por Marcelo Calvente
Después de unas pocas semanas de pretemporada y habiendo jugado un solo amistoso previo, Lanús disputó el partido de ida por
Desde el inicio ambos
elencos se disputaron la posesión de la pelota, tratando de determinar el
segmento de terreno donde el partido debía jugarse según su conveniencia.
Mineiro puso tres delanteros, André de punta, Ronaldinho unos metros más atrás,
con Maicosuel -recientemente adquirido en 10 millones de reales- y el
experimentado Diego Tardelli, la figura de la cancha, bajando unos metros por
las bandas para tratar de iniciar los ataques, que invariablemente contaban con
el aporte de los laterales: Emerson por el lado de Araujo y sobre todo Marcos
Rocha por la zona de Velázquez. En los primeros minutos se observó el
nerviosismo de Braghieri y Gustavo Gómez, los dos centrales, ambos debutantes,
quienes tuvieron dificultades de todo tipo. Durante quince minutos frenéticos
los dos equipos se atacaron a fondo y también ambos cometieron errores
defensivos. Pronto Lanús logró prevalecer en la zona media, donde el Pulpito,
Somoza y Ayala superaban a Pierre y Donizete. Mineiro trataba de meterse en
campo granate, sus defensores se paraban cerca de la divisoria, y Silva empezó
a aparecer a sus espaldas, generándole tres situaciones de peligro que no pudo
aprovechar. En el último tramo de la etapa inicial el partido bajó en
intensidad y hasta el descanso los dos estuvieron imprecisos. El entrenador
brasileño tomó nota del desorden de su oponente en el fondo, y tomo decisiones
drásticas para salir a ganarlo. No volvieron Ronaldinho y André, ocuparon sus
lugares Guilherme y el mundialista Jo,
y el Mineiro jugó el complemento con
once
Son solo algunas de las
circunstancias que condicionaron el partido entre dos de los mejores equipos
sudamericanos, un choque que terminó en victoria clara para el Mineiro. Cuesta
creer que la visita no haya estirado las diferencias en el complemento, ante un
Lanús que se fue desdibujando peligrosamente. Y eso sucedió porque desde el
primer minuto de juego los centrales no hicieron pie, y aunque ambos lo
intentaron demostrando carácter, nunca mostraron seguridad y retrocedieron
permanentemente, cometiendo errores burdos a tal punto que únicamente pueden
ser producto de la falta de ensayo previo. Era sabido que Lanús arrancaba
apenas terminado el mundial, preso de un calendario que será más apretado aún
que el del último semestre. El profesor Valdecantos fue claro al respecto: “Yo
tengo que hacer una pretemporada para jugar seis meses muy exigentes, no puedo
prepararlos físicamente de manera especial para este partido”.
El semestre que comienza es
de vital importancia para Lanús: disputará nada menos que cinco estrellas.
Logró realizar dos transferencias muy redituables -no hay como el dinero
guardado para fortalecer la solvencia- y mantiene un plantel sumamente
competitivo, con figuras de relevancia, como Marchesín, Araujo, Maxi Velázquez,
y la sorprendente versión del Pulpito González en pleno apogeo, Fabián Somoza y
el paraguayo Ayala, el mediocampo campeón que ideó Guillermo. La presencia
ofensiva del Pelado Silva, la esperanza de que el Laucha levante físicamente y
que Junior Benítez pegue el último salto que le falta dar para irse a jugar la
próxima Champion League, y la posibilidad de que sigan creciendo los
pibes del club, sobre todo Valdez Chamorro y Astina, dos grandes promesas que
deben amoldarse al esquema de Guillermo. Un poderío que debería permitirle
soñar en grande. Pero hay cosas que se pueden evitar y otras que no. Cuando
Valdecantos dijo lo que dijo, sabía lo que podía suceder. Se trata de
decisiones evaluadas con detenimiento y profesionalismo por parte del cuerpo
técnico, buscando sacar el máximo provecho posible a sus futbolistas para
afrontar de la mejor manera todas las competencias, que para sorpresa de
muchos, el primer equipo Granate debe asumir.
A Lanús le falta trabajo
técnico y táctico. No significa que no lo han hecho, sino que no han conseguido
la sintonía ni el entendimiento necesario. Por eso los futbolistas brasileños
encontraron tantos espacios en la zona de definición. La jugada del gol, más
allá de lo justo o no de la sanción del saque de banda, es sumamente
explicativa. La inseguridad individual de los centrales impidió ajustar las marcas,
retrocedieron e hicieron ret5roceder al resto, y el equipo se alargó en
demasía, lo que ante un rival que siempre fue corto y ancho resulta ser fatal.
En tales circunstancias, cada recuperación fue una odisea para los volantes y
laterales granates, porque debían recorrer cincuenta metros para llegar a lo
zona de definición, y por todas estas cosas el equipo nunca tuvo la precisión
de otros tiempos no tan lejanos. Siempre lo intentó; a poco del final lo tuvo
el Pelado Silva, y luego el arquero descolgó de un ángulo un gran remate de
Araujo de media distancia. Pero cada regreso, desandando a la desesperada los
mismos cincuenta metros, era un sufrimiento. En este contexto, el 1
a 0 en contra y de local con que se cerró el encuentro fue un
muy buen resultado.
“Cruel en el cartel, la propaganda manda cruel en el cartel, y en el
fetiche de un afiche de papel se vende la ilusión, se rifa el corazón…” Es
un afiche de la Recopa Sudamericana, partido de vuelta,
miércoles 23 de julio, Estadio Mineirao de Belo Horizonte. Se trata de una
instancia hasta hace muy poco tiempo jamás soñada, y el Grana tendrá que
jugarse nomás allá en Brasil como el grande que es, y salir a buscar una
victoria para la historia.