por Lisandro Martínez*
lisandromartinez47@yahoo.com.arLa burguesía nacional argentina desde sus inicios funcionó de abre puertas a intereses extraños a la nación. Cumplió el triste rol de entregadora como la Malinche. Su más alta aspiración no fue la independencia nacional y política sino que le permitieran comer las sobras del banquete del saqueo al que se sometió y se somete a la república.
Es exacta la formulación que hizo de este fenómeno un revolucionario del siglo XX: “Las burguesías nacionales de los países sometidos son un enano entre dos gigantes: el imperialismo y la clase obrera”.
Hay una unidad fundamental de intereses económicos y sociales entre el imperialismo y la clase dominante nativa. Lucran uno y otro con el atraso del país sacando ganancias extraordinarias.
La función de las burguesías es de servidumbre a la metrópolis o al monopolio. Como clase social parasitaria arbitra entre los gigantes para obtener del despojo los mayores beneficios, ejerciendo una dictadura sobre los trabajadores del país dependiente evitando se organicen y expulsen a los expropiadores de los recursos naturales.
En 1880 cuando el capitalismo inició su desarrollo en Argentina, uno de sus más calificados pensadores -frustrado por su propia clase- agregó al himno nacional la estrofa: “Calle Esparta su virtud/ Sus hazañas calle Roma/ ¡Silencio que al mundo asoma/ La gran deudora del Sud!”
Los K, una expresión de esa clase social, no zafan de su genealogía y actúan respondiendo a
su genética. Hoy en la decadencia han perdido incluso la brújula de clase y actúan sólo en defensa de la caja de la camarilla.
Un dato que ilustra la malversación de créditos internacionales lo dio Wen Jiabao, el premier chino, cuando le manifestó a CFK su malestar por los fondos para el mismo proyecto ferroviario que en su momento giró Beijing y que nunca se vieron los resultados” (www.Urgente24, 26/06/2012)
Con la luz verde de la oposición, los ferrocarriles en Argentina resultaron ser una plataforma formidable de negocios con sobrefacturación millonaria de obras públicas largamente anunciadas y varias veces sobrepresupuestadas.
Hasta la emboscada de Barracas en 2010 donde asesinaran a Mariano, la conducta de la Burguesía Nacional -reconstruida por NK- fue desinvertir violentando toda norma legal y apropiándose de los subsidios desde 2002. Los concesionarios ferroviarios que actuaban en combo con el gobierno no distraían una moneda. La masacre de Once con 51 muertos obligó a CFK a tomar otro menú de negocios simulando encabezar “la renovación ferroviaria”.
La letra chica del contrato de vasallaje y sometimiento de la nación firmada con los chinos el 23/7/2014 clarifica que en lugar de acciones épicas de Kicillof y Cristina estamos ante procedimientos delictivos y reñidos con la defensa del interés público.
Con la llegada del presidente XI Jimping, el gobierno firmó con bancos y empresas chinas la financiación para rearmar el Belgrano Cargas, un ferrocarril que en 10 años ya batió el récord de anuncios con chinos de distintas empresas.
El gobierno de la epopeya Nac&Pop le concedió a la potencia extranjera beneficios y atribuciones que sólo encuentran parangón con las entreguistas renegociaciones de la deuda de los últimos 50 años o con el empréstito Baring Brothers.
El contrato para reconstruir el Belgrano Cargas con material chino tiene su decreto 1090/2014 publicado en el Boletín Oficial el 23/7/2014 y tiene un anexo de más de 400 fojas tan secretas como los acuerdos con Chevron y el Club de París. Emblemáticamente el “Convenio de Crédito Comprador” se enmarca en el Convenio de Cooperación Económica Argentina China, firmado por la dictadura Militar en 1980.
El holding chino CMEC y los bancos CDB e ICBC tienen un trato tan preferencial que subordina a la Nación Argentina a aceptar cláusulas contractuales leoninas:
1. Argentina antes de recibir el crédito debe desembolsar u$s 371 millones como pago adelantado.
2. En el apartado 1.10 del convenio (top secret) foja 2054 se titula “Ausencia de garantías”: “No existe ni existirá garantía alguna sobre los materiales, piezas, activos y equipos que deban entregarse en virtud del contrato comercial”. Esto clarifica que la operación no está destinada a mejoras en el servicio sino a la apropiación de fondos que pueda rasguñar el funcionariado.
3. “Todo arbitraje que tenga relación con documentos financieros deberá ser acordado a leyes de la Cámara de Comercio Internacional. El lugar del arbitraje será París. El derecho Inglés. Toda sentencia que dicten tribunales de Inglaterra, demanda judicial o proceso contra Argentina, sus bienes, activos o ingresos resultantes del convenio financiero, será vinculante para Argentina”. Vuelven otra vez a que la deuda ilegal e ilegítima ahora contraída por los K esté bajo jurisdicción de tribunales extranjeros.
4. Argentina pagará al Banco CDB una “comisión de gestión” del 0,2% del monto crediticio total: u$s 4,2 millones en cuatro cuotas iguales en un plazo de 3 años. Y dos comisiones más: una “de apertura” de u$s 10 millones equivalente al 0,5% del total del préstamo en 36 meses y otra “de compromiso” del 0,125% anual desde la firma del convenio hasta su utilización total.
5. Argentina pagará a los bancos CDB e ICBC u$s 300.000 por “gastos de transacción” del Convenio de Crédito, más viáticos, mensajerías, teléfonos e impuestos por la “negociación, preparación, impresión, celebración, sindicación e inscripción del citado Convenio y de cualquier otro documento financiero posterior”.
6. Argentina asegurará que los reclamos de los prestamistas contra los montos pagaderos son y serán obligación irrevocable, directa, general e incondicional ubicada en igualdad de condiciones (paripassu) en todo respecto junto a los endeudamientos externos de los demás acreedores quirografarios de la deuda externa de la República Argentina.
7. Argentina asegurará que no someterán las obligaciones del presente contrato al Club de París para reestructurar o acordar que dichas obligaciones sean incluidas en un plan de reducción de deuda del Banco Mundial, el gobierno de China y/o el FMI.
Kicillof y Cristina, altos funcionarios de una semicolonia, en lugar de establecer una punta para independizarnos asumen un servilismo humillante frente al capital imperialista y para cuidar su caja aceptan el vasallaje e imponen el secreto comercial.
¡Que se abran los libros!
(*) Del Partido Obrero