por Marta Santos
En la sesión extraordinaria del martes 11 no se pudo lograr la aprobación de la interpelación a José Fernandez Dortona, el secretario de Infraestructura del municipio. Ello se debió a las ausencias de tres concejales que debían estar en el recinto -Sebastián Beroldo, Gabriel Di Masi y Oscar López- cuyos votos hubieran sido definitorios a la hora de aprobar el expediente. También se debió a la falta de astucia de la oposición para pedir el cambio de orden en el tratamiento de los expedientes.Veamos: El artículo 10 del Reglamento Interno del Concejo Deliberante de Lanús, basado en la Ley Orgánica de las Municipalidades, establece que “los concejales están obligados a asistir a todas las sesiones desde el día de su incorporación”, lo que indica que no hay vacaciones para los ediles y que su deber es estar presentes en todas las sesiones, sean ordinarias o extraordinarias. “En caso de ausencia deberán ponerlo por escrito al presidente” y se supone que éste debe informarlo a los concejales, que tienen derecho a aceptar o no la justificación.
El artículo 14 indica que “el número necesario para sesionar es la mitad más uno de los miembros del concejo pero esa minoría, que no podrá ser inferior a un tercio, reunida en el recinto de las deliberaciones, queda facultada para compeler a los inasistentes por medio de la fuerza pública, o bien aplicar multas no mayores a los cinco mil pesos a los que no justifiquen debidamente su ausencia”. De acuerdo a esta regla, los ediles que estaban en el recinto podían obligar mediante la fuerza pública a los que se retiraron (FV) para que volviesen o aplicarles una multa que debe ser destinada a comprar material didáctico para los
jardines maternales municipales.
Los concejales saben que no pueden faltar a las sesiones o deberían saberlo. Al tomar el puesto para el que se propusieron a la ciudadanía, deben tener conciencia que viene munido de serias responsabilidades. Pero en el HCD hay un clima de permisividad para las ausencias, en tanto y en cuanto el resultado de las sesiones sea favorable para el ejecutivo. Tan es así que estas tres ausencias dieron el número justo para que, retirándose del recinto, la sesión no pudiese proseguir. Distinto hubiese sido el resultado si los ausentes hubieran cumplido con la normativa que dice que debían estar allí. ¿Los multarán? Lo dudo: cumplido el objetivo de no citar a Fernández Dortona, todo pasará sin pena ni gloria.
El fracaso se debe a la poca cintura de los ediles opositores: el FR debería haberle hecho saber a Sebastián Beroldo y a Gabriel Di Masi que no se les iba a perdonar la ausencia, que los ediles no tienen vacaciones pues no están en relación de dependencia ni reciben sueldo (pero sí cobran la dieta) y desde su seno deberían pedir las sanciones. Algún concejal que tiene la suficiente astucia política (que lo hay) debería haberlo señalado.
Pero además manejaron muy mal la sesión: Si al comienzo de la misma hubiesen solicitado que se cambiase el orden de los expedientes a tratar, pidiendo que el primero fuese el de la interpelación, dejaban sin argumento al oficialismo y el circo de la negativa a los convenios no podría haber sido expuesto. El resultado es de perjuicio para los vecinos que ven, una vez más, que se sigue estirando el plazo para explicaciones y ejecución de obras.
¿Fue inocencia o complicidad? El interrogante queda abierto.