por Marcelo Calvente
marcelocalvente@gmail.comLanús volvió a la victoria ante Vélez en La Fortaleza por 3 a 2 en un enorme partido de fútbol, con aciertos notables y algunos errores graves en ambos equipos. Venía de perder dos al hilo, el miércoles en La Plata por 2 a 1, y cuatro días antes en casa y por 3 a 0 ante Rafaela, ambas derrotas a expensas de los errores cometidos, varios casi inconcebibles, dos partidos que tenían destino de victoria granate de no haber sido por esas falencias individuales que lo privaron de seis puntos que pudo ganar. Rafaela lo derrotó con dos pelotas paradas en las que el joven Monteseirín falló groseramente. Hasta allí Lanús dominaba campo y pelota, y había generado una situación muy clara de Pereyra Díaz, en tanto no se apreciaba que la visita pudiera llegar a batir a Marchesín de no ser por esos yerros. Con el 0-2 al descanso, ya nada fue normal, el equipo se fue desmoronando y así llegó el tercero, después de que el ingresado Bruno Vides, luego de dos grandes jugadas individuales, fallara en la definición de ambas ocasiones primero ante el arquero Conde y luego ante su vertical derecho, con esas dos chances el Grana pudo para igualarlo antes de los 30’ del complemento. El tercero a quince del final lo fulminó. En La Plata apareció el desgaste, algunas actuaciones por debajo de lo esperado y otra vez errores, el primero colectivo, permitiendo al adversario llegar cara a cara con Marchesín sin marcar con rigor, y el segundo un macanón innecesario y absurdo de Víctor Ayala, regalando increíblemente un penal ante un equipo que tenía uno menos y se conformaba de sobra con aguantar el empate. Estudiantes aprovechó el obsequio, convirtió el penal y se quedó con la victoria, y Lanús con mil y una dudas.
Si en el análisis previo al choque ante Vélez, el Mellizo pensaba reservar titulares para
afrontar el compromiso del miércoles en Paraguay ante Cerro Porteño, las flojas actuaciones, la pobre cosecha de puntos y los cambios obligados no se lo permitieron. Sabe que tiene el respaldo de su gente, disfruta aún las mieles del título obtenido recientemente, y no hay técnico que disponga de tanto crédito como él, pero también que se imponía volver a la victoria en el torneo local, y que el rival era nada menos que Vélez, que venía entonado e invicto, y que pese a que también tiene que jugar por la Copa en cuatro días, puso todos los titulares para visitar a Lanús. En cambio Guillermo tuvo que reemplazar al suspendido Carlos Araujo y a los lesionados Velázquez e Izquierdoz, todos en defensa, con la vuelta de Monteseirín -quien esta vez cumplió- haciendo dupla con un llamativamente dubitativo Paolo Goltz. Por derecha tuvo su oportunidad el pibe Mancinelli, que alternó buenas proyecciones con parte de responsabilidad en ambas anotaciones de la visita, mientras por izquierda volvió a jugar como defensor lateral Pasquini, y repitió su habitual falta de rigor para aplicarse a la marca de su sector. La victoria granate se comprende por las dos grandes figuras de la tarde, el pibe Junior Benítez, dos goles y una gran asistencia para el primero -marcado por otro de buen trabajo como Pereyra Díaz- y las grandes atajadas de Agustín Marchesín -por lejos el mejor arquero argentino del momento- sobre todo en los quince minutos finales, luego del descuento de Papa, cuando las reservas físicas de sus compañeros comenzaron a flaquear. No fue lujoso, no fue holgado ni sólido, pero el Granate fue un justo ganador.
Sin embargo, el resultado obtenido perderá significante si el próximo jueves no obtiene puntos en Paraguay, si en su actuación no se observa una superación del bajón físico que lo aqueja, si no se confirma esa sensación de que hoy ante Vélez el equipo recuperó la confianza a la hora de buscar el gol, y si con la vuelta de los titulares que hoy faltaron en defensa, no se corrigen esas impresentables defecciones individuales que se evidenciaron en los rostros de Velázquez ante Rafaela, cuando el pibe Monteseirín le entregó la marca de Vera con la pelota en el aire, y de Marchesín hoy, cuando Mancinelli siguió con la de Ferreyra, que se iba de la jugada, y permitió la llegada de Papa sin marca para quedar cara a cara con Agustín y fusilarlo sin compasión. La culpa no fue toda del pibe que volvió de Atlanta, le faltó concentración para advertirlo, pero lo suyo es entendible, era una chance después de mucho tiempo y ya había descuidado a Zárate en el primer gol de Vélez. El lateral Emiliano Papa no era su marca, llegó solo porque lo madrugó a Silva, que tampoco era su marca, y porque inició su carrera por el ciego de la jugada sin oposición alguna de Melano, quien debió seguirlo, porque minutos antes había reemplazado a Pereyra Díaz cuando, al menos desde afuera, se advertía que Junior no daba más. Lanús ganaba 3 a 1 y la lectura de la jugada dice que hubo cierta relajación de los de arriba. No puede seguir sucediendo si se quiere discutir la supremacía en Sudamérica con los grandes de Brasil y el Atlético Nacional de Medellín, el mejor de lo que se vio hasta ahora. Por lo pronto, inmediatamente después de esa conquista rival, Guillermo demostró criterio y agallas para sacar un delantero (Junior) y poner un volante de marca (Ortiz), y a un joven de mayor talla y potencia como Marcelo Herrera, defensor central por naturaleza, en lugar del extenuado Mancinelli para jugar el enorme descuento de cinco minutos dictaminado por Laverni vaya uno a saber porqué.
El pronóstico es altamente favorable para este equipo de Lanús, el de mayor categoría de su rica historia, porque este mismo plantel y con éste entrenador pudo superar aquel preocupante bajón del torneo pasado. Fue allá por la fecha 12 venciendo a Colón en Santa Fe, luego de tres caídas consecutivas, dos de ellas de local, más la derrota en Chile por la Copa que finalmente iba a ganar. Invicto desde entonces, este plantel tuvo la convicción y el ímpetu como para pelear los dos torneos, obtener espectacularmente uno y quedar a un paso del otro. Entonces, esa convicción pudo más que el bajón, que el cansancio y que todo. Volver a superar la malaria con la misma solvencia puede ser el último escalón para subir a la cima de América.