sábado, 12 de julio de 2014

A 40 años de la muerte de Perón. Respuesta al troskismo

por Quarracino*

En un artículo publicado el pasado 9 de julio, Lisandro Martínez (militante del Partido Obrero) expresó su visión histórica y política sobre justicialismo, a 40 años de la muerte de Juan Domingo Perón, pero con lamentables distorsiones históricas que es necesario corregir, en honor a la verdad. 
En primer lugar, sostiene que el pronunciamiento militar del 4 de junio de 1943 fue un “correctivo” contra la influencia del Partido Comunista que había llegado a “dirigir la CGT”, llevado a cabo en el marco de la “simpatía que despertaban los nazis en la plana mayor del GOU”. Dos errores históricos garrafales en que incurre el autor del artículo al que nos referimos: en esa época, el sindicalismo revolucionario apolítico y los gremios socialistas (Unión Ferroviaria, Empleados de Comercio, Unión Tranviaria, la Fraternidad, Unión de Obreros Municipales, Telefónicos, Trabajadores Marítimos) eran los predominantes y mayoritarios en la CGT, no el Partido Comunista. El predominio, hasta 1945, estuvo en manos del socialismo. Además, la simpatía nazi en el GOU fue un exabrupto histórico inventado por el antiperonismo visceral de Vittorio Codovilla y del Partido Comunista argentino, de ninguna manera constituye un dato de la realidad histórica. Hasta el mismo embajador británico de ese entonces, sir David Kelly, destaca la matriz popular, nacional y “plebeya” del GOU y sus miembros, despojada de toda identificación con el nazismo y con el liberalismo inglés y estadounidense, incluido el mismo Perón (El poder detrás del trono, Ediciones Coyoacán, Buenos Aires, 1962, pp. 34-37, 54-55, 71).
Segunda falsedad histórica: al afirmar que Perón armó “su principal sostén, la Unión Ferroviaria” de la mano de “José Domenech, un estalinista”. Pero en realidad, la Unión Ferroviaria fue creada en 1922, y el secretario general mencionado en esa época era
miembro histórico del Partido Socialista, no del PC.
Tercera falsedad histórica, aunque contradictoria en sí misma: que “para impedir la independencia obrera en 1950 la CGT pasa a depender del Estado” y que “a partir de 1950 la CGT estuvo bajo las órdenes patronales”. En primer lugar, la central obrera fue creada el 27 de setiembre de 1930, como entidad autónoma, y nunca perdió el carácter de tal, nunca fue una dependencia del Estado ni dependió de éste. Por otro lado, no se entiende en qué sentido estuvo bajo las órdenes de los patrones.
Cuarta falsedad histórica: que el peronismo de las conquistas obreras fue en realidad “respuesta a una política impuesta por el imperialismo impresionado por la insurgencia obrera que había desatado el triunfo de la URSS”. El nacionalismo peronista –nacionalización de trenes, luz, gas, ómnibus, jubilación para todos los trabajadores, aguinaldo, vacaciones pagas y salud gratuita- fue para el autor una política copiada de Inglaterra (¿?????). ¿Acaso ignora el articulista que antes de Perón la Argentina era una auténtica colonia inglesa y que históricamente “no supimos resistir a la penetración económica y a la disgregación diplomática” a la que nos sometió, tal como demostró Raúl Scalabrini Ortiz en su Política británica en el Río de la Plata, Cuadernos de Forja, n. 1, Buenos Aires, 1936, p. 23? ¿Ignora también que para los ingleses Perón y su política representaron un verdadero ataque al dominio secular de Gran Bretaña sobre la Argentina y que en realidad la política peronista de nacionalizaciones (Banco Central, Seguros, Comercio exterior agropecuario, Ferrocarriles, Gas, Energía eléctrica,) le quitó a Inglaterra el poder político y económico que detentaba en Argentina desde los primeros años del siglo XIX, tal como explicita el historiador anglocanadiense H. G. Ferns, en su libro La Argentina, Editorial Sudamericana, Buenos Aire, 3ra. edición 1983, p. 246). ¿Ignora el articulista que el poder real que impulsó el golpe de Estado de 1955 contra  el gobierno peronista fue Gran Bretaña? Lo más graves es que, según la lógica del articulista, Aramburu y Rojas fueron los verdaderos nacionalistas patriotas que liberaron a la Argentina de las garras del imperialismo, al derrocar a Perón y su política pro-inglesa o pro-imperialista.
Quinta falsedad histórica: que “el Cordobazo” de 1969 “obligó a la burguesía nacional a decidir que volviera Perón para derrotar al clasismo” y promovió su retorno, afirmación absolutamente falsa y mendaz: que Perón volvió a la Argentina después de 18 años de exilio por “obra de la burguesía nacional” no se lo puede creer ni él mismo. Si fuera cierto que “el líder fue el responsable de la peor tragedia del movimiento obrero argentino”, según esta lógica retorcida el Proceso de 1976 fue un golpe pro-clasista y pro-obrero que puso fin a la “tragedia sufrida por el movimiento obrero”, al derrocar al gobierno peronista supuestamente “anti-obrero”. 
Última falsedad histórica, muestra de una ignorancia supina o de una impostura histórica inexplicable y falaz: que los herederos de Perón fueron los que en su nombre gobernaron desde 1989 hasta ahora. Una correcta, seria y auténtica mirada histórica muestra cabalmente que entre Perón y quienes pretendieron continuarlo post-Proceso en su nombre hay una distancia infinita, que el paso del tiempo agranda cada vez más. Evidentemente, el articulista contribuye a denigrar la obra histórica revolucionaria de Perón en nombre de una revolución imaginaria, sutilmente antiperonista, ignorando la sempiterna presencia imperialista británica y angloamericana en nuestra Patria, a la que no le dedica la más mínima línea.
En síntesis: pretender hacer política revolucionaria denigrando a Perón y a su obra es un error y una torpeza brutales, una acción que en nombre del clasismo encubre e ignora la dominación del imperialismo financiero angloamericano, el dueño real de la Argentina durante la mayor parte de nuestra historia.
(*) Del Movimiento Primero la Patria