¿Presidente o capanga? |
Pero más que al resultado de la sesión es interesante reflejar lo acontecido fuera del recinto, mientras se realizaba la reunión de la comisión de Labor Parlamentaria en el despacho del presidente.
En los bloques y pasillos las reuniones ocasionales abundaban: cada uno hablaba con cada cual sobre el resultado de la votación y en la comisión se gestaba una presión insoportable sobre los ediles opositores, a quienes la secretaria Alicia Márquez les informaba que si no
“bajaban” el decreto de interpelación le haría un sumario a la jefa administrativa Silvana Recalde por haberlo aceptado e incluido en el orden del día. (Este es el tecnicismo al que aludía La Defensa ayer).
Héctor Bonfiglio, el presidente, asentía. No haré otros nombres, pero la planta administrativa estaba en ascuas porque en el camino podían quedar también relatores y otros empleados que se esfuerzan por llevar adelante una labor que no es fácil, pues son ellos los que llevan adelante el funcionamiento del concejo. Y tienen que cumplir con las solicitudes de todos, asesorar, explicar ordenanzas y resoluciones, buscar en el digesto y ser obedientes de las indicaciones del presidente. No se quejan: es su labor pero a veces quedan expuestos a los antojos de un poder que no sabe o no quiere resolver los temas políticos que plantean dificultades.
Entre los empleados el ambiente era tenso. Silvana, discreta como siempre, se mantenía moderada y expectante, pensando seriamente en pedir el pase a otro lugar, dentro de la planta municipal. Es una empleada de carrera, fuente de consulta de concejales que arriban sin saber demasiado de sus misiones y funciones y que más de una vez no encuentran ni el cordón de sus zapatos.
Distintas fuentes revelaron que los ediles, frente al “apriete” del presidente, reunieron a los empleados y los tranquilizaron: si los tocaban o sumariaban o los perjudicaban, Bonfiglio perdería la presidencia en ese mismo día, en la sesión. Y se lo dijeron. Mientras, Daniel Píccolo dijo que harían paro los trabajadores y el Concejo dejaría de funcionar, los concejales de la oposición estaban enojados de veras. “Eso, lo de Bonfiglio, no se hace –coincidieron-. No se puede usar a los trabajadores para lograr su cometido”. En voz baja, algunos oficialistas manifestaron estar de acuerdo con esta opinión.
Lo que dio origen a todo este entramado de presiones fue el modo en que los ediles no oficialistas, reunidos en la comisión de gobierno, pudieron sacar por mayoría el dictamen del decreto por el que se interpelará a González sin expediente previo. Los oficialistas dicen que está en contra del reglamento interno y los opositores muestran antecedentes de casos en los que el oficialismo actuó de forma similar. O sea: “cuando les conviene se puede por los usos y costumbres y cuando no les conviene se aferran al reglamento”.
Fue inútil que Jorge Montero alegara cosas como “nos quieren apretar con el número, se creen que porque tienen el número pueden hacer lo que quieren”, e innumerable cantidad de frases similares. Escucharon a Omar López, escucharon a Montero y no contestaron ni debatieron. La oposición, como una sola, logró que se levantaran quince manos apoyando el decreto. Y alguien, en voz baja, musitó: “Ahora saben lo que nosotros sentimos todo este tiempo, cuando no atendían razones. Hoy tomaron un sorbo de su propia medicina”.
Los bloques opositores saben que pueden si se unen. Auguran vientos de cambio en el HCD, en donde -dicen- comenzarán a hacer valer el número que los favorece. Van por más interpelaciones a otros secretarios “porque es hora que rindan cuentas”. En la lista estarían los de Salud, Protección Ciudadana, Infraestructura y tal vez Hacienda. Pero Gabriel Di Massi y Cristian Bossio no terminan de alinearse con la oposición: Ayer aprobaron la convalidación de la obra en la plaza Belgrano y le dieron al intendente los votos necesarios para seguir adelante sin saber cómo, en una plaza, gastará 27 millones de pesos.
Hay que aguardar para ver si continuarán en esta tesitura porque ya se sabe: en política se cambia de opinión según funcionen los acuerdos.
Marta Santos