Informe Económico Semanal del Banco Ciudad
De acuerdo a las estimaciones privadas compiladas por el IPC Congreso, en febrero los precios minoristas aumentaron un 4,3% en el área metropolitana, acumulando un alza de 9,1% en el primer bimestre, que más que duplica su variación durante igual período de 2013 (3,8%). Así, el IPC Congreso continuó acelerando su ritmo de crecimiento interanual, hasta un 34,9%, la tasa más elevada desde el abandono del régimen de Convertibilidad en el año 2002 (40%), consolidándose la inflación argentina entre las cuatro más altas del mundo.El próximo lunes se divulgaría el segundo dato del flamante Índice de Precios al Consumidor Nacional urbano (IPCNu) del INDEC, el cual en enero arrojó un alza del 3,7%, superior a las mediciones oficiales previas, pero menor a las estimaciones privadas para el GBA (4,6%), previéndose que en febrero deban reducirse las discrepancias entre ambas mediciones.
En febrero, se sintieron de lleno los efectos de la devaluación sobre los precios de los productos transables internacionalmente, en la medida que la fuerte depreciación del peso de enero, de 23% respecto al dólar, se concentró en los días 22 y 23, dejando un fuerte arrastre para el mes siguiente. Así, la devaluación potenció las subas que ya venían observándose en rubros como los alimentos, que exhibieron una suba cercana al 7% de acuerdo a indicadores privados (40% interanual), pese al programa “Precios Cuidados”. Otros rubros que también se vieron afectados por la devaluación fueron los artículos de electrónica, limpieza e indumentaria.
La aceleración inflacionaria no sólo erosiona el salario real, sino que también licúa el poder de compra de jubilaciones y planes sociales, golpeando a los que menos tienen. El aumento de los haberes jubilatorios de marzo (11%) no alcanza siquiera a compensar la inflación acumulada desde septiembre (18%), fecha del último aumento, debiendo esperar la clase pasiva hasta el próximo septiembre para recibir un nuevo ajuste, según lo dispone la ley de
movilidad previsional. Paralelamente, medido en términos de la canasta básica alimentaria (que según estimaciones privadas en febrero aumentó un 42% interanual), el poder de compra de la AUH resultaría un 20% inferior al que tenía al momento de su lanzamiento, en el año 2009, a pesar que en aquel entonces ascendía a $180 y hoy a $460 mensuales.
Vinculado a lo anterior, pese a la publicación del IPCNu, el INDEC aún no divulgó nuevas mediciones oficiales de la canasta básica alimentaria (CBA) y total (CBT), con las cuales se miden las líneas de indigencia y pobreza. De acuerdo a estimaciones privadas, para una familia tipo, a febrero, la CBA trepaba a $2.500 y la CBT a $4.400 mensuales, cifras que casi triplican a las últimas estimaciones oficiales disponibles con el anterior IPC. Esta falta de información no resulta casual, ya que de “blanquear” estos valores de las canastas básicas el gobierno debería admitir la presencia de 1 millón de indigentes y 3 millones de pobres más que los informados por el INDEC hasta el momento.
Ante una menor actividad económica, una política monetaria contractiva y estabilidad cambiaria, la inflación se moderaría en marzo, aunque a las presiones estacionales en educación e indumentaria, se sumarían los efectos rezagados de la devaluación, de manera que la suba de los precios se mantendría en niveles elevados, cercanos al 3%. Esta tasa de variación volvería a ubicarse por encima de la del mismo mes del año pasado (1,5%), cuando regía el amplio control de precios impuesto por el anterior Secretario de Comercio, de manera que, pese a moderarse en el margen, la tasa de crecimiento de los precios minoristas se acercaría al 40% interanual, complicando aún más las discusiones paritarias.
Por otro lado, la inflación licúa las ganancias de competitividad cambiaria. En el primer trimestre, la inflación resultaría equivalente a más de la mitad de la devaluación de inicios de año. Aun suponiendo una desaceleración de la suba de precios en los próximos meses, en la medida que el gobierno mantenga un tipo de cambio nominal estable, una vez pasada la primera mitad del año la inflación habría erosionado la totalidad de la mejora del tipo de cambio real de enero, poniéndole fecha de vencimiento a la actual calma cambiaria.
Sin embargo, lo más preocupante es que, contando con un nuevo índice de precios, el gobierno estaría desaprovechando una oportunidad para lanzar un plan antinflacionario integral, basado en una política fiscal y monetaria consistente con un objetivo explícito de inflación decreciente. Por el contrario, sigue sin dar señales contundentes sobre una reducción de la dominancia fiscal que pesa sobre la política monetaria, recostándose en la comunicación de un programa como el de “Precios Cuidados”, el cual resulta probadamente ineficiente para contener el acuciante problema inflacionario, poniendo en juego la estabilidad financiera y cambiaria reciente.