martes, 10 de diciembre de 2013

Himnos del corazón

por Marcelo Calvente

marcelocalvente@gmail.com

Mientras uno disfruta y se sorprende de la actualidad de Lanús, único club que sortea con superávit los avatares de un fútbol argentino naturalmente deficitario, mientras palpita la increíble doble definición en la que está metido, a media final de levantar la Copa Sudamericana en La Fortaleza el próximo miércoles ante el Ponte Preta, a punto de enfrentar a Newell’s a todo o nada en Rosario y ante su multitud de siempre. El que gana juega la final. Y mientras uno relojea lo que pase en Liniers, de donde saldrá el otro finalista -salvo que gane San Lorenzo y de la vuelta en el micro- se pregunta cómo pudo haber pasado esto, cómo fue que el humilde Lanús, aquel que un jugador de trayectoria internacional le embargó la cancha de bochas en los ’70, en menos de tres décadas de crecimiento lento y paulatino se convirtió en la potencia futbolística e institucional que es hoy. Y mientras lo digo no dejo de pensar en que es necesario escribir sobre esta historia. Para disfrutar nosotros, los que fuimos testigos y protagonistas del milagro, pero también para que nuestros hijos y nietos, aún cuando ya no estemos, bajen interesados los libros de nuestra biblioteca y conozcan la verdad.
 Los libros de Néstor Bova han hecho un aporte fundamental al saber y la divulgación de la historia granate. Son libros para cuidarlos, para que vivan mucho tiempo. La historia de Lanús es cosa de granates, y es nuestra obligación difundirla. Solo falta profundizar sobre las decisiones que nuestros dirigentes han venido tomando en las últimas décadas, sin omitir el tiempo y el contexto en que cada cosa ha ocurrido. Está demostrado que no la van a contar los grandes medios ni se van a ocupar de ella las más notables plumas. Nuestra historia se
construye de viejos documentos y el recuerdo de los más añosos. Lo digo y pienso que hay que apurarse, porque ya no queda vivo testigo alguno de su fundación, al menos que yo sepa...
Si 17 de los 20 clubes de primera entregan balances deficitarios, si la mitad de ellos anuncian situaciones desesperantes y casi insolubles, si el dinero que administran lo pone el Estado Nacional, lo recibe la AFA y esta lo distribuye de manera irregular y arbitraria, si no controla el accionar de cada conducción dirigencial beneficiaria del dinero de todos y permite que lo dilapiden o directamente se lo afanen, el fútbol argentino seguirá barranca abajo y los buenos intentos individuales naufragarán en el mar de las injusticias y los negociados que se cuecen en torno suyo, que son moneda corriente y causantes principales de la moneda faltante.
No intento profundizar en esta nota sobre la decisión gubernamental de hacerse cargo del fútbol y entregarlo gratis y para todos los argentinos, aunque disfruto de sus beneficios viendo cuanto puedo por TV. Pero sí me parece algo urgente a revisar el destino de los millones de pesos que los clubes reciben: No me parecería desatinado que una auditoría oficial y permanente objete los alocados emprendimientos de clubes que excedan su presupuesto y no tengan su respaldo en dinero. Por ejemplo, que audite los contratos que firman con los protagonistas principales del negocio, los jugadores y los cuerpos técnicos. La cuestión es más que evidente: saben que no van a poder pagar lo que firman, que terminará pagando la AFA en forma de adelanto, y que le generará un faltante a las administraciones por venir, no me parecería ilógico una auditoría oficial que tenga la potestad de impedirlo y de argumentar su decisión exhibiendo la realidad económica y financiera de la entidad en cuestión. Ejemplos sobran: River debe 400 millones de pesos, contrató a Teo Gutiérrez en 3.500.000 dólares por la mitad del pase, del cual aún no pagó un peso, pero que seguramente pronto tendrá que pagar, claro, un dirigente que no realizó semejante contratación.
La búsqueda dirigencial, es sabido, es la victoria deportiva, tanto para aquel socio que ama al club y lo conduce con astucia y decoro, y por lo tanto necesita las victorias para que su proyecto tenga continuidad, como viene ocurriendo en Lanús; como para aquel que con patrañas y golpes de efecto lo lleva al desfalco, como le ocurrió a River con Aguilar, a San Lorenzo con Sabino y a Independiente con Comparada, por citar tres ejemplos de hombres que dispusieron de un segundo mandato que les sirvió para profundizar la herida que estaban infligiéndole al club gracias al sufragio del minoritario grupo de socios que se toma el trabajo de ir a votar cada tres años. Visto como un tema insoluble, es más que evidente que la AFA está simpatizando con otro tipo de conducción. Se trata de los que acceden al poder cortando camino cuando el club está fundido y sus socios desesperados, se trata de millonarios cercanos a la política y principalmente a los medios, como Tinelli, quien sin mediar militancia se convirtió en salvador por ser el único que se atrevió a agarrar el fierro caliente que dejó su antecesor, otro millonario, Carlos Abdo, uno que no estuvo a la altura y se retiró sin pudor dejando un desastre. Tinelli se hizo cargo y hasta ahora la lleva muy bien, los socios lo veneran, el Papa lo bendice y el periodismo lo aclama. Tengo la sensación que su conducción durará muchos años, tantos que el estatuto quedará archivado y un día nadie se acordará de votar porque nadie se animará a oponerse.  Pero no tengo dudas que el capitalista no regala su dinero, lo invierte, y se va sólo si se lleva su capital, sus intereses y sus ganancias. Cuesta imaginar que quedará de San Lorenzo después de Tinelli.
No obstante, es muy probable que el ejemplo cunda, y que la masa societaria de muchos clubes vote salvadores millonarios, ya que no abundan socios emprendedores y amantes de los colores que se animen, ni. tipos capaces de salvar el club garantizando deudas  con sus propiedades.  En Lanús los hubo a fines de los 70, varios aún caminan por la calle y pocos los reconocen como los guapos de verdad que fueron cuando tuvieron que decirle a su mujer “Vieja, firmá acá, vamos a garantizar un crédito para el club con nuestra casa”. Verdaderos valientes granates cuyos nombres deben trascender y recibir el reconocimiento de sus pares. También muchos otros dirigentes que los sucedieron, con Carlos González y Néstor Díaz Pérez como baluartes y guías, hasta los que están hoy. Se trata de hombres que han dedicado parte de su tiempo durante estos más de treinta años de reconstrucción, crecimiento y consagración, y fueron los hacedores del milagro. Es necesario que el mundo del fútbol del continente se entere cómo fue que han podido hacerlo. Y que nuestros nietos sepan de memoria sus nombres e historias a la par de las de los ídolos deportivos como si fueran himnos, para que cunda el ejemplo y siempre se mantenga el rumbo.