por Marcelo Calvente
Mereciendo un marcador más
contundente a su favor, Lanús cerraba en La Fortaleza el partido de
ida por los cuartos de final de la Copa
Libertadores ante el Bolívar con victoria clara por 1 a 0, cuando en tiempo de
descuento, en la última contra que dispuso la visita, William Ferreira recibió
el balón en soledad, y desde 40
metros se animó a probar al arco de Agustín Marchesín.
El potente remate que paralizó el corazón de los presentes fue a clavarse en el
fondo de la red para sellar el injusto empate en uno, resultado que los
futbolistas visitantes -y su numeroso público- celebraron como una victoria milagrosa. El inesperado gol
boliviano será determinante en la revancha a disputarse en siete días, ya que
obliga al Grana a marcar al menos un tanto para seguir con vida, y ese gol
tendrá que salir a buscarlo a más de cuatro mil metros de altura, con todo lo
que eso significa para este plantel diezmado por las lesiones y el desgaste
causado por la caravana infernal de dos partidos por semana. Una vez más, Lanús
irá por la hazaña en las condiciones menos propicias, y nadie, ni el más
optimista de sus adversarios, puede darlo por muerto antes del final.
El equipo de Barros Schelotto salió a llevarse por delante a su rival
con los argumentos de siempre: Parado en campo contrario y con tres hombres de punta, circunstancia de
sobra conocida, sorprendió al Bolívar tal vez como a ningún otro adversario. El
equipo del Vasco Azkagorta, pensado para enfrentar equipos que ataquen con dos,
no encontró la manera de distribuir correctamente
las marcas, sobre todo en los primeros quince minutos de juego, en los que se
escalonó de la peor manera. Los extremos granates se llevaban a los laterales
para el medio, los tres centrales celestes se reunían en torno a Ismael Blanco,
y el resto del terreno era de Lanús, que perforaba por derecha con la terna
Araujo- Pulpito- Junior, y por
izquierda con la conformada por Velázquez, Ayala
y Astina. A los
El dominio Granate se mantuvo en la primera mitad del complemento, y en
ese lapso dispuso de la más clara en los pies de Astina, luego de un potente
remate de tiro libre de Ayala que el arquero no pudo retener, y el pibe la tiró
por arriba. Pero a medida que transcurrieron los minutos fue bajando el
trajinar del equipo local. De a poco se fue estirando, y sus jugadores a
distanciarse entre sí. Los intentos ofensivos perdieron velocidad y frescura, y
con más espacios, el Bolívar de a poco se empezó a animar. Sin generar ninguna chance clara para marcar, de a poco
le fue tomando la mano y desnudando el desgaste físico acumulado por Lanús. El
pelotazo certero y afortunado de Ferreira fue un golpe al corazón de la
parcialidad local, una complicación que deberá afrontar en las inclemencias de
la altura tan temida. El gol de visitante del Bolívar lo dejó en desventaja de
cara a la revancha del próximo jueves. Si el cero inicial se mantiene hasta el
cierre, el enorme Lanús, último campeón de la Sudamericana y gran
candidato para obtener también la Libertadores , se despide sin conseguir el inédito
doblete, mientras el limitado Bolívar que tan mal luciera en la llanura
bonaerense, confirmará su perfil de gran revelación accediendo a una de las dos
semifinales, algo jamás logrado por un club de esa nación en la historia de
esta legendaria competencia.
Hasta el instante fatal en que Ferreira tuvo su ocurrencia, Lanús
obtenía una victoria justa –aunque demasiado austera n las cifras- imponiendo
la mayor superioridad técnica de un equipo sobre otro en esta instancia, al
menos en lo disputado hasta hoy. El maldito zapatazo cambió el escenario, y el
equipo de Guillermo pasó de banca a punto de manera inesperada y sorpresiva. Ahora
tiene siete días para reconstruirse, aunque en el medio visitará a Boca para
disputar tres puntos fundamentales para acceder al otro objetivo que sigue en
pie: Clasificar a la próxima edición de esta misma Copa, sitial de singular
importancia -tanto en lo económico como en lo deportivo- que pelea mano a mano
con San Lorenzo y Gimnasia.
Pese a tanta
adversidad, Lanús avanza y da pelea como un gladiador herido. Sabe que no la
tiene fácil pero confía en su espíritu competitivo, no bajará los brazos
mientras tenga esperanzas. A los tumbos, con ausencias determinantes y un
enorme cansancio a cuestas el equipo Granate está llegando al final del
semestre, y de actuaciones heroicas y
victorias inolvidables conoce lo suficiente como para volver a intentarlo.