martes, 24 de diciembre de 2013

Varios calefones y una sola Biblia

por Marcelo Calvente

marcelocalvente@gmail.com

Es curioso, pero por la calle no parás de cruzarte con hinchas granates, y algunos te sorprenden con su gesto. Hay quienes se aparecen muy felices, da gusto verlos, viven con la sonrisa dibujada en el rostro y el cartel de campeón en los ojos. Un poco los envidio, yo no estoy tan feliz. Otros están a las puteadas, no pueden dejar de lamentarse por el tercer gol que no llegó, ni detenerse en lo mucho que hay de positivo en este presente de Lanús, y mucho menos celebrar. Yo no estoy tan triste. Sin embargo eso no significa que no me identifique con ambas sensaciones. Las dudas hay que combatirlas con análisis, poniéndole a esos impulsos naturales el marco de la mejor evaluación posible de las cosas. Es lo que intento.

En primer lugar nadie puede dudar de que el segundo tramo de semestre de Lanús fue espectacular. Las imágenes de La Fortaleza repleta, el equipo aplastando al Ponte Preta, la prolija, interminable y merecida fiesta de un absoluto campeón se apropiaron de las miradas de los televidentes del fútbol. Imágenes diferentes a la consagración de San Lorenzo, aferrado a un peligroso empate que a punto estuvo de resultar otra frustración para los de Pizzi, que sin embargo terminaron recibiendo una desprolija premiación y de raje hacia Boedo, imágenes más acordes al fútbol nuestro de cada día. En cambio Lanús presentó credenciales de club y equipo grande, con un gran estadio y con mucho fervor popular. No fue una final más. Fue la lección que los hinchas argentinos están necesitando para abrir los ojos, para comprender cual es el único camino posible, para exigir otro tipo de gestión dirigencial, otra eficiencia, y a la vez asumir mayor compromiso político como socios en sus respectivos clubes. También fue un mensaje para el periodismo, que de este presente de Lanús poco entiende, el que se
presta al juego y se hace eco de los reclamos de los hinchas para que le traigan refuerzos que no tienen con que conseguir. No digo que no informen sobre pases -mejor dicho tratativas, ya que pases no abundan- sino que expliquen que ese tipo de erogaciones millonarias que los hinchas reclaman, son parte importante de las cosas que los está llevando al precipicio 

Lanús obtuvo de manera holgada su tercera estrella, y me animo a  afirmar que lo logró con el mejor equipo de su historia, el de mayor experiencia y nivel internacional, con una campaña extraordinaria solo empañada por esa seguidilla de cuatro derrotas sufridas al hilo allá por la mitad del semestre, un momento en el que la idea de Guillermo estuvo a punto de naufragar. Pero el granate se recompuso y volvió a la victoria en la fecha 12º, y de allí en más se mantuvo invicto hasta la fecha final, con cinco victorias al hilo y en las tres últimas, tres empates condicionados por el trajín, los horarios insólitos y los arbitrajes perjudiciales. Y en la Copa, igual: A partir de la derrota en Chile ante la U, justo a mitad de torneo, de allí también invicto hasta el final, con dos empates y cuatro victorias para conquistar América ampliamente y sin discusión.

Sin embargo, no alcanzó para cumplir la hazaña casi imposible de quedarse con los dos objetivos y consagrarse campeón también del Torneo Inicial. Está claro que el doblete no estaba en los planes, pero estuvo tan cerca que es imposible, aún en la enorme alegría por lo alcanzado, no lamentarse por lo que no pudo ser. Lanús fue el mejor pese al desgaste, los tres equipos descansados que accedieron a la instancia final mostraron su limitado presente, y evidenciaron que llegaron a los tumbos. Newell’s absolutamente en baja, poco se observó de aquel que había arrancado con todo. San Lorenzo siempre fue irregular, y cuando tuvo su posibilidad de sacar ventaja no pudo rendir el examen. No pudo con Rafaela, no pudo con Estudiantes, ni se preocupó por poder con Vélez. Apostó todo a la martingala del doble empate que lo consagraba campeón, una apuesta conservadora, que le daba la chance de una final como alternativa de mínima, con todo lo que eso podía significarle. Vélez también fue irregular, y quedó eliminado de la Copa por el mismo Ponte Preta que Lanús aplastó sin compasión. Obtuvo tres victorias apretadas en el final del Inicial que lo puso en situación de pelear un titulo que ya hacía mucho había dado por perdido. A la hora de la verdad no pudo quebrar el cero que propuso San Lorenzo, aunque tuvo el gol en la última jugada del partido, cuando insólitamente la pelota impulsada por el pibe Allione con el arco de frente y desde el punto penal, se encaminó de manera providencial hacia la mano izquierda del sorprendido Torrico. Es lógico que San Lorenzo le haya llevado de inmediato la Copa al Papa, nobleza obliga, si es que existen, el título del Ciclón fue un milagro...

Lanús fue superior en Rosario de cabo a rabo. Generó más de cuatro claras de gol por tiempo pero tuvo la desgracia de que la fortuna jugó para el rival. Tuvo que remontar dos goles en contra diabólicos y así lo hizo Con quince por disputarse, a partir del ingreso de Pereyra Díaz por el Pulpito, el mellizo decidió jugar a todo o nada, y dividió el equipo entre seis para defender y cuatro para buscar el gol. La idea táctica fue correcta, Lanús tuvo en ese lapso tres situaciones claras y superó ampliamente al local, sobre todo en las contras, evidenciando más ambición y más resto anímico. Uno no puede imaginar los alcances de un milagro, pero a Newell’s algo lo salvó...

El grana termina el semestre con un equipo de lujo, con varias figuras de nivel internacional y varios pibes luchando con enormes atributos por un lugar entre los once, cosa que logran a menudo gracias a la doble competencia. Este fue uno de sus secretos: Cuando Guillermo recurrió al recambio, aparecieron Pereyra Díaz, Pasquini, Monteseirin, el adolescente Astina y su sueño del pibe contra Boca y el extraordinario cierre de Junior Benítez, Lanús está armado para lo que viene. Sus posibles oponentes principales del ámbito local tienen otro panorama. El campeón y Vélez se quedaron sin técnico y tienen que volver a empezar. En Boca se acaba la paciencia con Bianchi y Riquelme. En River su presidente, tal vez el jugador más ganador de la historia de este deporte, Daniel Pasarela, se fue por la ventana dejando una deuda que ronda los 400 millones de pesos. Nadie parece advertir lo que está pasando en el fútbol argentino. Tal vez el hincha de Colón, que ante lo negro del futuro que se le avecina eligió presidente a uno que mostró por demás su amor por los colores: Regirá sus destinos el Dr. Eduardo Vega, ex jugador del club, quien en 1993 siendo médico del plantel, en cancha de Rafaela y ante un terrible derrape del árbitro Marconi, se metió al campo de juego y reventó la pelota, para evitar una contra que tenía destino de gol para el local y así conseguir que el Sabalero mantenga la punta con el empate en dos hasta ahí parcial, desatando en la cancha un quilombo descomunal, recibiendo la expulsión y una suspensión de un año por parte de la AFA. Lo votó casi el 70% de los socios. Ahora será cuestión de desearle mucha suerte, el hombre sin duda alguna la va a necesitar.