El jueves pasado a eso de las 11:00, estaba como parroquiano un veterano municipal retirado, cuando arribó al bar Dolce Vita, de Iberlucea 2824 un inspector municipal, que le requería al patrón algo que éste le decía que no tenía porqué tener. En un momento levantando la voz, el inspector municipal le dijo al dueño del bar: —¡Aquí las cosas son así y si no te gustan volvete a tu país!
“El patrón del bar es un guatemalteco muy ceremonioso, que nunca le faltó el respeto al inspector, por eso siento más vergüenza, como argentino y como municipal”, le dijo el testigo ocasional del hecho a La Defensa.
Después se supo que el inspector -que debería asistir obligatoriamente a clases de derechos humanos- es Javier Mezada y revista en la Dirección de Gestión Fiscal.