por Marcelo Calvente
Lanús volvió a la victoria, y fue
con justicia, aunque tuvo la suerte que tantas veces le faltó. Venció
merecidamente a Estudiantes por 2
a 1, un rival que últimamente se le había tornado
difícil de superar. Lejos estuvo el equipo de Guillermo de sus mejores brillos,
es lógico, todavía está en etapa de recuperación de la línea futbolística
perdida, y aún no se han logrado insertar en el funcionamiento colectivo los
recién llegados. No obstante, con algunas buenas actuaciones individuales y el
esfuerzo por superarse del resto, le alcanzó para ser más que Estudiantes. La
otra materia aprobada tiene que ver con lo temperamental: el equipo rival, con
la anuencia de Pitana, apeló a la agresión lisa y llana, y Lanús, sin dejarse
llevar por delante, tampoco se dejó sacar ventaja numérica en los empujones de
rigor. Uno no tiene conocimiento de que Pitana sea hincha del Pincha, por eso
debería explicar porqué no aplicó la ley en las tres oportunidades en que un
jugador de Estudiantes agredió directamente a uno de Lanús. El reglamento es
claro al respecto: Cuando un puntapié no busca la pelota sino la humanidad del
rival se pena con expulsión directa. Yo que Pitana declaro que de chiquito fui
hincha de Estudiantes…
La victoria granate se sostuvo en
las buenas actuaciones de Araujo, Somoza, Acosta y el paraguayo Ayala -autor de los dos goles- más
el esfuerzo y la entrega de todos los demás, con Silva a la cabeza. Y también
gracias a la fortuna, que le caramboleó los dos remates del volante granate. En
el primero, un tiro libre directo desde la izquierda, con el área poblada, el
consabido pique en la cara del arquero, algo habitual de los remates del
guaraní, que en este caso no tenía
destino de gol sin la pifia bestial de Auzqui en el primer palo que sorprendió
a un arquero falto de reacción. Fue a los 18 de juego, un trámite muy luchado
en el que ninguno creó peligro real, con una leve superioridad de Lanús. A esa
altura del partido, el Pulpito y Velázquez entregaban la pelota con claridad y
el Laucha Acosta era imparable por la izquierda. “Es el Messi de Lanús” dijo uno en la platea, y otro le respondió “cuando juega todos los partidos, sí”.
Los dos dicen la verdad, por eso es una gran noticia que el Laucha se haya
exhibido de tan buena forma durante los 86 minutos que estuvo en cancha, hasta
que fue reemplazado por Bella y recibió la ovación de la tarde. A Silva le está
costando un poco más recuperar su nivel, también es lógico; no hay
centrodelantero que luzca bien cuando su equipo juega mal. El fundamental
aporte defensivo del Pelado nunca falta, su esfuerzo no se puede cuestionar,
volverá a ser peligroso cuando el equipo tenga mayor precisión. Con el Grana en
ventaja todo siguió igual: hasta el final de la etapa, el de la lucha fue el
terreno donde se jugó el partido.
Repitiendo demasiado la misma
secuencia, Lanús dejó la precisión en el vestuario y salió dormido a disputar
el complemento. Con el Pulpito ausente, Somoza empezó a correr de un lado a
otro, y el Pincha a encontrar espacios a sus espaldas. Sin dejar de cometer los
mismos errores de siempre, la dupla central se mostró algo más firme y con
mayor confianza. Gustavo Gómez se va adaptando mejor a sus compañeros, aunque
la pelota se la sigue entregando siempre a sus rivales. En medio de una
aproximación tibia de la visita, a los 10’ del segundo tiempo, llega el tiro libre de
Correa, y el barro le corrió la alfombra a Marchesín cuando quiso volver de su
paso al medio del arco. Sin el imponderable del terreno, era pelota de Agustín.
Con el barro apareció también la pierna fuerte de la visita. Román
Martínez ya se había salvado durante el
primer tiempo de una segunda amarilla que Pitana ignoró. Leonardo Jara y sobre
todo Jonathan Schunke, que golpeó desde atrás a Marchesín cuando el arquero ya
tenía el balón en su poder, también debieron irse expulsados. Pese a que Pitana
administró los fallos a expensas de su corazón pincharrata, el local pudo
reaccionar. Primero lo tuvo Silva en el segundo palo, luego de una llegada al
fondo de Araujo, a esa altura una de las figuras de la cancha, y a los 23, terminando
una combinación por izquierda, Ayala volvió a probar de lejos, y mala fortuna
de Jara, que puso el cuerpo para volver a descolocar totalmente a su arquero,
fue la suerte de Lanús, que se sacó la sal de encima y se volvió a poner en
ventaja.
El tramo final del partido fue
Titanes en el Ring, y aunque el pitazo de cierre llegó con más apuro de lo
aconsejable, fue victoria merecida de Lanús ante un rival que tiene material
como para pelear arriba. Un Lanús que sigue en deuda respecto del juego de
equipo pero que respondió muy bien en cuanto a la entrega y a la voluntad de
cada uno de sus futbolistas, que con el correr de los partidos -y si la suerte
sigue ayudando- debe consolidarse, y volver a ser lo que debe ser: uno de los
candidatos a ganar el campeonato La próxima parada es ante el único participante
que ganó los tres que jugó, el siempre difícil Vélez en su reducto de Liniers,
y será todo un desafío.