por Omar Dalponte (*)
Hemos realizado un recorrido por la historia lanusense y esto nos ayudó muchísimo a comprender mejor el presente y a pensar con más entusiasmo y esperanzas el futuro que nos merecemos.Los que saben nos guiaron por el camino del conocimiento. Allí estuvimos todas y todos los que sentimos y amamos a nuestro Lanús desde las entrañas. Los aficionados, investigadores y profesionales de la historia nos dimos cita con los píbes de escuelas primarias, secundarias y universitarios.
Sin acartonamientos, sin formalismos. Se privilegió el relato auténtico, las historias de vida reales, las imágenes de ayer y de hoy plasmadas en registros fílmicos nos propusieron un viaje de ida y vuelta con arribo transitorio en el pasado y regreso a los desafiantes y prometedores días de hoy. Pudimos gustar del paisaje de la ciudad con sus aromas proletarios y el color de sus viviendas, parques, plazas y calles. Nos acercamos un poco más a nuestra gente, a los lugares históricos. Recorrimos cada uno de los rincones de este retazo de sur tan querido, dueño de luces y sombras, de alegrías y de tristezas. Hicimos parada en cada parada de ilusiones, nos acarició la piel la tibieza de las esquinas en las cuales quedaron anclados besos adolescentes, promesas juveniles, esperas sin tiempo y piropos al paso. Esquinas que alguna vez fueron iluminadas por las luces mortecinas de faroles que se llevó el progreso. Esquinas testigos de las reuniones de la muchachada de antaño, de duelos a cuchillo por amores posibles e imposibles, de asambleas barriales ansiosas por ganarle al barro y caminar hacia la modernidad.
En el salón no hubo sillas reservadas. Porque fue un encuentro entre iguales. Y los iguales se acomodaron como se les dio la gana. Lo bueno, lo realmente bueno fue que cada quien, los sentados y los que de a rato tuvieron que participar parados porque en verdad fuimos muchos, pudieron expresar su pensamiento con total libertad. Cálida reunión con mucha nostalgia y optimismo. La vivimos como en familia. Como si todas y todos, jóvenes y no tan jóvenes,
hubiesen venido a comer los fideos un domingo a la casa de los viejos. Abuelos, hermanos, hijos y nietos de la vida desplegaron su pasión lanusense con sus escritos, sus fotografías o mediante la exposición verbal o filmada. Desde aquella pampa bravía sobre la que iban y venían nuestros originarios, transitamos sin solución de continuidad hasta llegar -casi sin respirar- a los tiempos más cercanos de los "ocho grandes bailes ocho". En unas horas cubrimos de un tirón el espacio que media entre el arco, la flecha y la lanza de ayer, hasta el hoy de computadoras, celulares, CD, facebook, e-mail, twiter y tutti cuanti. En el medio volvimos a ver las "fumatas" de las máquinas a vapor del ferrocarril y a recordar los olores del carbón de piedra y de la leña conque las alimentaban. Evocamos y escuchamos la respiración profunda de semejantes moles de acero y el porte de las "Caprotti" con rodados de un metro ochenta, capaces de ir a "ciento veinte y la yapa" según decían mi abuelo y mi viejo, ferroviarios hasta el tuétano de trapo rejilla en mano, conductores "del de las 4 y 20" o del "que pasaba a las 16.55 por Lanús, rápido a Plaza Constitución". No faltó la presencia de los talleres de Remedio de Escalada, ni la mención al castillo de Caraza, ni la evolución fabril de Villa de los Industriales, ni todo el encanto de la estación ferroviaria de Monte Chingolo. Los autores de distintos trabajos pusieron frente a nosotros a Anacarsis Lanús, a Guillermo Gaebeler, al general Edelmiro J. Farrel, a Juan Perón y a Eva Perón cuando ella inauguró la Escuela 37 que lleva su nombre. Juan Ramón Piñeiro, Enrique Fernández, Narciso López , Emérito González y tantos otros no faltaron en las menciones relativas a personajes de nuestra historia local. Tampoco nuestros queridos y siempre recordados muertos y desaparecidos durante las dictaduras militares.
Así también paseamos en el recuerdo, como en aquellas tardes soleadas, por la 9 de Julio que ayer se llamó "José C. Paz" o por las veredas muy angostas del "Edén Argentino" cuando la calle San Martin era de tierra y se llamaba "Santa Fe". Imaginamos estar sentados en el descanso de la escalera del viejo puente de chapa y hierro que en abrazo eterno une a Lanús Este y Oeste; esa que baja al andén del medio de la Estación. Pudo haber sido alli, en esa escalera, cuando recién dejada la niñez ocurrió la emoción del primer beso con aquella chica y donde abrigamos con nuestras manos sus manos inocentes. Tiempos de ayer y de hoy, tiempos de amor, tiempos de siempre...
La estampa del Puente Alsina presidió por instantes el ámbito de la reunión. Con toda su historia, desde las épocas del vasco Ochoa, del saladero de Anderson y el frigorífico Wilson. Puente con pasado de batallas sangrientas, de poesía de arrabal y sabores tangueros.
Todas estas cosas y muchas más vivimos y revivimos en las mágicas jornadas del 7 y 8 de agosto en que realizamos el Primer Congreso de Historia en el marco de la celebración del 70 Aniversario de la Autonomía de Lanús. Fue notable el trabajo realizado por las docentes y los pibes de cada escuela participante. Trabajo efectuado a fuerza de amor, esfuerzo y responsabilidad. El Dr. Darío Díaz Pérez, como dueño de casa nos dio vía libre. Después encaramos el trabajo en sesión plenaria. Muy valiosa la tarea y la intervención de la totalidad de los expositores. El autor de esta nota tuvo el privilegio de presidir el Congreso siendo acompañado, en función de vicepresidentes, por los inspectores de Educación: profesores Graciela Aída Martín y Martín Enrique Poy. Graciela y Martín han sido fundamentales en la organización de nuestro Primer Congreso. Ella es una mujer a la cual uno siente el deber de hacerle llegar las palabras de agradecimiento sobre pétalos de rosas. Estuvo en cada detalle con la firmeza, la voluntad y la inteligencia de una docente de alma. Martín es un artista y como tal, con toda su grandeza y espiritualidad pide, exige y ordena con total rigurosidad y absoluta simpatía. Luego selecciona y ejecuta sus acciones como el pintor que elige minuciosamente los colores y los transporta a la tela. Es un apasionado del hacer. Los jóvenes profesores Noelia Bovone y Gerardo Amarante han sido piezas principalísimas en todo el proceso de organización y realización del Congreso. De la misma manera que lo han sido la profesora Dietris Aguilar, la compañera Nancy Bravo, la profesora Florencia Cintas, el profesor Adrián Nadaf y los compañeros Juan Carlos García y Anibal Rushan. La subsecretaria de Cultura del municipio, licenciada Mariela Fernández, y su equipo, desempeñaron un rol central durante todo el proceso organizativo cuya etapa final comenzó a mediados de mayo. La frutilla del postre la logramos con la presencia, en el cierre de las deliberaciones, de la Jefa Distrital de Educación, profesora Leandra Waslawsky. Todas ellas y ellos, compañeras y compañeros, amigas y amigos que aprecio entrañablemente, mi más profundo agradecimiento. También al personal de Ceremonial y de la Secretaría Privada de la municipalidad de Lanús y muy especialmente a las docentes que estuvieron a cargo de la acreditación de los asistentes. Ahora vamos por el Segundo Congreso. Será dentro de un tiempo.
(*) Presidente del Congreso de Historia