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sábado, 12 de julio de 2014

Alemania o el tercer rey

por Marcelo Calvente


Después de 120 minutos de un fútbol avaro y sin demasiadas emociones, con victoria Argentina al cabo de una serie de penales que resultó pan comido desde la primera ejecución fallida del holandés Ron Vlaar, el equipo nacional consiguió el pase a la final del Mundial de Fútbol de Brasil 2014, instancia que volverá a jugar tras 24 años, desde Italia 90 con el mismo adversario que lo derrotó entonces. En el balance del tedioso partido disputado en San Pablo entre Holanda y Argentina, muy táctico pero sin emociones, quedan cuatro situaciones claras de gol en favor de Argentina, dos de Higuaín; una muy clara de Palacio y la última malograda por Maxi Rodríguez luego de un desborde de Messi, y casi nada para Holanda. La justa clasificación a la instancia final llegó porque Chiquito Romero contuvo dos penales, y Messi, Garay, Agüero y Maxi Rodríguez convirtieron cada uno el suyo, y el interminable festejo se extendió a lo largo y a lo ancho de la Argentina.
  Invirtiendo los roles habituales de cada uno Argentina salió a esperar, y luego de varios minutos de estudio, Holanda no tuvo otra alternativa que tomar el protagonismo. Lo hizo temerosamente, pisando sobre terreno poco seguro, ya que prefiere ceder espacios y luego contraatacar con la velocidad de Robben y la precisión del resto. Por un rato no hubo arcos, pero en seguida el equipo de Sabella demostró acomodarse mejor a la  circunstancia, últimamente resulta muy difícil crearle situaciones de gol. A quince minutos de finalizar el tiempo suplementario Holanda bajó los brazos. Argentina llegó al final al límite de sus fuerzas, pero sumamente confiada en la victoria desde los doce pasos. Mientras la historia lo tiene entre los ganadores, su rival  carga con una enorme lista de fracasos que lo viene
acompañando desde que en Alemania 1974 sorprendió al mundo con el fútbol de Cruyff y compañía, que inesperadamente cayó en la final ante el local, iniciando un largo periplo de cuarenta años de frustraciones mundialistas, un maleficio que perdura hasta hoy, luego de nueve mundiales en los que fue cuatro veces semifinalista y tres de ellas subcampeón. Campeón, nunca.
Argentina había llegado al mundial confiando en su poder ofensivo pero generando  dudas respecto del nivel de sus defensores y de la poca actividad previa de sus tres arqueros. Todo ocurrió al revés, sobre todo después del ingreso de Demichelis y Biglia, Romero cumplió, y fue creciendo la figura de Javier Mascherano, una especie de héroe nacional, como Subín, pero en carne propia, el abanderado del esfuerzo y la convicción ganadora que Argentina logró imponer en este Mundial desde su figura Si de verdad todo el plantel se ha contagiado de Mascherano, el domingo no importará el cansancio ni las ausencias, solo la sed de victoria.
  Hace 24 años, el equipo de Bilardo había llegado a la final de Italia 90 arrastrándose de cansancio, diezmado por las lesiones y las suspensiones, se debatió con bravura ante el equipo de Beckenbauer. Argentina había eliminado en semifinales al local en los penales, y se había colado en la final de manera inesperada. A diez minutos del cierre, con el resultado parcial en cero, Edgardo Codesal, en nombre de la entidad que hasta hoy, a los 63 años de edad, aún lo emplea, otorgó un penal que lo cubrirá de vergüenza mientras viva. 24 años después, en Brasil, el equipo de Sabella ha recobrado esa fiereza.

  Para encontrar la última victoria Argentina en una final hay que  remontarse a 1986, a la epopeya de Diego Maradona en su mejor momento. Fue una tarde inolvidable ante ¡cuando no! Alemania, un recuerdo grabado a fuego en la memoria del pueblo argentino. Fue el Mundial de la mano de Dios y del Barrilete Cósmico, y Argentina uno de los mejores campeones de la historia. Después llegaron las frustraciones. Y ahora es el tiempo de Messi, que ya jugó dos mundiales sin poder imponer su categoría, y disputará su primera final. Para casi todos Alemania es favorita, sobre todo después de la goleada ante Brasil que hizo olvidar que no pudo vencer a Ghana, y lo mucho que le costó superar a EUU, Argelia y Francia. La victoria sería su cuarta conquista, igual que Italia, una menos que Brasil, lejos de Uruguay y Argentina que ganaron dos mundiales. Para ganarle a Alemania, Argentina tiene que apretar las marcas, llevar las acciones a la línea media y abastecer con juego corto a Messi, que hasta hoy apareció en cuentagotas. Le alcanzó para confirmar que es el mejor futbolista de la actualidad, pero para subirse al podio de Pelé y Maradona le falta ganar un mundial de visitante y ser la figura excluyente del torneo. A Cruyff, Passarella, Platiní, Rumenigge, Ronaldo, Zidane e Iniesta no les alcanzó. El domingo, Lionel Messi la tiene servida.