por Alejandro Chitrángulo
La vida moderna en las grandes ciudades casi siempre trae aparejado un estado de tensión continua, el exceso de trabajo, las preocupaciones desmedidas por lo cotidiano, el miedo a no poder mantener un estándar de vida “respetable”, la inseguridad, la inflación, etc., muchas veces hacen que se desencadene una fobia. Según los expertos en psicología la vedette de los trastornos es el ataque de pánico, a pesar de que no es el que (en cantidad) más gente sufre.En una reciente charla el doctor en Psicología Gustavo Bustamante presidente de Fobia Club enumero los males “sociales” que con más frecuencia se dan en la actualidad. El definió los trastornos de pánico como “crisis que se presentan de manera espontánea e inesperada, y simulan un ataque cardíaco”. Taquicardia, ahogo, mareo, náuseas o molestias abdominales y sudoración son algunos de los síntomas que lo caracterizan y que -dada su intensidad- “generan tanta angustia que la persona consulta rápidamente”.
En segundo lugar se ubican los trastornos de ansiedad social, el cual Bustamante definió como el que sufren aquellas personas que “no logran interactuar, sienten que no pueden hablar con otras personas”. Padecida por el 13% de la población del mundo, el paciente siente ansiedad cuando se expone a reuniones públicas (su ansiedad es irracional y el paciente trata de evitar por todos los medios el contacto social). Cuando el paciente se ve forzado al contacto social, por ejemplo en bancos, universidad, fiestas, restaurantes, cines, reuniones, comienza a sentir síntomas de ansiedad, que pueden desembocar en una crisis de pánico.
En el “puesto” número tres, se lo lleva la ansiedad generalizada. Se da en personas que tienen preocupación permanente de posibles catástrofes, viven en “estado de alarma”.
En el numero cuatro, le siguen las fobias, caracterizadas por un temor irracional, ante la
presencia de cualquier objeto o situación temida como: animales (cucarachas, ratas, arañas, víboras) o parte de ellos (plumas, pelos), sustancias u objetos (sangre, líquidos sexuales) o situaciones (tormentas, inundaciones) que provocan fuerte temor al exponerse a ellas y que el paciente trata a toda costa de evitar.
“En el último año aumentaron considerablemente las consultas por aerofobia, o miedo a volar”, especificó Bustamante.
En el último lugar del ranking se ubican los trastornos obsesivos compulsivos (TOC). “Las personas que lo padecen, desarrollan ideas obsesivas y para aliviarlas hacen “rituales”, como lavarse las manos permanentemente o no tocar determinadas cosas”, explicó el profesional.
El TOC se caracteriza por las obsesiones, que son pensamientos o imágenes, absurdos, negativos, repetitivos y persistentes. La persona los vive como invasivos, e intenta rechazarlos, pero esto le resulta muy difícil de lograr
Consultado acerca de si aumentaron los casos en los últimos tiempos o antes se hablaba menos de estos temas, Bustamante aseguró que “gracias a la comunicación la gente se auto detecta que sufre un trastorno de ansiedad”, aunque reconoció que “la ansiedad generalizada aumentó exponencialmente por el estilo de vida actual, que la favorece”. “No es fóbico el que quiere sino el que puede”, remarcó Bustamante, en referencia a las causas de éste tipo de patologías, y aseguró que existe una “predisposición biológica a padecerlas”.
Asimismo, destacó que el rango de edad más importante en que se dan es de 20 a 30 años y que las sufren más las mujeres porque tienen “una sensibilidad biológica a desarrollarlo”. La vulnerabilidad psicológica (si la persona se siente insegura o incapaz de resolver sus problemas) y el contexto (lo que se aprehende de la familia) son otros determinantes.
Con la premisa de que “cada persona es diferente”, Bustamante remarcó que en casos de ansiedad, dos o tres meses de tratamiento suelen ser suficientes para observar “mejoras”, y subrayó: “la gente se recupera totalmente”. Los procedimientos a llevar adelante suelen ser “combinados”: tras el diagnóstico el tratamiento suele ser psicológico y en algunos casos farmacológico para que la persona aprenda a vivir sin ansiedad.
“Lo positivo es pensar que éstas patologías tienen buen pronóstico”, dijo Bustamante a modo de mensaje esperanzador y finalizó: “si se hacen las cosas bien, las personas se rehabilitan”.
El rol de la familia
Los familiares a veces creen que con una postura rígida y autoritaria, los miedos patológicos se les van a ir, pero lo que realmente necesita el que lo sufre es contención y colaboración para la búsqueda de un tratamiento adecuado.
Recomendaciones para la familia:
- Comprenda que se trata de un miedo irracional
- Transmita tranquilidad y confianza
- Escuche, incentive a quien está en crisis a relajarse (regularizando la respiración, por ejemplo)
- Ayúdelo a comprender que no se encuentra en peligro y que no se va a morir
- Déle libertad de acción (seguramente buscará cosas que lo tranquilicen y reduzcan la ansiedad)
- Evite que lo rodeen personas ansiosas
- Infórmese
- Descarte otra enfermedad orgánica con un chequeo
- Consulte a profesionales especializados en Trastornos de Ansiedad
- Acepte, acompañe y aliente el tratamiento indicado.