por Omar Dalponte*
omardalponte@gmail.comAún falta un año largo para que culmine el mandato de Cristina Fernández quien, junto a Néstor Kirchner y Juan Perón, es una de la más grandes estadistas que ha llegado a presidir la República Argentina.
En nuestra nota anterior decíamos que quienes especularon con un gobierno debilitado por la cercanía de fin de turno seguramente habrán chocado frontalmente contra el muro de la desilusión. Tanto la presidenta como la fuerza política que la respalda exhiben todos los días signos de fortaleza que,evidentemente, causan picazón en las partes pudendas de los opositores.
Pero no nos engañemos: estas muestras de solidez no impedirán que la oposición continúe imaginando mil formas de ataques contra el gobierno nacional que pueden ir desde la burla a través de cómicos de cuarta categoría hasta las más variadas acciones de desprestigio.
Son las reglas del juego. Y esto debe animarnos para disponer, de la manera más efectiva, los mecanismos de defensa de nuestro Movimiento entre los cuales la iniciativa política y la optimización de la gestión ocupan el primer lugar. A cada difamación hay que responder con ideas y hechos que demuestren al pueblo quien es quien en esta disputa por el poder en la Argentina.
Está claro que los enemigos del kirchnerismo son muy poderosos a nivel de grupos concentrados de la economía, de las finanzas y de los grandes monopolios de las comunicaciones. Pero también es verdad que donde se juegan las chances electorales, en el territorio en que se mueven los partidos políticos, la oposición -hasta ahora- presenta una debilidad notable. El Pro, Unen y el Frente Renovador son las principales expresiones políticas que pretenden vencer al Frente para la Victoria en las próximas elecciones. Hasta el
momento, parece que están lejos de lograrlo. Aunque aquellas tres parcialidades no son demasiado diferentes y su principal coincidencia es oponerse al gobierno nacional, aún marchan separadas y es difícil imaginar algo que las unifique de modo concreto y efectivo. Cierto es, también, que nada debe descartarse en lo que se refiere a intereses políticos y sabemos de sobra que determinadas puertas nunca se cierran definitivamente.
Como contracara de la diáspora opositora sería bueno que al interior del kirchnerismo se trabaje por la unidad del espacio sin caer en internismos exagerados que nunca ayudan a la consolidación y desarrollo de las fuerzas políticas. Sabemos que tanto en el Partido Justicialista como en el Frente para la Victoria y en las organizaciones aliadas existen diferentes visiones y distintas corrientes de opinión. Esto es saludable porque ayuda a reflexionar y debatir. Pero lo que no contribuye al crecimiento, organización y fortaleza deL espacio es que desde nuestras propias filas se cuestione severamente a tal o cual dirigente que pretenda ser candidato en el 2015. No ayudan, por ejemplo, ciertas opiniones de algunos respetables personajes, presuntamente alineados en el kirchnerismo, cuando pontifican desde los púlpitos de la intelectualidad con mucha riqueza de palabras pero con escaso respaldo electoral refiriéndose al "peronismo después del peronismo" o "a la unidad abstracta del peronismo que lamentablemente termina en Scioli". No pocos "peronólogos" que no tienen idea de como funciona el peronismo deberían tomar nota que en la reciente reunión del Partido Justicialista realizada en Parque Norte bajo la consigna "Unidos somos el futuro de un gran país", Eduardo Fellner, presentó a más de media docena de futuros candidatos para las elecciones del año próximo. "Acá están nuestros candidatos, los vamos a apoyar con fuerza y equilibrio" manifestó el flamante presidente del PJ.
Esto es, en materia de candidaturas, lo que realmente tiene valor y la última palabra la tendrán los votantes en la elección Primaria, Abierta, Simultánea y Obligatoria que habrá de realizarse en agosto del próximo año. Quien se sienta o no representado por tal o cual candidato allí tendrá la oportunidad de apoyar o rechazar a quien quiera. Por supuesto que respecto a este tema, la palabra de Cristina, conductora indiscutible del Kirchnerismo, será decisiva en el momento preciso y casi con seguridad su decisión no será conocida antes de tiempo. Hasta entonces, solamente podremos observar gestos por parte de la presidenta que, presumimos, serán efectuados al mejor estilo peronista e interpretados de distintas maneras por quienes deseen practicar ejercicios de imaginación.
Después del kirhnerismo habrá más kirchnerismo porque un movimiento que ganó el corazón de gran parte del pueblo no desaparece de la noche a la mañana. Y mucho menos si su conducción goza de buena salud. Hoy son muchas y buenas las corrientes formadas y en formación que adhieren a esta versión transformadora de la política argentina y en varias de ellas se habla de un futuro gran frente por un proyecto nacional democrático y latinoamericano. Todo un apasionante desafío.
En cuanto a Cristina Fernández, después de haber cumplido exitosamente su mandato, uno no se la imagina de otra manera que no sea como candidata para el 2019. Las enormes personalidades políticas no son afectas al reposo. Y la presidenta es una de ellas.
(*) Titular de Iniciativa Socialista