lunes, 9 de diciembre de 2013

La semana en pocas palabras

Informe Económico Semanal del Banco Ciudad

Nuevamente, con un importante rezago, recién esta semana se conocieron los datos del resultado fiscal de septiembre, los cuales dieron cuenta de un superávit primario de $422 millones y un déficit financiero (después del pago de intereses de la deuda) de $4.842 millones, que hubiera dado lugar a un desequilibrio mayúsculo de las cuentas públicas, de no mediar una asistencia récord del BCRA y la ANSES. Si se excluyen los giros extraordinarios de ambos entes al Tesoro, por $13.262 millones, el resultado primario hubiera mutado a un déficit de $12.850 millones y el rojo financiero trepado a $18.100 millones.
Lo abultado de este desequilibrio fiscal obedece al fuerte crecimiento que experimentó el gasto previo a las elecciones de octubre, sumado a una pobre evolución de los ingresos genuinos. El gasto primario creció en septiembre un 46% interanual, muy por encima del aumento acumulado en 2013 (33%), marcando un alza récord en casi tres años. Si bien se registró una aceleración en prácticamente todos los rubros, sobresalió la expansión de las transferencias a las provincias (78%, en su mayoría aliadas), en los subsidios al sector privado (50%, con un rol no menor de los energéticos), y también en las remuneraciones (50%).
Marcando un fuerte contraste con esta dinámica explosiva del gasto, los ingresos genuinos
(netos de los aportes del BCRA y del FGS de la ANSES) crecieron en septiembre tan sólo un 27%, con una desaceleración que se profundizó en octubre (24%) y también noviembre (21,3%), según informó la AFIP esta semana. Con estos datos, en noviembre la recaudación se contrajo por segundo mes consecutivo en términos reales (-4%), destacándose la caída nominal en los derechos de exportación, que se ubicaron en su nivel más bajo de los últimos cuatro años, con una merma de 37% con respecto a igual mes de 2012.
¿Es esto algo novedoso e inesperado? No. Otras experiencias similares de tipos de cambios duales señalan que cuando la brecha cambiaria escala, se producen grandes incentivos a la ilegalidad que terminan por reducir las reservas internacionales por múltiples vías, al disminuir la oferta y aumentar la demanda de dólares en el mercado oficial. Esto, a su vez, impacta sobre la situación fiscal, al reducir los cobros por retenciones a las exportaciones. A la larga, estos esquemas se tornan inefectivos para contener la caída de reservas y la devaluación y la unificación del mercado de cambios se vuelve inevitable. Cualquier similitud con la Argentina de estos días, no es pura coincidencia.
Por otro lado, el resultado de las elecciones de medio término demostró al gobierno que el recurrir al simple expediente de aumentar el gasto público genera cada vez menos resultados en términos de crecimiento económico o políticos, toda vez que descanse, de manera creciente, en su financiamiento vía emisión monetaria e inflación, la cual golpea directamente al bolsillo de la población.
Según datos del INDEC, los salarios de la economía se incrementaron un 1,3% mensual en octubre, por debajo de las mediciones privadas de precios (2%), mientras que en términos anuales aumentaron un 26%, en línea con el IPC Congreso. En el caso particular del salario del sector privado formal, descontando los efectos de la inflación, se observó un leve deterioro con respecto a octubre de 2012 (-0,2%), luego que a lo largo de prácticamente todo 2013 presentara variaciones negativas, especialmente a partir de agosto, pasado el efecto paritarias.
Considerando la aceleración inflacionaria del último bimestre, el salario real acumularía dos años consecutivos de deterioro en 2013, que podrían ampliarse a tres en 2014, de combinarse unas paritarias que apunten a un incremento salarial cercano al 20% y una inflación que se ubicaría por encima de ese umbral, en un contexto de aceleración de la pauta devaluatoria y reducción de subsidios.
Por ahora, las señales del gobierno en pos de un verdadero cambio de rumbo, tanto en el frente cambiario, como fiscal o salarial, son ambivalentes, más allá de parches que permitan hacer el “ajuste” en cámara lenta (incremento de la retención a viajes y consumos en el exterior, impuesto a los vehículos de lujo, resurgimiento de acuerdos de precios o la emisión de un bono nominado en dólares, para que los productores vendan su producción y las cerealeras liquiden sus exportaciones). Por fuera de estos atajos, la realidad se impone y requiere definiciones de fondo, lo cual se refleja en la volatilidad en los mercados y, como quedó demostrado esta semana, torna dificultoso el cierre de la brecha cambiaria.