lunes, 10 de febrero de 2014

La semana en pocas palabras

Informe Económico Semanal del Banco Ciudad

El gobierno sigue corriendo detrás de los acontecimientos, sin una hoja de ruta clara, ganando preponderancia la autoridad monetaria en el manejo de la crisis cambiaria. Tras el salto devaluatorio, el Banco Central continuó activo esta semana con medidas que apuntan a aplacar la demanda e incrementar la oferta de dólares, al menos a corto plazo. Por el contrario, desde el Poder Ejecutivo las señales respecto de la voluntad y capacidad de corrección del creciente déficit fiscal (razón estructural de las tensiones inflacionarias y cambiarias) siguen siendo difusas, dificultando una mejora sostenida de las expectativas.
La autoridad monetaria volvió a subir las tasas de interés que paga por sus letras y notas (instrumentos que regulan la liquidez del sistema financiero), absorbiendo una cantidad récord de pesos. En su licitación de esta semana, el Banco Central convalidó un alza de 3 puntos adicionales en las tasas que paga por las Lebacs y llevó el rendimiento de las letras de más largo plazo al 30% anual, acumulando una suba de 13 puntos en lo que va de 2013. El BCRA volvió a emitir letras y notas por un monto superior al que vencía, dando lugar a una absorción récord de $7.500 millones y retirando del mercado por esta vía más de $18.000 millones en lo que va de 2014 (casi el 50% de la fuerte emisión de pesos de diciembre por motivos fiscales). El alza en las tasas de interés de referencia apunta a seguir mejorando el rendimiento de las colocaciones en pesos, desincentivando la demanda de dólares vía dolarización de carteras.
Por el lado de la oferta de divisas, el BCRA sorprendió al mercado reflotando una vieja normativa que limitaba el exceso de activos de los bancos por sobre sus pasivos en moneda extranjera, obligándolos (en la práctica) a vender una parte significativa de sus tenencias de
dólares y otros activos dolarizados. Se estima que la liquidación de activos en dólares se acercaría a los USD 3.000 millones, entre dólares en efectivo (20% del total), títulos públicos (25%) y contratos a futuro del dólar (55%). El resultado inmediato de esta iniciativa fue una mayor oferta de divisas en el mercado, que explicó la caída del tipo de cambio oficial por debajo de los $/USD 8, acompañada tanto por una baja en el valor del dólar implícito en los precios de los bonos (el contado con liquidación se derrumbó $1,80), como de los contratos futuros, desinflando las expectativas de devaluación a corto plazo. Las entidades tendrán tiempo para adecuarse a la nueva normativa hasta fin de abril, lo cual apunta a intentar generar algún flujo de divisas hasta el momento en que comienza la liquidación de la cosecha gruesa.
En el plano fiscal (verdadera clave para anclar las expectativas inflacionarias y cambiarias), en la última semana se conoció el dato de la recaudación tributaria de enero, que arrojó un acelerado crecimiento del 37,5% (tras aumentar 22% en el último trimestre del 2013), el cual refleja el impacto de la devaluación y la aceleración inflacionaria sobre los tributos ligados al comercio exterior y el mercado interno, pero también una baja base de comparación que no estará presente en los próximos meses. Paralelamente, también se divulgó el resultado fiscal de diciembre, el cual señala un creciente desequilibrio de las cuentas públicas, con un déficit primario (neto de recursos extraordinarios del BCRA y ANSES) que trepó al 3% del PIB, junto con un déficit financiero de 4,5% del Producto.
Uno de los principales desafíos en materia fiscal del 2014 pasa por detener crecimiento explosivo de los subsidios, especialmente, los vinculados a la energía importada, impactados de lleno por la devaluación. Durante 2013, los subsidios económicos totalizaron cerca de $134.000 millones, de los cuales $82.000 millones (60% del total) correspondieron a subsidios energéticos. Con una devaluación del 60% como la de los últimos 12 meses, la factura de subsidios energéticos escalaría automáticamente este año en casi $50.000 millones, contrarrestando el efecto de la devaluación sobre los ingresos por retenciones y derechos de importación, que en 2013 sumaron $79.000 millones, una cifra similar a la de los subsidios. A diferencia de lo que podría haber ocurrido si Argentina siguiera siendo exportador neto de energía, hoy una mejora fiscal por efecto directo de la devaluación requiere de un ajuste en los subsidios, postergado por años, que ahora deberá materializarse en un escenario de fuerte caída de los salarios reales (con una baja de 8% en los últimos 7 meses), tornando más dolorosa y políticamente costosa su implementación.
Otras alternativas pasan por un freno de la obra pública o una licuación de salarios estatales y jubilaciones (tal como la anunciada esta semana, teniendo en cuenta un aumento a la clase pasiva del 11,3% a partir de marzo, que no alcanza siquiera a compensar la inflación de los últimos 4 meses y que los jubilados deberán estirar hasta septiembre), todos estos elementos que suman presión a un escenario de por sí recesivo en 2014.