por Alejandro Chitrángulo
Durante el presente Mundial de futbol en Brasil, los medios periodísticos trasmiten infinidad de notas de color. En ellas podemos ver muchos turistas disfrutando entre otras cosas una de las típicas costumbres brasileñas: “tomar cerveza a toda hora”. Pero la espumosa bebida no solamente refresca el cuerpo, también alegra el espíritu y ayuda al corazón.De acuerdo con una investigación reciente de la Universidad Harokopio en Atenas (Grecia) un vaso de cerveza al día podría aumentar la salud cardíaca, ya que mejora el estado de los vasos sanguíneos y el flujo de sangre, además de hacer a las arterias más flexibles.
Lina Badimón y sus colegas del Centro de Investigación Cardiovascular (CSIC-ICCC) demostraron hace poco que el consumo moderado de alcohol (de 10 a 30 gramos al día) se asocia a un menor riesgo de infarto de miocardio y muerte en estudios en poblaciones con grave riesgo cardiovascular. Y mejora la formación de tejido reparativo después de sufrir un infarto. El efecto se debe, sobre todo, a que el lúpulo de la cerveza contiene un antioxidante llamado xanthohumol con efectos protectores en la salud cardiovascular.
Mejora el sistema inmune. Según un estudio realizado por el Instituto del Frío del CSIC, tanto en mujeres como en hombres adultos y sanos el consumo moderado de cerveza durante un mes produce un efecto beneficioso, al observarse una mejora en la respuesta del sistema inmune contra patógenos externos. Además, esta bebida causa un aumento de los leucocitos (glóbulos blancos) y linfocitos, así como una tendencia generalizada al incremento de los valores de las subpoblaciones de los linfocitos T, las células inmunológicas que ayudan a destruir microorganismos invasores.
Combate el alzhéimer. Consumir moderadamente cerveza podría disminuir uno de los factores de riesgo de la enfermedad de Alzheimer, ya que esta bebida fermentada contiene silicio, un mineral que parece interaccionar con el aluminio, un metal neurotóxico que se relaciona con la demencia y otros desórdenes neurodegenerativos. La bebida contiene aproximadamente 36 mg/l de silicio biodisponible, lo que implicaría que un consumo moderado de cerveza (dos cañas al día de 200 ml.) aportaría aproximadamente el 50% de la ingesta diaria recomendable de silicio; si bien los requerimientos diarios de este elemento no
están en la actualidad totalmente establecidos.
La cerveza libera dopamina
Analizando imágenes del cerebro, científicos de la Escuela de Medicina de la Universidad de Indiana (EE UU) han demostrado que el sabor de la cerveza por sí solo (sin alcohol) hace que se libere dopamina en el cerebro, un neurotransmisor relacionado con las sensaciones placenteras y la motivación que puede generar conductas adictivas.
Los autores del estudio, publicado en la revista Neuropsychopharmacology, observaron con un escáner de Tomografía por Emisión de Positrones (PET, por sus siglas en inglés) la reacción de 49 hombres cuando saboreaban 15 mililitros de cerveza, y la compararon con la respuesta de los mismos sujetos al probar bebidas isotópicas deportivas, concretamente Gatorade. Así observaron que la primera producía un aumento considerable de dopamina, y que el efecto era mayor cuando había antecedentes familiares de alcoholismo. “El sabor de la bebida por sí mismo, sin el efecto del alcohol, provoca una descarga importante en los centros de recompensa del cerebro”, explica David A. Kareken, coautor del trabajo. Además, los sujetos manifestaron tener muchas ganas de tomarse “una birra” después de saborear y “recordar” su sabor, sin que lo mismo sucediera con otras bebidas.
La forma del vaso influye en la velocidad a la que bebes cerveza
La velocidad a la que consumes alcohol puede verse influenciada por la forma del vaso en que se sirve, de acuerdo con un estudio de la Universidad de Bristol (Reino Unido) publicado en la revista PLoS One. Según han podido comprobar Ángela Attwood y sus colegas de la Escuela de Psicología Experimental, los vasos curvados invitan a beber cerveza el doble de rápido que si se emplean vasos rectos. Cuando los mismos vasos se rellenaban de bebidas no alcohólicas, por ejemplo refrescos, la velocidad de consumo era independiente de la forma del recipiente.
Como parte del mismo experimento, los investigadores pidieron a los participantes que valoraran si la cantidad de líquido que contenía el vaso era superior o inferior al 50% de su capacidad. El número de errores era mayor cuando la bebida se servía en los recipientes curvos.
Dado que la velocidad a la que se consume alcohol afecta al nivel de intoxicación que experimentamos, así como al número de vasos de bebida que ingerimos consecutivamente, los investigadores concluyen que sería positivo potenciar el uso de vasos rectos que inviten a consumir alcohol despacio.
Como averiguar el origen de la cerveza
Gracias a un estudio de la Universidad de Sevilla del que se hace eco la agencia SINC, ya existe una técnica para reconocer el origen geográfico de las cervezas basándose en patrones químicos. La clave reside en medir el contenido en hierro, potasio, fósforo, fosfatos y polifenoles. Con estas medidas, los científicos han logrado distinguir cervezas alemanas, españolas y portuguesas con un 99,3% de eficacia.
Como explica José Marcos Jurado, coautor del trabajo, “las diferencias pueden parecer muy sutiles, pero el modelo es capaz de encontrar la relación entre estos descriptores químicos y la procedencia geográfica de las cervezas”, señala Jurado. El último paso es aplicar “máquinas de vectores soporte”, un conjunto de algoritmos que reconoce patrones en los datos.
Los estudios de autenticidad o identificación geográfica son “muy importantes” en la industria alimentaria, según el investigador. En la actualidad unas 20 marcas de cerveza alemanas, checas y británicas están registradas en la base de datos DOOR (Database Of Origin and Registration) de la Comisión Europea de Agricultura y Desarrollo Rural, donde se recogen productos con Indicación Geográfica Protegida. Estudios como el presentado ofrecen técnicas innovadoras para confirmar el origen geográfico de estas bebidas.
Cerveza contra la osteoporosis
La cerveza es una fuente de silicio, un mineral implicado en la formación de hueso y cartílago, por lo que su consumo moderado podría prevenir la aparición de osteoporosis, una disminución progresiva de la masa ósea que hace que los huesos se vuelvan frágiles como el cristal y propensos a sufrir fracturas. No obstante, no todas las cervezas tienen el mismo efecto. Las más beneficiosas son las que contienen lúpulo y leche de malta, según revela un nuevo estudio realizado en la Universidad de California y publicado en el último número de la revista Journal of the Science of Food and Agriculture.
Además de silicio -presenta también en el agua, los cereales y las verduras-, la cerveza aporta carbohidratos, proteínas, vitaminas y, según una investigación reciente de la Universidad de Extremadura publicada en la revista Nutrition, es rica en fitoestrógenos. Estos compuestos químicos son similares a los estrógenos humanos hormonas femeninas cuyos niveles descienden al llegar la menopausia en la mujer, lo que aumenta el riesgo de sufrir osteoporosis.
Según los expertos, el consumo moderado de esta bebida (una lata para las mujeres no embarazadas y dos para los hombres como máximo al día) tiene cabida en una dieta sana, ya que se ha demostrado que también reduce los eventos cardiovasculares y la posibilidad de sufrir infecciones, al potenciar el sistema inmune, como se ha comprobado en ratones.