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sábado, 3 de mayo de 2014

Los tres berretines

por Marcelo Calvente

marcelocalvente@gmail.com

Con todo el fútbol argentino con un oído pegado a La Fortaleza, Lanús no pudo lograr ante  Tigre el que podía haber sido su 10º triunfo consecutivo jugando de local, apenas una de las evidencias del gran momento deportivo del equipo de Guillermo Barros Schelotto. Dejando una imagen deslucida en el juego y austera en lo que respecta a  despliegue y movilidad, aunque desbordante de actitud competitiva, el empate en cero final le impidió subirse a la primera línea de la pelea por el título. A punto de comenzar la 17º fecha del Torneo Final 2014, Gimnasia (30) -su próximo rival- mantiene su ventaja de dos puntos sobre Godoy Cruz y River (28), Colón y Estudiantes tienen 27, en tanto Lanús suma 26 unidades, y sólo seguirá con vida en caso de ganar en el Bosque ante el equipo del bueno de Pedro Troglio. No es absurdo conjeturar que el que gane los tres partidos será el campeón, y en cambio sí lo es suponer que los compromisos que faltan disputarse resultarán sencillos para los seis de arriba. 
  Con nueve titulares en cancha, Lanús no pudo generar peligro, y en cambio la visita tuvo cuatro o cinco muy claras que no supo definir. Demasiado estático, con jugadores que hacían un esfuerzo pero no dos seguidos, por eso luego de un ataque fallido, cinco y hasta seis granates volvían caminando, desentendidos de las tareas de recuperación de la pelota, lo que bien pudo costar la derrota. El Grana lució cansado y confuso a punto tal que Marchesín, en tiempo de descuento, con dos minutos por jugar, en un corner a favor solicitó permiso para buscar el cabezazo goleador inmortalizado por Chiquito Bossio, decidido a apostar a todo o nada el punto que Lanús ya tenía en el bolsillo, algo que lógicamente le fue denegado por el entrenador. La mayoría de estos jugadores habían superado claramente al Santos Laguna en el desierto mexicano  hace apenas siete días. Los baluartes de esa victoria que no estuvieron ante Tigre fueron Izquierdoz  (suspendido), Araujo y Ayala, que descansaron -aunque el segundo ingresó a los     del complemento- y el as de espadas, Lautaro Acosta, marginado
por una lesión, reemplazados respectivamente por Matías Martínez, Firulete Silva, Fernando Barrientos e Ismael Blanco, excelentes valores todos ellos, pero un escalón debajo en cuanto a calidad de prestación respecto de los suplidos. Quien no esté convencido que el bajón es de origen mental, que empiece a preocuparse. Está muy bueno dar pelea en los dos frentes, siempre y cuando no te desangres antes del final.
 No sería irrespetuoso afirmar que estamos ante una Copa Libertadores muy accesible, que entre los ocho mejores del continente no hay equipos de excelencia, y que la mayoría de las grandes figuras brasileñas han quedado en el camino. El rival de cuartos de final es el Bolívar,  la gran sorpresa del torneo, una verdadera incógnita saber cual es su techo -porque su piso es sabido, está a  4.200 metros de altura- un gran interrogante que los sacrificados futbolistas granates deberán sortear  el próximo jueves para meterse entre los mejores cuatro. Uno imagina que es ante este tipo de circunstancias donde la experiencia de varios de sus jugadores, como Araujo, Goltz, Maxi Velázquez, Somoza, Silva y Acosta, si es que puede volver, con jóvenes de auspicioso presente como Marchesín, Izquierdoz, Ayala, el Pulpito, Barrientos y Junior Benítez, cuando el fuego sagrado del último campeón sudamericano tiene que reaparecer. Varios de ellos son capaces de sacar una diferencia suficiente como para depositar la Copa en las vitrinas del club, además de los millones por su pase a alguno de los mejores equipos de Europa, cuyos cazadores de talentos en suelo americano trabajan contra reloj, ya que el próximo mundial se interpone a la apertura del libro de pases en el viejo continente. Independientemente del resultado final de Lanús en ambas competencias, el ciclo anual que culmina en semanas resultó espectacular para el club, logrando un posicionamiento entre los mejores del continente y poniendo en la vidriera internacional a varios de sus futbolistas. Pronto vendrán por Marchesín, Goltz, el Cali Izquierdoz, Ayala, el Pulpito y cualquiera de los delanteros que tengan un cierre estelar. Habrá que elegir muy bien de quien es hora de desprenderse.
   Guillermo ha dado sobradas muestras de diagnosticar correctamente cada dificultad que debió sortear desde su asunción, evidenciando ser un conductor certero y respetado por los integrantes del plantel. Hasta ahora ha superando con acierto cada instancia crítica que obstaculizó la marcha del equipo, y no debe estar muy conforme con lo poco que entregó ante Tigre. Tendrá que ajustar su mira, evaluar correctamente el estado físico y mental de cada uno de los jugadores, y así como resolvió que Araujo y Maxi Velázquez deben descansar más que los demás, no equivocarse al decidir quién juega cada partido es para el Mellizo el desafío de la hora.
   Lanús tiene un tercer objetivo oculto detrás de la doble gran ambición: Clasificar a la próxima edición de la Libertadores a disputarse en 2015, sitial por el que compite punto a punto con San Lorenzo y Gimnasia, que también se decidirá al cabo de estas tres últimas fechas del torneo local. Se trata de un logro imprescindible para solidificar la pertenencia a la mesa chica a la que sólo acceden las entidades más poderosas del fútbol de América del Sur, notable vidriera y fuente de ingresos muy importantes para el club y los jugadores. Por eso sepan disculpar, terrícolas. En Lanús, la humilde ciudad del gran Buenos Aires nacida a fines del siglo XIX, la misma que creció con el sufrimiento por las injusticias  y las desgracias deportivas padecidas por el club que acuna desde 1915, hoy vive la hinchada más feliz del planeta, y nada, ni siquiera la no consecución de alguno de los tres objetivos que está disputando, puede empañar tanta felicidad.