por Marcelo Calvente
La cuestión es que hace seis días, después de una muy pobre actuación,
Lanús consumaba una enorme hazaña deportiva, con armas limpias, haciendo un
esfuerzo descomunal en el último minuto de los cinco adicionados más que
justificadamente por Andrés Merlos, y conquistando el empate parcial de manera
más que lícita. Los bufones Palermo y Abbondanzieri, los responsables de la
táctica del desmayo en cadena que empleó su equipo a partir de estar en
ventaja, irrumpieron en escena para expresar su desacuerdo con que Merlos
devuelva los minutos que ellos, adrede, habían perdido. Los juglares del reino,
siempre amigos de los bufones, empiezan la cacería de Merlos, acusado de haber
hecho mal lo único que hizo bien en su noche más negra. Pero resulta que Merlos
no tuvo mejor idea que devolver aunque sea uno de los muchos más minutos que
los bufones volvieron a perder explicando que no habían perdido tantos minutos,
con lo que no hicieron más que volver a demorar el reinicio de las acciones
para el pitazo final que el estadio descontaba, cosa que el árbitro hizo
absolutamente dentro del reglamento, ya que sólo él tiene la potestad de
adicionar el tiempo que considere justo. En la primera jugada de ese minuto
Arsenal lo pudo ganar, pero en la contra, lo ganó Lanús Y los juglares, protegiendo a los bufones, le
cayeron con saña inaudita. Parece que es complicado de entender, aunque la
explicación sea sencilla como un cuento infantil. Al unísono, los periodistas
comenzaron a expresar su reprobación a lo que estaban viendo. “¡Pero cómo puede
ser!” “¡pero mirá que bochorno!”. “Éste señor no puede dirigir más” dice Closs,
ese que tan bien relata los partidos. Pero ni él ni los impresentables
periodistas de
Y cómo son muchos adjetivando lo mismo,
algunos redoblan la apuesta. Uno pone a consideración el partido Racing-Lanús
tratando de encontrar las acciones en las que el poco afortunado Merlos
favorece a Lanús con algún fallo, sin poner las que lo hace en favor del rival.
Ni hablar de revisar los otros dos partidos que lo dirigió, en las que lo
bombeó de lo lindo, en uno fue tan alevoso que Marchesín casi lo ahorca, ¿te
acordás? No señor, patíbulo para Merlos, que si no es un corrupto, seguro que
tiene una tía que vive en Lanús. En eso aparece Guillermo Marconi, el Augusto
Timoteo Vandor del referato argentino, y cuando uno piensa que va a respaldar a
Merlos, le pega cuatro tiros como a Rosendo García en La Real de Avellaneda. Y como si
todo esto fuera poco, en la cancha apareció un señor armado, con la pistola a
la cintura, bien visible, en el medio de la espalda. Para qué. Vuelven los
mismos adjetivos, pero ahora contra el Club Atlético Lanús. Y en un abrir y
cerrar de ojos, los buitres del fútbol apuntan contra el club ejemplo: qué se
han creído, venir a joder con un superávit tras otro, con tanta obra, con tanto
pelear campeonatos…
Suelo enorgullecerme por haber tenido a Leandro Contento como compañero,
de haberle dado la chance de probar suerte en el periodismo partidario cuando
apenas tenía 16 años, y más me enorgullece que entre miles de postulantes, mi
amigo haya logrado ingresar a un medio nacional como Olé, luego de una
extraordinaria pasantía en 2010. Nadie conoce mucho más que yo sobre Leandro,
su don de gente, su honradez y su pertenencia al barrio y a los colores del
club. Eso es por un lado. Por el otro me da mucha pena tener que criticar a un
dirigente del club Lanús. Es que estoy acostumbrado a señalar que son los
principales hacedores de este milagro que está protagonizando la entidad de la
que soy socio vitalicio, y lo vengo haciendo desde mucho antes de que el fruto
del trabajo dirigencial de los últimos 15 años estuviera a la vista. Pero
siempre, la verdad es una sola.
Cuando Contento advirtió que la foto del hombre armado iba a ser
publicada por el diario, tuvo la deferencia de poner sobre aviso a Alejandro
Marón, uno de los mejores dirigentes de la historia del club, que le atendió la
llamada, declinando hacer cualquier aclaración, y recriminando la supuesta
campaña en contra de Olé contra el Grana, cosa que todos los periodistas
sabemos que no existe, al menos no en particular, más allá del desprecio
profesional que el diario deportivo tiene por las entidades de menor
convocatoria del fútbol argentino, porque es un medio gráfico creado como
negocio, y tendrá vida mientras siga siéndolo. Esa es su razón de ser, y está
muy por encima de si tal director es de Banfield o si a tal otro, de chico, lo
engañó una novia que simpatizaba por Defensa y Justicia. Leandro Contento fue
comprensivo con el presidente, y no dijo que tanto él, como los otros dos
dirigentes que consultó al respecto, se negaron a dar explicación alguna, y
tampoco hizo referencia al respecto su compañero Luis Calvano, autor de la nota
del no uniformado armado.
De esta forma debió haberse acabado la cuestión, sobre todo pensando que
Lanús está en carrera por el título. Sin embargo no fue así, y acá es donde
creo que el presidente y quienes lo asesoran en estos temas se equivocaron,
porque la cuestión del hombre armado en el campo de juego merecía una
explicación mas seria, y sobre todo porque mientras tanto se conocían graves
hechos de violencia y de muerte entre dos hinchadas, y no surgía otra noticia
que sirviera para dar vuelta la página. Lanús entró en la provocación, y apuntó
contra Clarín y Olé, un poder que está más que entrenado para la guerra, y
cuando le llegó el ataque frontal se defendió denunciando la falta de pago de
la cuota social del joven periodista, lo que comúnmente se llama matar al
mensajero. Pero lo más grave, lo que me obliga a explicar esto, es que el club
envió un comunicado que llegó a la dirección del diario manifestando que la
llamada de Contento no había existido. Por suerte para mi amigo y su fuente de
trabajo, la misma estaba registrada en su teléfono como atendida por Alejandro
Marón en persona.
Mientras algunos colegas periodistas e hinchas de Lanús apuntan sobre
Leandro Contento haciendo un gran esfuerzo para no decir la verdad, con la
carga de una semana extraña y un contexto confuso, el Grana fue superado por
Tigre claramente por 3 a
0, en tanto en el Monumental, River desperdiciaba su chance de cerrar el torneo
perdiendo ante Estudiantes. Por eso, porque todavía Lanús está en carrera, es
hora de que las cosas retomen su cauce natural, y se eviten situaciones como la
del viernes, con el hombre armado, o como la golpiza que sufrió en la Platea Norte un hombre
acompañado por dos niños en ocasión del encuentro ante San Lorenzo -porque
supuestamente era hincha de la visita-
no sigan ocurriendo.