por Jorge Burzaco Osinde*
Pocas veces hemos podido apreciar un festejo enfervorizado, de quienes terminaban de sufrir una importante derrota, en el ámbito general, luego de una elección intermedia.Es que el denominado “kirchnerismo” representado por las siglas FV (Frente para la Victoria) había sido derrotado, en casi todo el país, en forma más que contundente.
Sin embargo una pequeña parcialidad dirigencial, oficialista, en una exigua sala de la capital federal o de: “los aplaudidores en defensa propia”, como los denomina Jorge Asís, festejaba alborozada, al final de dicho acto electoral, como si hubiese obtenido el triunfo. El estudio pormenorizado de tal comportamiento nos indica que en realidad, pensaban en una derrota aún peor. Tal es así que quitaron del camino a la Presidente, y jefa directa de dicha tropa para que, sometida a una intervención quirúrgica en fecha acordada, estuviese alejada del desastre preanunciado.
Pero se equivocaron de presagio; la derrota no fue peor que en las PASO, sino similar. El milagro lo había producido el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli, quién estoicamente pertrechado de su mejor (y granítico), rostro había secundado al ignoto intendente Martín Insaurralde, de Lomas de Zamora, y candidato a primer diputado nacional, a través de variados y monocordes itinerarios. Hasta un amor, le crearon; total, el devaluado concepto de “familia” ya casi no tiene significado en la Argentina actual. La “tinelización” de la cultura ha llevado al habitante medio a pensar que el “éxito”, pasa por allí...
Lo notable es que del otro lado, del abanico partidocrático, tampoco se interesaron más que
por el triunfo. El candidato del Frente Renovador, Sergio Massa, evidentemente, absorbió los votos libres del propio sector ideológico para subir del 35,05% de las PASO al 43,92%; y con el Frente para la Victoria ocurrió algo parecido, para ir del 29,65 % de las PASO, al 32,18 % de la actualidad. De esa manera, no llegaron a perder, más que la posibilidad de modificar la Constitución Nacional (¡...que no es poco!)
El remate de lo actuado en el dislate, lo puso la Corte Suprema de la Nación; a sólo dos días de las elecciones sacaron el fallo sobre la constitucionalidad de la Ley de medios de comunicación, que favorece los intereses monopólicos del Gobierno, en contra de los intereses oligopólicos del denominado “grupo Clarín”. Podríamos presagiar que en pocos días, el “festejo oficial será completo”.
Ahora nos resta por desentrañar, como encararán el tiempo que falta, para las presidenciales, los grupos hegemónicos que se disputan el poder sobre el control de la economía nacional. Claro que ninguno de ellos, en beneficio del pueblo...
(*) Exegeta de la doctrina peronista