Informe Económico Semanal del Banco Ciudad
Durante la última semana continuó la relativa calma en el plano financiero, brindando cierto alivio luego de varias jornadas agitadas. El tipo de cambio oficial terminó la semana en $/USD 7,84, mientras que el dólar “blue” finalizó en $/USD 11,8, manteniéndose lejos de su máximo de fines de enero. Por su parte, las reservas internacionales se sostuvieron relativamente estables por tercera semana consecutiva, en torno a los USD 27.600 millones.Ahora bien, el giro de 180° instrumentado por el Banco Central a fines de enero, que de momento dota a la plaza financiera de relativa calma, no está exento de costos. Así como la estrategia gradualista de aceleración de las mini-devaluaciones diarias resultaba contraproducente para contener la caída de reservas internacionales, el reciente salto cambiario tiene un sesgo netamente contractivo para la actividad agregada.
La estrategia gradualista llevada adelante hasta mediados de enero sólo podía conducir a una aceleración de la caída de reservas internacionales y estaba, por tanto, condenada a ser abandonada. En la medida que el deslizamiento cambiario se incorporaba en las expectativas, sin convalidarse subas en las tasas de interés, se reducía el retorno de los activos en moneda local y, por ende, caía la demanda de pesos por parte de particulares y empresas. Paralelamente, anticipando los movimientos del tipo de cambio, los exportadores se veían incentivados a posponer las liquidaciones de sus ventas externas, los importadores a adelantar sus compras y las empresas a cancelar anticipadamente sus pasivos en dólares con el exterior, acelerando el drenaje de reservas internacionales, en contraposición al objetivo buscado.
El salto devaluatorio y la política monetaria contractiva, si bien descomprimen el mercado de cambios, golpean de lleno a la actividad económica. La necesidad de revisar la estrategia cambiaria, recurriendo a un salto del tipo de cambio, combinado con una fuerte suba de las
tasas de interés destinada a sostener la demanda de pesos, si bien resulta más efectiva de resguardar el stock de reservas, también es recesiva, reduciendo los salarios reales y el consumo, a la vez que la inversión se ve golpeada por el mayor costo de financiamiento y la incertidumbre.
En este escenario, ¿qué nos señalan los últimos datos disponibles del nivel de actividad? Según se conoció esta semana, el IGA de Ferreres experimentó en enero una contracción de 0,2% mensual en su medición sin estacionalidad (s.e.), en lo que fue su tercera baja consecutiva. En su variación interanual (a/a), en tanto, volvió a desacelerarse, con un crecimiento de sólo 1,3%, el cual podría pasar al terreno negativo, a medida que la economía digiere los efectos del salto cambiario. En lo que respecta a las estimaciones oficiales, estas también capturaron una corrección durante el tramo final de 2013, verificando el EMAE-INDEC una disminución de 0,3% en el cuarto trimestre respecto al tercero, período en el que ya se había contraído, en el margen, un 0,7%. Según el EMAE, en diciembre el alza de la actividad agregada fue del 2,7% interanual, la segunda menor del año junto con noviembre (2,2% a/a), acumulando en 2013 una suba de 4,9% (cifra que podría corregirse a la baja con la próxima revisión metodológica del sistema de cuentas nacionales, evitando que deba pagarse el Cupón atado al crecimiento en diciembre).
Por el lado de la oferta, la producción industrial explica la mayor parte del deterioro. Si bien las mediciones del mes de enero suelen verse afectadas por el período vacacional, debiendo esperar a contarse con los datos del primer bimestre en su conjunto, la estimación de Ferreres reflejó una caída de 1,5% interanual y 1,4% mensual (s.e.), arrastrada por la caída en la producción de autos (-17,9%) y los cortes de energía, a la vez que el EMI-INDEC capturó una caída del 2,6% anual en el mismo período, según informó hoy el ente nacional de estadísticas.
Por el lado de la demanda, los primeros datos de enero anticipan un enfriamiento del consumo de durables y en los pequeños comercios, mientras que la inversión bruta interna fija ya exhibía una ligera contracción en noviembre y diciembre (-0,9% acumulada, sin estacionalidad), siendo ésta una variable que típicamente anticipa cambios en el ciclo de la actividad agregada.
Por último, en materia del mercado laboral, la variable de ajuste pasa, de momento, por la caída de los salarios reales, estimada en más de un 4% interanual al mes de enero. Por el contrario, los indicadores del mercado laboral, con una respuesta más rezagada al ciclo, aún no evidencian un deterioro significativo. Esto resulta algo esperable, teniendo en cuenta que, habitualmente, la respuesta de las firmas a una caída de la demanda está dada, en primera instancia, por un recorte de horas extras, seguido por suspensiones que, si la recesión se prolonga en el tiempo, recién derivan en despidos.