mientras tanto, River recuperaba
la diferencia de puntos, superando a Newell’s en Rosario, a Belgrano en Núñez y
a Rafaela de visitante, y Lanús despachaba a Central y a San Lorenzo. Por
entonces los que habían arrancado bien, ya se habían ido bajando de a uno.
Primero Vélez, después Newell’s, enseguida Racing, solo Independiente se
sostenía en pelea, aunque atado con alambre. La fecha 14 se suspendió. Y en la
fecha 15ª, un día antes de que Independiente pierda con Gimnasia en Avellaneda
dejando una muy pálida imagen, y dos antes de que River empate con Vélez en
Liniers, Lanús obtiene una victoria de manera increíble ante Arsenal,
convirtiendo dos goles entre el quinto y el sexto minuto de descuento, y el fútbol
argentino en su conjunto explotó por los aires.
Me lo sigo preguntando hasta hoy: ¿Cómo fue que sucedió? ¿Porqué la
prensa especializada en general se encolumnó para minimizar la enorme victoria
lograda por Lanús y
decidió ajusticiar a un árbitro por lo único que hizo bien
en todo el partido? ¿Porqué casi nadie destacó la actitud bochornosa de Palermo
y sus secuaces? Para colmo, apareció el bufoso y la campaña en contra del Grana
se instaló en las primeras planas de todos los medios nacionales, de cualquiera
de las veredas ideológicas existentes. Confieso que por esos días la pasé mal. Todos
estaban en contra de Lanús. De repente la entidad modelo, para ideólogos de la
calaña de Hugo Balasone, Gustavo López y otras luminarias del periodismo
deportivo, sumados a notables del saber nacional, como Fernando Bravo, todos le
apuntaban indignados a Lanús. Recuerdo lo imposible que era hablar con los
amigos hinchas de otros cuadros, con el carnicero de la esquina, con la propia
Doña Rosa. Ahí empecé a comprobar lo que ya sospechaba: El fútbol argentino todo
está podrido de Lanús, del crecimiento institucional, de las participaciones
internacionales, del protagonismo en cada torneo que juega, y se lo hicieron
saber. Y eso no puede haber pasado desapercibido para los jugadores granates.
La cuestión es que Lanús, por la postergada fecha 14ª, fue goleado 3
a 0 por Tigre a primer turno, entregando una pésima
actuación a lo largo de los 45 minutos que se debían, y se volvió sin esperanzas de Victoria. Pero más
tarde River de local cae ante el Pincha e Independiente empata con Arsenal al
día siguiente. Y Racing, que lograba su tercera victoria consecutiva, con un
triunfo raro y afortunado ante Quilmes, se prendía en la lucha por el título. La
cuestión es que anoche Lanús cerraba la 16º fecha con la oportunidad de
alcanzar por primera vez a River para compartir la punta, seguido por Racing
con dos unidades menos. Solo había que derrotar al alicaído Independiente.
Anoche Lanús abrió el marcador al minuto de juego con una gran combinación
ofensiva: pase de Ortiz al Laucha a espaldas del último hombre de Independiente,
corrida firme, cómodo toque hacia Romero y gol de Lanús. El dominio se mantuvo
durante los primeros veinte minutos. Una vez más, el mejor escenario como para
pasar a manejar el partido y el campeonato. Pero como cada vez que consigue la
ventaja, aparece el desmoronamiento defensivo. Cada vez que un el rival en
desventaja se vuelca al ataque, el fondo granate primero recula y luego se desarma,
a punto tal que ni siquiera salen las contras rápidas para los de arriba. Y en
Avellaneda, ante el partido que había que ganar, cuando la esperanza estaba más
arriba que nunca, la secuencia conocida volvió a suceder, a los 27’ y a los 35’ llegaron los dos goles de
Independiente para darlo vuelta, y en el complemento, con las expulsiones de
Monteseirín y Velázquez, cerca del final llegaron otros dos goles que pusieron cifras
catastróficas, y la peor imagen que Lanús podía dejar.
Supongamos que en las próximas dos jornadas, y pese a las falencias
exhibidas, el equipo de Guillermo obtiene los seis puntos en disputa ante dos
adversarios muy accesibles de manera consecutiva como Gimnasia y Boca en La Fortaleza , donde suele
ganar, y no sería descabellado que así fuera. Que Racing y River empaten, y que
River después no pueda con Banfield, que viene amagando con que alguna vez va a
ganar un partido. Supongamos que Racing empate o pierda en Rosario ante Central,
tampoco sería nada raro. Ponele que el Rojo empate con Boca y le gane a
Newell’s, o viceversa, pero supongamos que sume 4. Puede suceder, decía Tu Sam.
Si todos estos resultados se dan, en la última fecha Lanús -con 36 puntos-
visitará a la Lepra , River -con 35- a Quilmes, Independiente -con 34- a Belgrano, y Racing, también
con 34, recibe la visita de Godoy Cruz..
Con una mano en el corazón, si llegara a suceder que Lanús dependa de sí mismo
en la última fecha: ¿no volverías a depositar la confianza en el equipo, no renovarías
la esperanza de, por fin, volver a ser campeón? Sabelo, puede pasar: Lanús
todavía tiene chances de lograrlo, casi las mismas que River, Racing e
Independiente. Más raro fue aquel verano que no paró de nevar, canta Sabina. Y
también puede ocurrir que Newell’s le termine ganando por goleada y con baile,
no tengas dudas, porque con este equipo todo es posible.