viernes, 9 de mayo de 2014

Los muertos vivos

por Marcelo Calvente


Mereciendo un marcador más contundente a su favor, Lanús cerraba en La Fortaleza el partido de ida por los cuartos de final de la Copa Libertadores ante el Bolívar con victoria clara por 1 a 0, cuando en tiempo de descuento, en la última contra que dispuso la visita, William Ferreira recibió el balón en soledad, y desde 40 metros se animó a probar al arco de Agustín Marchesín. El potente remate que paralizó el corazón de los presentes fue a clavarse en el fondo de la red para sellar el injusto empate en uno, resultado que los futbolistas visitantes -y su numeroso público- celebraron como una  victoria milagrosa. El inesperado gol boliviano será determinante en la revancha a disputarse en siete días, ya que obliga al Grana a marcar al menos un tanto para seguir con vida, y ese gol tendrá que salir a buscarlo a más de cuatro mil metros de altura, con todo lo que eso significa para este plantel diezmado por las lesiones y el desgaste causado por la caravana infernal de dos partidos por semana. Una vez más, Lanús irá por la hazaña en las condiciones menos propicias, y nadie, ni el más optimista de sus adversarios, puede darlo por muerto antes del final.
  El equipo de Barros Schelotto salió a llevarse por delante a su rival con los argumentos de siempre: Parado en campo contrario  y con tres hombres de punta, circunstancia de sobra conocida, sorprendió al Bolívar tal vez como a ningún otro adversario. El equipo del Vasco Azkagorta, pensado para enfrentar equipos que ataquen con dos,  no encontró la manera de distribuir correctamente las marcas, sobre todo en los primeros quince minutos de juego, en los que se escalonó de la peor manera. Los extremos granates se llevaban a los laterales para el medio, los tres centrales celestes se reunían en torno a Ismael Blanco, y el resto del terreno era de Lanús, que perforaba por derecha con la terna Araujo- Pulpito- Junior, y por
izquierda con la conformada por Velázquez, Ayala y Astina. A los 7’, después de haber desperdiciado dos claras para convertir, el Pulpito se suelta por el medio y mete el pase vertical para Blanco, que con un toque maestro hacia la derecha dejó a Junior cara a cara para abrir el tanteador. Durante todo el primer tiempo se mantuvo el dominio posicional del local, mientras la visita ni llegó a pisar el área de Marchesín.
  El dominio Granate se mantuvo en la primera mitad del complemento, y en ese lapso dispuso de la más clara en los pies de Astina, luego de un potente remate de tiro libre de Ayala que el arquero no pudo retener, y el pibe la tiró por arriba. Pero a medida que transcurrieron los minutos fue bajando el trajinar del equipo local. De a poco se fue estirando, y sus jugadores a distanciarse entre sí. Los intentos ofensivos perdieron velocidad y frescura, y con más espacios, el Bolívar de a poco se empezó a animar. Sin generar  ninguna chance clara para marcar, de a poco le fue tomando la mano y desnudando el desgaste físico acumulado por Lanús. El pelotazo certero y afortunado de Ferreira fue un golpe al corazón de la parcialidad local, una complicación que deberá afrontar en las inclemencias de la altura tan temida. El gol de visitante del Bolívar lo dejó en desventaja de cara a la revancha del próximo jueves. Si el cero inicial se mantiene hasta el cierre, el enorme Lanús, último campeón de la Sudamericana y gran candidato para obtener también la Libertadores, se despide sin conseguir el inédito doblete, mientras el limitado Bolívar que tan mal luciera en la llanura bonaerense, confirmará su perfil de gran revelación accediendo a una de las dos semifinales, algo jamás logrado por un club de esa nación en la historia de esta legendaria competencia.
  Hasta el instante fatal en que Ferreira tuvo su ocurrencia, Lanús obtenía una victoria justa –aunque demasiado austera n las cifras- imponiendo la mayor superioridad técnica de un equipo sobre otro en esta instancia, al menos en lo disputado hasta hoy. El maldito zapatazo cambió el escenario, y el equipo de Guillermo pasó de banca a punto de manera inesperada y sorpresiva. Ahora tiene siete días para reconstruirse, aunque en el medio visitará a Boca para disputar tres puntos fundamentales para acceder al otro objetivo que sigue en pie: Clasificar a la próxima edición de esta misma Copa, sitial de singular importancia -tanto en lo económico como en lo deportivo- que pelea mano a mano con San Lorenzo y Gimnasia.

  Pese a tanta adversidad, Lanús avanza y da pelea como un gladiador herido. Sabe que no la tiene fácil pero confía en su espíritu competitivo, no bajará los brazos mientras tenga esperanzas. A los tumbos, con ausencias determinantes y un enorme cansancio a cuestas el equipo Granate está llegando al final del semestre, y de actuaciones heroicas y  victorias inolvidables conoce lo suficiente como para volver a intentarlo.