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domingo, 16 de febrero de 2014

Golpismo puro

por Omar Dalponte*

Proponer, propiciar o sugerir que Cristina Fernández se vaya antes de finalizar su mandato y actuar para que ello ocurra con acciones directas o indirectas es golpismo puro. En esto no hay que darle vueltas a las palabras. Quienes accionan en ese sentido son golpistas que atentan contra el sistema democrático. Ahora y siempre, la defensa de este sistema y el respaldo al modelo peronista kirchnerista es necesario realizarla con hechos concretos. Hablar de una Argentina hoy políticamente unida es una falsedad mayúscula. Ni siquiera es posible imaginarla. Aquí estamos quienes respaldamos al gobierno nacional apoyando sin hesitar un proyecto nacional y popular que, en pocos años, ha transformado para bien gran parte de la realidad. Enfrente se encuentran aquellos que pretenden derrocar a Cristina Fernández con el fin de demoler todo lo que se ha hecho para recuperar soberanía y colocar al país en la senda del crecimiento y del desarrollo favoreciendo así a la totalidad del pueblo, especialmente a los sectores populares que hasta hace poco tiempo vivían en un estado de marginación inaceptable por donde se lo observara.
Es decir: como siempre en nuestra historia, existimos los unos y los otros. Esta es la realidad concreta. Si alguien la quiere pintar de otra manera miente y seguramente forma parte de la cadena de complicidades con los grandes poderes económicos y financieros. Los odios y los amores, en nuestra Argentina dolorida son cosas que se aspiran en el aire como los malos y los buenos olores. En esta época de gran avance de las comunicaciones esto se percibe fácilmente cuando uno ve que mientras desde el oficialismo se llama a la concordia proponiendo y ejecutando políticas públicas altamente positivas en todos los terrenos, la respuesta de la oposición, en cualquiera de sus variantes, es una catarata de palabras envenenadas y acciones concretas enfocadas a destruir todo lo que signifique avanzar hacia
el progreso.
En esta oposición sistemática a las acción del gobierno nacional se dan cita desde los sectores concentrados de la economía y de las finanzas hasta personajes menores y despreciables cuyo mejor representante puede apreciarse en el gastronómico Luis Barrionuevo, un sujeto con una historia personal que registra tanto su complicidad con el menemismo como la quema de urnas en alguna elección provincial. Pero estos burócratas afectos a las prácticas gangsteriles, en tanto nada más que caricaturas de dirigentes sindicales, no tienen autoridad moral para pedirle al kirchnerismo que abandone la conducción del país. Tampoco son motivo de demasiada preocupación porque, en verdad, no exceden el pequeño rol de sirvientes de las patronales. Otro, por ejemplo, es el papel de los monopolios y de las organizaciones de raíz oligárquica como la Sociedad Rural, de los estancieros terratenientes que mantienen acaparado en los silos gran parte del producto de cosechas con lo que afectan seriamente los intereses nacionales.
Ante la situación que describimos tenemos la más absoluta convicción de que el reaseguro del modelo vigente, tan combatido por la oposición, radica en el pueblo y en esto insistiremos hasta el cansancio. Nuestra presidenta nos recomienda unidad, solidaridad y organización. Sabia recomendación. Pero nuestra obligación militante y nuestra lealtad nos exigen analizar el tipo de unidad que necesitamos, con quienes debemos ser solidarios y de que manera tenemos que organizarnos. En esta línea de pensamiento nos permitimos incorporar la pata que falta a la indicación de la jefa del Movimiento que es la necesidad de promover la movilización popular en apoyo al modelo kirchnerista, contra los manipuladores de precios que operan en gran escala, en repudio a los verdaderos responsables del proceso inflacionario en todos los niveles y para combatir a los acaparadores. Después de diez años de esta rica experiencia llegó la hora de responder a la amenaza de golpes de mercado con la toma de los bancos, la limpieza de las cuevas de usureros, con la ocupación de las estancias y el vaciamiento de los graneros.
No pretendemos que sea la presidenta de la Nación quien formule estas propuestas. Somos nosotros desde las bases militantes quienes debemos impulsar estas acciones con unidad, solidaridad y organización del campo popular para dar carnadura a los cantos que con entusiasmo se hacen oir ante cada discurso de Cristina Fernández. El gobierno nacional -nuestro gobierno- tiene la responsabilidad de seguir produciendo hechos que motiven al pueblo para el resguardo de la democracia y del modelo kirchnerista. Teniendo presente que es por los hechos, por las realizaciones concretas que el pueblo es capaz de ganar las calles y no solamente por consignas proponemos la creación de una Junta Nacional de Granos con esa u otra denominación y que se tomen medidas para resolver definitivamente la ineficiencia de las empresas Edenor y Edesur. El 17 de octubre de 1945 ocurrió, entre otras cosas, para no perder las conquistas alcanzadas en aquel momento. La Resistencia Peronista, la lucha exitosa por el regreso de Perón después de 18 años de exilio, El Cordobazo y otros grandes acontecimientos también fueron posibles porque hubo hechos que llegaron al corazón de la gente y animaron para poner el pecho. No son momentos de politiquería. Es tiempo de coraje y grandeza.
  (*) Dirigentee de Iniciativa Socialista