por Marcelo Calvente
Cosa rara lo de Santiago Silva. Últimamente no viene
marcando goles, eso no es bueno, ya que normalmente es de anotar tantos
importantes. Le faltó algo de suerte, tuvo varias situaciones propicias que
falló de manera increíble, y también es cierto que a veces juega demasiado
lejos del área rival. Tal vez sea consecuencia de jugar con tres delanteros,
como sea, se extrañan sus goles. Se sigue destacando su gran trabajo defensivo.
Resuelve todo el juego aéreo de pelota parada rival, lo trabaja con notable acierto,
gran concentración y muchos reflejos. También es destacada su presencia a la
hora de bajar envíos largos. Su espíritu deportivo contagia a sus compañeros y
levanta a sus parciales. Su presencia fue determinante en el armado del Campeón
de la Sudamericana ,
y su falta se hace notar como ninguna otra ausencia en el equipo, ya que no
tiene un reemplazante de iguales características. El sustituto natural es
Ismael Blanco, que no posee su juego aéreo, cuyo presente está lejos del nivel
que tuvo en la final ante el Ponte Preta. Por todo esto es que su expulsión por
desbocarse después de la atada de Marchesín desviando el penal que nos dejaba
afuera de la Libertadores
a pocos minutos del final, es una falta grave. Una irresponsabilidad que
perjudica notablemente las chances del equipo. Una verdadera locura.
Raro también fue lo de Leandro Somoza. Tenía dos amarillas en el
descuento ante el O’higgins y tiró alevosamente la pelota lejos para hacer
tiempo. Es cierto que era improbable que el árbitro brasileño se animara a
amonestarlo después del incalificable penal que había sancionado, y de Silva
obligándolo a expulsarlo. Pero el morocho se animó y le puso la
merecida
tercera amarilla que lo deja afuera del partido de ida por octavos de final,
con rival hasta ahora desconocido. La irresponsabilidad de Somoza tampoco
debería ser tomada como una instancia del juego. Fue una verdadera tontería,
máxime tratándose de un jugador de su experiencia, también un valor
irreemplazable, bastión temperamental del equipo, tanto como Marchesín, los dos
centrales y el mencionado Silva. Para colmo de males, Izquierdoz tampoco será
de la partida porque estando en capilla peleó una pelota perdida y se le fue la
pierna, cartón amarillo y afuera de la siguiente fase. Lanús pasó a octavos con
lo justo, gracias a una actuación descomunal de Agustín Marchesín. Al equipo no
le sobró nada, y como si eso fuera poco, no contará con sus principales
figuras, sólo Marchesín será de la partida, ya que tampoco Paolo Goltz estaría
recuperado para la próxima instancia en el plano internacional.
Es raro también lo de Marchesín y Sabella. Su presente lo pone arriba no
solo de todos los arqueros argentinos sino también de la totalidad de los
futbolistas que actúan en el país: Semana tras semana, sus atajadas componen
parte de las imágenes más destacadas de cada fecha. Hace muy pocos meses la
crítica en general lo ubicaba detrás de Orión, Saja y Barovero. Hoy nadie duda
de su liderazgo absoluto, viene entregando actuaciones espectaculares que
contrastan con las macanas habituales que cuestan goles en contra de los tres
que Alejandro Sabella piensa llevar al Mundial: Orión, Chiquito Romero y
Andujar, cuando tienen la suerte de jugar en sus respectivos equipos. Es
entendible que Sabella quiera mantener el plantel que viene trabajando con él y
que ganó cómodamente las eliminatorias sudamericanas. Pero el tema de los
arqueros merece atención. Todo el mundo sabe que con Agüero, Higuaín, Di María,
el resto, y sobre todo con Lionel Messi, por lógica Argentina debería ser un
gran candidato a ganar el Mundial, una competencia de inicio inminente que ya
se empieza a palpitar en todo el planeta. Y todo el mundo sospecha que la
defensa elegida por Sabella -y sobre todo los tres arqueros- podrían ser la
causa de una vuelta a casa anticipada y sin gloria. Yo me animo a decir que si
Argentina se vuelve por un error de cualquiera de estos tres arqueros que
indudablemente están muy por debajo de Agustín, Sabella va a pagar los altos
costos y se va a arrepentir toda la vida.
Gracias a la brillante actuación
de Marchesín, con muy buena predisposición de sus compañeros para la lucha pero
con muy pocas ideas ofensivas, Lanús pudo sostener una igualdad en Chile que lo
clasificó a octavos como uno de los peores segundos, y deberá enfrentar a uno
de los tres mejores primeros: Vélez, Santos Laguna o Defensor de Montevideo,
tres rivales difíciles que han exhibido buenos atributos. Con solo pensar un
viaje a México en este semestre de calendario asfixiante, de tocarle a Lanús
sería mortal. La situación Granate es preocupante, no solo por las ausencias
que padecerá al comienzo de la llave -será en condición de local en los tres
casos posibles- sino también por las deslucidas actuaciones que viene teniendo
en condición de visitante. Desde que
venció a Caracas en su debut hasta hoy, fuera de La Fortaleza solo derrotó a
Argentinos en todo lo que va del semestre. Además de esa victoria, en nueve partidos
jugados de visitante, tres por la
Copa y seis por el Torneo Final, Lanús apenas cosechó dos
empates -Belgrano y el reciente ante O´higgins- y sufrió seis derrotas:
Estudiantes, Cerro Porteño, Olimpo, el Deportivo Cali, River y Godoy Cruz. La
estadística muestra que Lanús ya no tiene aquella regularidad que le permitía mantener
la eficacia fuera de su reducto
Tal vez suene descomedido ponerse a evaluar estas situaciones cuando aún
retumban los ecos del festejo del martes en la ciudad de Lanús, sobre todo el
grito interminable que en la medianoche recorrió los barrios del distrito por el
penal -una vez más, un penal en contra
inventado- que atajó Marchesín cuando todo parecía estar perdido. Cualquiera
que no sepa que este equipo es capaz de concretar cualquier tipo de hazaña,
bien podría dejarse ganar por la preocupación y el desaliento. Pero los hinchas
de Lanús no, aunque venga a los tumbos, nadie puede darlo por muerto. No
mientras siga con vida.