por Marcelo Calvente
Que el fútbol despierta pasiones
no es algo de lo que se pueda dudar. Existe amplio consenso en casi todos los
rincones del mundo que se trata del más fabuloso de los deportes creados por el
hombre, y el espectacular desarrollo de este juego que rápidamente se extendió
y se popularizó en todos los continentes así lo indica. Incluso sus
detractores, algunos realmente notables como el escritor argentino Jorge Luis Borges, tal vez el
máximo exponente de la narrativa en la lengua castellana, suelen denostarlo con
el mismo apasionamiento con que la mayoría de los mortales lo amamos. En la Argentina , tal vez como
en ningún otro país, el fútbol seduce y desvela multitudes. Eso no significa
que todos sus seguidores lo percibamos de la misma manera, mucho menos que coincidamos
a la hora de observarlo. Hablamos de capacidad técnica, de tácticas, de
estrategias, también de merecimientos, de injusticias y de diversas
circunstancias que influyen en los resultados. Sin embargo, existen pocas
coincidencias a la hora de apreciar la importancia de lo fortuito, lo casual y
lo impredecible. Los amantes del fútbol, cada día con más convicción, lo
tomamos casi como una ciencia donde los artífices de las victorias y los
responsables de las derrotas siempre están bien determinados, aunque cada cual
tenga su parecer y existan tantas opiniones como observadores atentos haya, y
esta diversidad está más que aceptada por todos y cada uno. Eso si: hablar de
suerte, para lo entendidos en la materia es no saber nada de fútbol.
Lanús derrotó a Quilmes en La Fortaleza por 1 a 0, un resultado más que lógico y esperable
de acuerdo a los potenciales de ambos contendientes, el primero consolidado
como uno de
los grandes de los últimos tiempos y partícipe habitual de los
torneos internacionales; el segundo, con menos historia en la categoría máxima,
transitando un sacrificado y poco auspicioso sube y baja, sin poder
consolidarse definitivamente en la primera división y con un pronóstico más que
preocupante respecto a su permanencia de cara al mes de junio próximo, cuando concluya
el presente ciclo anual 2013/2014. Sin embargo y desde el inicio, el desarrollo
de las acciones fue mucho más complicado de lo esperado para el local. En la
primera etapa no pudo vulnerar el sistema defensivo desplegado por su oponente,
y en el complemento, cuando lo intentó con más convicción, tampoco podía lograr
el gol que abriría el camino a la amplia victoria que todos esperaban: Fue a
los XXXX minutos, cuando la impaciencia empezaba a transformarse en murmullo
entre los parciales locales, en la mejor jugada colectiva del partido el gol
llegó y estalló la alegría contenida. Pero a partir de allí Lanús no pudo
aprovechar el adelantamiento rival para convertir el segundo y cerrar el
partido; por el contrario, fue Quilmes, con sus limitaciones técnicas y
anímicas a cuestas, quien a punto estuvo de lograr la igualdad en tres
oportunidades. No demos más vueltas, Lanús fue quien más lo buscó durante 75
minutos, pero por lo hecho en los 15 restantes, Quilmes pudo lograr tranquilamente
el empate. No demos más vueltas: Lanús lo terminó ganando porque esta vez, por
fin y como hacía mucho no ocurría, tuvo mucha
suerte.
Sucede que en este complicado y hermoso deporte la fortuna no aparece
como un número de lotería, ni en un sorteo, ni es una ficha que cae en el
casillero indicado, sino en la sucesión de aciertos encadenados de varios
jugadores que no estaban teniendo una buena noche ni podían imponer la
superioridad que estaban en condiciones de establecer. Rompiendo el destino de
un partido que olía a frustración, a los XX minutos el pibe Valdez Chamorro,
que no había acertado mucho que digamos hasta ahí, rompió el tedio con una gran
jugada, apilando a pura gambeta a tres rivales y abriendo para Alejandro Silva -que
hasta entonces había perdido muchas pelotas en su puesto improvisado de
marcador lateral derecho- pero que esta vez llegó al fondo y ejecutó un centro
preciso a la cabeza de Pereyra Díaz, que minutos antes se había perdido un gol
imposible después de dejar en el camino al golero Dulcich, quien hasta allí
había respondido a la perfección, y que en esta oportunidad no pudo impedir el frentazo
del riojano, que esta vez no perdonó y abrió el marcador. Así aparece la suerte
en fútbol. Y esa misma suerte siguió jugando para Lanús, porque a partir de la
desventaja el pobre Quilmes que ni había soñado con llegar a Marchesín, tomó la
iniciativa que le permitió quedar en tres oportunidades cara a cara ante el
mejor arquero argentino del momento, quien hasta ese instante no había participado
del juego, y que en las tres ocasiones respondió a la altura de lo que se
espera de él con igual número atajadas descomunales y casi milagrosas que aseguraron
la victoria. Así, gracias a los aciertos encadenados de algunos de sus
futbolistas, y con mucha suerte, Lanús ganó tres puntos fundamentales que lo
ubican en la cuarta posición, igualando la línea de Vélez con 13 puntos, a dos
unidades del los punteros Colón y Estudiantes, de los que al comenzar el
partido lo separaban otros diez equipos.
De esta manera el granate sigue en carrera en las dos competencias, toda
una hazaña si tenemos en cuenta la seguidilla de partidos y el escaso descanso
al que el fixture muy comprimido por el
próximo mundial lo condenó de antemano. Mañana el Grana vuelve a ser local;
esta vez recibe al Deportivo Cali a todo o nada. El domingo visita a River. La
rueda sigue girando sin descanso, el camino será difícil y estará repleto de
encuentros como el del lunes, con un Lanús que casi siempre deberá apelar al recambio
para vencer a rivales cualitativamente inferiores, como lo son casi todos los
de América. De la voluntad, de la confianza y del resto físico de los jugadores
dependerá el resultado. Y de la suerte, claro.