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martes, 5 de agosto de 2014

La verdad sobre los embutidos

por Alejandro Chitrangulo

Salchichón, chorizo, jamón, matambre Solemos acusar a los embutidos de todos los males pero, a pesar de lo que se dice de ellos, tienen cosas buenas. Datos útiles para valorarlos en su justa medida.
Son muy calóricos
Todo depende del tipo de embutido. Los embutidos y fiambres son muy variados y eso hace que el contenido en grasas oscile entre unos productos y otros. El jamón cocido, y sobre todo el desgrasado, aporta menos de 115 calorías por 100 gramos, menos que el pollo. El jamón crudo contiene entre 200 y 250 calorías por 100 gramos, menos que una bolsa de papas fritas. El paté y el salchichón aumentan considerablemente la suma: la mayoría de los patés contienen entre 300 y 320 calorías por 100 gramos. Contrariamente a lo que podría pensarse, el embutido más calórico es el salame, con 550 calorías.
En conclusión, si los variamos y si limitamos los más calóricos a las grandes ocasiones, los embutidos no deberían ser un problema.
Sólo contienen grasas saturadas
Los embutidos aportan alrededor de un 40% de ácidos grasos saturados. En su mayoría están compuestos de ácidos grasos insaturados. Cerca del 50 por ciento de estos lípidos son ácidos grasos monoinsaturados. Los embutidos también contienen ácidos grasos poliinsaturados, esencialmente bajo la forma de omega 6. Atención, no todos son iguales. 100 gramos de jamón sólo contienen 10 gramos de lípidos, la misma cantidad de salchichón contiene más de 40 gramos. De modo que ojo con los excesos, la mayoría de los embutidos
son extremadamente grasos y es mejor erradicarlos de la dieta si se tiene colesterol alto.
Un dato alentador: algunos ofrecen mucha cantidad de hierro y vitaminas del grupo B.
Llenos de aditivos y de conservantes
Entre los embutidos encontramos de todo y a todos los precios. Algunos embutidos se hacen de manera artesanal y a partir de ingredientes seleccionados cuidadosamente. Otros, más comunes, contienen estabilizantes, colorantes, conservantes y demás aditivos.
Hay un mundo entre un jamón Pata Negra y el que se vende de oferta o entre una salchicha de Francfort y una de paquete. A veces, el tipo de embalaje y el punto de venta del producto ofrecen una pauta sobre su calidad. En el supermercado, las denominaciones y las etiquetas permiten elegir con conocimiento de causa. La mención “superior” indica simplemente que el producto tiene más cantidad de productos nobles y menos aditivos que el estándar. Para que se califiquen de tradicionales o artesanales, los embutidos no deben contender ningún colorante y el número de aditivos debe ser muy reducido. La denominación “de campo” significa que la fabricación tuvo lugar en un establecimiento que utiliza técnicas no industriales.
Contienen mucha sal
Tradicionalmente, la sal se utiliza como conservador y para realzar el sabor. Los embutidos más salados son el jamón crudo, que contiene 6,5 gramos de sal por cada 100 gramos de producto, y el salchichón, con 4 gramos por cada 100. El paté y el resto de los embutidos cocidos (jamón, salchichón, lomo) tienen una cantidad de sal cercana a los 2, 5 gramos por 100 de producto. Los embutidos contribuyen a subir los niveles de sal y el exceso es nefasto para la salud. Las cantidades de sal recomendadas hoy en día se sitúan en torno a los 1,5 o los 2,5 gramos diarios, dependiendo de la edad y si se sufre de hipertensión. Un consejo a la hora de comerlos: no salar el resto de alimentos que acompañen el plato.
Fuente: Doctissimo